(dpa) – Todos los domingos, Ramazan Ölcer viaja a la colonia de perros abandonados. Él y algunos amigos alquilan un camión, cargan en él hasta dos kilos de alimento preparado por ellos en baldes de plástico y se dirigen por una calle estrecha hasta el bosque de Beykoz sobre la costa del Bósforo, en Turquía.
Allí instalaron más de 20 estaciones de alimentación para alrededor de 1.200 perros que deben sobrevivir solos a la intemperie. «La mayoría son perros callejeros y fueron traídos hasta acá por la ciudad después de que los habitantes se quejaran», dice Ölcer.
Esta es una de las acusaciones repetidas una y otra vez por los defensores de animales que la ciudad de Estambul rechaza. Ölcer afirma que otros perros fueron abandonados en el bosque por sus dueños.
La organización «Huysuz Ihtiyar» de Ölcer, que significa algo así como «viejo gruñón», en honor a uno de sus viejos protegidos perrunos, es una de muchas iniciativas privadas para animales de la calle en Estambul.
Al menos dos veces a la semana, los ayudantes viajan al bosque. Se financian mediante donaciones. Pero esta no es la única colonia de perros abandonados. Hay más, en otras zonas de la ciudad. El amor de los turcos por los perros es conmovedor, pero la emergencia también.
De acuerdo con la administración de la ciudad, sólo en 2018 se registraron en Estambul 128.900 perros abandonados y 162.970 gatos sin dueño. Sobre los gatos callejeros de la ciudad se han filmado incluso documentales. Sin embargo, son películas más bien tiernas en las que se habla poco de hambre y reproducción sin control.
En el barrio de Tophane, «la tía Leyla» se pasea todos los días por las calles con alimentos, rodeada de varios gatos, algunos visiblemente flacos y enfermos. «El hambre es algo terrible, lo sé por experiencia propia», asegura Leyla.
Ahmet Senpolat, de la organización de defensa de los animales Haytap, afirma que la disposición a ayudar ha aumentado. Atribuye este éxito en parte a las campañas de Haytap.
Ramazan Ölcer de «Huysuz Ihtiyar» dice que las redes sociales ayudaron. El grupo tiene más de 14.000 seguidores en Instagram. Pero el amor por los animales no es lo mismo que defenderlos y si bien hay historias de personas que arman chozas para los perros abandonadps, hay otras de perros envenenados o gatos torturados.
Ahmet Senpolat asegura que, en cuanto a protección animal, Turquía lleva décadas de retraso.
La idea es ahora aumentar la protección legal. Una comisión parlamentaria presentó a fines de octubre un informe con recomendaciones que tiene como fin modificar una ley de 2014. «Queremos introducir esta ley lo antes posible», señala el jefe de la comisión, Mustafa Yel.
Uno de los principales puntos de la propuesta: «Queremos que las acciones graves contra los animales sean penadas con al menos dos años y un mes (de prisión) para que la pena no pueda levantarse con una fianza y el efecto disuasorio sea mayor», dice Yel.
El experto en derecho Murat Deha Boduroglu habla de una «protección legal extremadamente inefectiva». Afirma que quien maltrata o mata animales apenas recibe una multa. Sólo se prevén penas de prisión si el animal tiene dueño. Sin embargo, aclara: «Hasta ahora apenas hubo casos en los que los responsables de torturar terriblemente animales hayan ido a prisión».
Otras propuestas de la comisión dicen algo acerca de dónde se encuentran los problemas. Yel explica que en el futuro, los animales ya no podrán ser definidos legalmente como cosas, sino como seres vivos.
La comisión también propone que en los refugios para animales sólo trabajen personas a las que les gustan los animales. Esto, espera Yel, que tiene tres perros, tres gatos, un pájaro y peces, «mejorará significativamente» la situación.
Yel es optimista en lo que refiere a la nueva ley. Es diputado del partido gobernante islámico-conservador del presidente Recep Tayyip Erdogan, que cuenta junto a su socio de coalición MHP con la mayoría en el Parlamento. Ahmet Senpolat, de Haytap, es algo más reacio. Dice que este tipo de comisiones ya se formaron en el pasado «y nunca cambió nada».
En lo que están todos de acuerdo es que, para cambiar la vida de los animales vagabundos, hay que poner fin a la reproducción descontrolada. La comisión quiere que en un periodo de seis meses tras la modificación propuesta de la ley, se recuenten todos los animales callejeros en Turquía. Se cree que la cifra podría ser de millones. Luego, comenzará una gran campaña de castración.
La ciudad de Estambul afirma que durante 2019 castró hasta fines de noviembre 22.067 animales. Pero este fin de semana, Ramazan Ölcer y sus amigos vuelven a encontrar nuevos cachorros en el bosque de Beykoz. Para los más grandes tienen algo de alimento especial en el camión.
El conductor de Ölcer toca la bocina delante de cada estación de comida. De repente, el bosque se vuelve ruidoso. Decenas de perros salen de entre los árboles y rodean el vehículo. Algunos llegan primero para recibir caricias.
«Cuando sabes que están aquí afuera pasando hambre… me siento culpable si no vengo», confiesa Ölcer.
Por Christine-Felice Röhrs y Linda Say (dpa)