La destitución de Maassen, jefe del espionaje interno, por elevación a secretario de Estado, da continuidad a la crisis provocada en la coalición entre los socialdemócratas y los conservadores. Como una bomba de acción retardada podría todavía dinamitar el actual gobierno alemán.
Hans-Georg Maassen, siendo el jefe de los servicios secretos alemanes (Oficina Federal para la Protección de la Constitución, BfV, siglas en alemán), acusó a los medios de comunicación de inventarse la violencia xenófoba contra inmigrantes en Chemnitz -mientras la canciller alemana Angela Merkel daba por ciertos los hechos y las imágenes publicadas-.
Maassen se ha opuesto, en más de una ocasión y públicamente, a Merkel en lo referente a la política con los refugiados, llegando a mantener que en Alemania la ley y el orden no se encuentran en peligro por la ultraderecha y los nazis sino por la entrada irregular de los inmigrantes.
Aunque el detonante haya sido lo acontecido sobre Chemnitz, lo más grave es que Maassen filtró información al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD, siglas en alemán) -con profundas conexiones neonazis en realidad, aunque negadas oficialmente debido a que los partidos nazis están prohibidos en Alemania- sobre las investigaciones, llevadas a cabo por su servicio secreto, de las conexiones de AFD con organizaciones nazis.
La actuación de Maassen provocó una crisis, no resuelta todavía, en la coalición entre los socialdemócratas y los conservadores de Merkel. El cargo de Maassen dependía del ministerio del Interior, del conservador, y presidente de la CSU, Horst Seehofer. Merkel ha tenido que enfrentarse al propio ministro del Interior Seehofer. Para evitar la ruptura de la unión entre los partidos democristianos CDU y CSU y de la coalición con el SPD se ha destituido a Maassen nombrándolo a un cargo de rango superior.
Una bomba todavía puede explotar en el seno del gobierno alemán. Pero en particular ¿qué objetivo tiene y a quién sirve denunciar la “simpatía” del jefe alemán del espionaje en la propia Alemania con la emergente ultraderecha, xenófoba y neonazi?
En Alemania hay un ascenso de la ultraderecha, que no sólo se moviliza cada vez más en la calle acompañada de grupos neonazis, sino que ascendería según los sondeos hasta el 25% de los votos. Los últimos pronósticos dan como resultado que los partidos tradicionales serían castigados en las urnas, en especial los partidos que forman la actual coalición del Gobierno central: la CDU, la CSU y el SPD. La ultraderecha xenófoba, la AfD, ganarían fuerza, llegándose incluso pronosticar que en 2019, en las elecciones en Estados del este de Alemania, la AfD llegaría a sobrepasar a la conservadora CDU en votos.
El caso Maassen ha sacado a la luz la existencia, la actividad y el papel de las cloacas del Estado. Unas cloacas, cuyas tuberías solo aparecen fugazmente en la superficie, pero están permanentemente funcionando al servicio de los intereses de la clase dominante frente al resto de la población, así como para resolver sus contradicciones internas.
La pregunta que debe hacerse ahora es: ¿en las cloacas del Estado alemán, hacia dónde se mueven los excrementos, qué objetivo llevan y a quién benefician?, ¿hay una línea o sector en el seno de la clase dominante alemana que empieza a apostar por dinamitar el actual modelo político de coalición y sus élites, para potenciar otra alternativa?, y, sin olvidar, ¿influye algo un viento que viene del otro lado del Atlántico, que algunos llaman “trumpetazo”?
Eduardo Madroñal Pedraza