¿Qué familia no tiene deudas? Lo de recurrir a una entidad de crédito para solicitar liquidez es muy habitual. No todo el mundo tiene dinero para comprar bienes tan esenciales como una casa, o tan necesarios como un vehículo privado.
No siempre, sin embargo, son estos gastos de calado los que precisan de endeudamiento. La web FinanzasPersonales repasa otros motivos, entre ellos, el clásico de gastar más de lo que se gana, lo que no solo denota una evidente falta de planificación sino, en algunos casos, deseos de aparentar.
El mal planteamiento y la desinformación, de hecho, están detrás de otros motivos para el endeudamiento, como la necesidad de hacer frente a las responsabilidades que se tienen con el Estado, sobre todo en lo que a impuestos se refiere.
El empleo precario, que con tanto ahínco denuncian sindicatos y partidos políticos en la oposición, también suele ser un factor que hace a las familias proclives al endeudamiento. Se suman deudas heredades, necesidad de afrontar procesos como una defunción o un divorcio…
Sea como sea, endeudarse puede traer consecuencias de diversa índole para la familia, y ponen de manifiesto la necesidad de tener un mínimo de educación financiera para evitarlo.
Alteraciones de la salud
Un estudio recogido en la revista The Social Science & Medicine, y del que se hace eco la web especializada Salud180, menciona que las deudas pueden afectar a la salud física y mental de las personas, y manifestarse en forma de taquicardias, gripe, insomnio, alteraciones del ciclo menstrual o anorgasmia.
Los expertos señalan, además, que contraer deudas aumenta los riesgos de caer en depresión y, en caso de que el estrés que generan llegue a su límite, situaciones peores como la drogodependencia (al alcohol, por ejemplo) o el suicidio. De hecho, entre 2010 y 2016, los casos de personas que se quitaron la vida ante un inminente desahucio conmovieron al país.
No es lo mismo, claro, contraer una deuda sabiendo que se va a poder afrontar, previendo que, tras el abono mensual de la cuota, se seguirá teniendo liquidez para hacer frente a gastos cotidianos, y así no tener que endeudarse aún más.
Pero, incluso con una planificación rigurosa, el riesgo existe. Un deudor siempre está sujeto a un contexto económico que puede sufrir cambios drásticos, y acrecentar, por ejemplo, las posibilidades de que se pierda el empleo y el salario, como fuente principal de ingresos.
Riesgos al no pagar
El estrés viene derivado por la incertidumbre de no saber si se va a poder hacer frente al pago de cuotas el próximo mes, y al vislumbrar las situaciones que se pueden derivar de no pagar, que harán que todo empeore.
Y es que cuando se están con el agua al cuello, como suele decirse, lo peor que puede ocurrir es que haya que abonar intereses de demora, los que el banco aplica desde el momento en que se deja de pagar una cuota por primera vez. Estos se van acumulando a la deuda original, lo que hace que vaya siendo aún mayor.
Otra posible consecuencia del impago es la reclamación judicial al deudor, que se puede producir desde el tercer mes de impago, aunque habitualmente tiene lugar a los seis. Tras su resolución, podrían quedar bienes embargados, aunque dependerá de los que se tengan y del tipo de crédito o préstamo que se tenía contratado. El embargo puede recaer sobre las personas que avalaron al deudor.
La inclusión en la lista de morosos es otras de las posibilidades que vislumbra en el horizonte el deudor que tiene problemas para pagar. En España, una de las más conocidas es la de ASNEF y, aunque viendo las posibilidades anteriores parece la menos mala, lo cierto es que pondrá muy difícil (si no imposible) no solo acceder a un crédito nuevo, sino la simple contratación de servicios con una compañía de teléfonos, o de servicios básicos como la luz.
La reunificación, una posible solución
Antes de caer en el impago y que la situación empeore, y si han resultado infructuosos los intentos de aumentar los ingresos y/o reducir los gastos, la reunificación de deudas es una solución. Empresas dedicadas a ofrecer soluciones financieras, como esta, aseguran que se trata de una solución rápida y eficaz para economías que se hallan en una situación delicada.
Se trata de una operación financiera que implica la cancelación de las deudas anteriores (lo que lleva aparejado comisiones), y las junta todas en un nuevo préstamo, o en uno ya existente renegociado. Son las propias entidades o empresas intermediarias quienes suelen ofrecer este servicio, cuyo resultado será una única cuota, con un tipo de interés único, y cuya cuantía es más asumible que el total de las deudas anteriores.
Sin embargo, también hay problemas derivados a la reunificación: al prolongar los plazos, se pagan también más intereses, lo que sumado a las comisiones hará que aumente considerablemente el montante total de las deudas. Es, por lo tanto, una herramienta a la que recurrir en última instancia.