Duisburgo (dpa) – Sebastian Stricker, fundador de la nueva empresa berlinesa share, ya ha vendido millones de botellas de agua mineral y jabones líquidos en los que la ayuda a personas necesitadas forma parte integral del producto.
La motivación de Steffen Preuss y sus amigos al fundar la exitosa empresa emergente ichó fue su historia personal. Los tres estudiantes crearon una pelota interactiva para comunicarse con sus abuelos enfermos de demencia.
Y la idea de Frank Hoffmann, un ginecólogo de Duisburgo, de utilizar la capacidad táctil particularmente pronunciada de las mujeres ciegas para la detección precoz del cáncer de mama está sentando precedentes en India, México y Colombia.
Por muy diferentes que sean sus proyectos: Lo que los tres empresarios tienen en común es que no sólo están interesados en el dinero, sino que quieren hacer del mundo un lugar mejor. Y no son los únicos: estudios recientes confirman que en Alemania hay más de 1.700 empresas emergentes con fines sociales.
«El potencial de estas empresas con impacto social es enorme», dice Matthias Daub, de la consultora McKinsey. Las innovaciones impulsadas por estos emprendedores sociales tienen un potencial de miles de millones, según un estudio reciente realizado por la consultora con la rama alemana de la organización sin ánimo de lucro Ashoka.
La berlinesa share ya es una empresa consolidada en el mercado. Desde hace más de un año, sus productos —agua mineral, jabón y barritas de nuez— están presentes en las estanterías de droguerías y supermercados alemanes.
El concepto: Por cada producto vendido se ayuda a una persona con un producto o servicio equivalente. El resultado: ya se han construido 51 pozos de agua potable y se han distribuido más de dos millones de comidas y más de 500.000 jabones a personas necesitadas, dice Stricker.
«Cada dos o tres segundos alguien comparte consumiendo un producto de nuestra empresa». Al preguntársele sobre su motivación, no duda: «Creemos en un mundo mejor donde las personas se cuidan y ayudan mutuamente. Pensamos que el idealismo es la nueva moda».
Filosofía que sin duda comparten los fundadores de la empresa ichó. Hace tres años, los tres estudiantes desarrollaron la pelota interactiva ichó, ideal para activar y estimular las capacidades cognitivas y motrices de personas que padecen de demencia.
La pelota utiliza la luz, el sonido y la vibración para ofrecer a enfermos de demencia y discapacitados mentales una nueva forma de comunicación.
Esta herramienta terapéutica puede programarse individualmente de acuerdo a las afinidades y necesidades de cada paciente, por ejemplo, con su música favorita.
El trabajo y los esfuerzos invertidos han dado frutos. El año pasado, ichó fue distinguida como una de las empresas emergentes más innovadoras del continente en el concurso «Ideas from Europe», organizado por la Comisión Europea y el Gobierno holandés.
En el ínterin, la empresa ha logrado reunir un capital semilla de casi un millón de euros. La producción en serie de la pelota táctil ichó comenzará previsiblemente antes de fin de año.
Surgida en Estados Unidos, la tendencia de crear empresas comprometidas con proyectos sociales llegó a Alemania hace algunos años y ya son cada vez más los proyectos que triunfan con ideas innovadoras.
A pesar de su compromiso social, muchas de las empresas son organizaciones con ánimo de lucro. Preuss, uno de los fundadores de ichó, piensa que esto tiene sus ventajas y no cree que «depender de pequeñas ofrendas» sea mejor.
Si bien la responsabilidad social es la motivación principal de la empresa, «tenemos un modelo de negocio sostenible con el que podemos financiarnos y que además nos permite crecer rápidamente», enfatiza.
La idea que tuvo el ginecólogo alemán Frank Hoffmann en 2011 de utilizar las habilidades táctiles de mujeres invidentes en la detección temprana del cáncer de mama también ha sido premiada en repetidas ocasiones.
Su compañía sin fines de lucro, Discovering Hands, ofrece a mujeres con discapacidad visual cursos de capacitación de nueve meses para que se conviertan en Examinadoras Médicas Táctiles (MTU, por sus siglas en alemán).
Es una idea con la que todos ganan, dice el médico y fundador de la empresa. Las pacientes se benefician, ya que los tumores son descubiertos por las MTU antes que con los exámenes convencionales.
Las mujeres ciegas se benefician porque el carácter innovador de la iniciativa transforma su discapacidad en una fortaleza, además de generar empleo e inclusión social.
Y la sociedad se beneficia porque el programa reduce costos en el sistema de salud por el descubrimiento temprano de tumores y las mejores posibilidades de tratamiento.
A pesar de los éxitos de share, ichó y Discovering Hands: Los obstáculos para las empresas alemanas de impacto social siguen siendo grandes. Según el estudio de McKinsey, no todas las empresas de nueva creación logran convertir sus ideas en un modelo de negocio exitoso.
Con la aspiración de financiar y acelerar la creación de empresas con valores sociales nació en la ciudad alemana de Duisburgo la incubadora de negocios Impact Factory.
Con el apoyo de la dinastía de empresarios Haniel, la Fundación Otto Beisheim y el banco KfW, entre otros, la Impact Factory seleccionará cada año a unos 20 jóvenes empresarios con proyectos sociales para facilitarles el camino hacia un modelo de negocio sostenible.
Las solicitudes para las primeras becas pueden ser presentadas hasta principios de junio. Las expectativas de Dirk Sander, creador de la iniciativa, son altas. En lo que respecta al nombre de la organización, el empresario explica que las suyas son «inversiones de impacto, como el de un asteroide».
Por Erich Reimann (dpa)
Foto: Rolf Vennenbernd/dpa