Buenos Aires, 12 nov (dpa) – La comida ultraprocesada está dañando la salud de la población, sobre todo la de los niños, que están empezando a padecer enfermedades que antes sólo tenían los adultos. A esa conclusión llegó la periodista argentina Soledad Barruti después de investigar el funcionamiento de la industria alimentaria y sus efectos.
«Mala leche, el supermercado como emboscada» (Planeta), el libro que recoge esa exhaustiva investigación de cinco años, ya llegó a las librerías argentinas y próximamente se publicará en México, Colombia, Uruguay, Brasil, Chile y Perú.
Barruti, autora de «Malcomidos» (2013), bestseller en el que investigaba a la industria alimentaria argentina, recorre ahora Latinoamérica y habla con científicos, cocineros, agricultores y médicos para desentrañar las estrategias de las grandes marcas para hacerse con un mercado joven, que promete darles enormes ganancias.
dpa: ¿Qué es la comida ultraprocesada?
Barruti: La comida ultraprocesada es la que está hecha con ingredientes muy básicos y muy baratos: harina blanca, azúcar, sal, aceites vegetales. Es una conjunción de más o menos siempre los mismos ingredientes rediseñados con un arsenal de aditivos y de sustancias que nadie tiene en su alacena. Son productos que te hacen comer creyendo que comés diversidad y estás comiendo siempre lo mismo.
dpa: ¿Cómo pasamos de la comida de verdad a los ultraprocesados?
Barruti: Con las bebidas es muy claro. Antes alguien tomaba una bebida azucarada en un cumpleaños, en Navidad o los domingos. Las marcas lograron hacer de esos productos algo regular, primero diario y después en todas las comidas y después en todos los instantes. Ves chicos por la calle que tienen sed y van a comprar eso. Y de la mano de los niños consumidores en las familias se empieza a ofrecer cada vez más como comida familiar estos productos que garantizan que ellos coman y que a todos les guste porque se va transformando el paladar.
dpa: ¿Qué fue lo que más le impresionó en esta investigación?
Barruti: Ver la maquinaria desatada, es impresionante. Siempre te dicen que hay que poner límites a los hijos y decirles en la casa lo que se come y lo que no. ¡Pero cuán imposible es eso! Tenés a las empresas más grandes del mundo, aliadas con los gobiernos, invirtiendo millones para que esa autoridad no se pueda ejercer, para que uno no sepa realmente qué es importante darle a tu hijo y qué no.
dpa: Dice que la alimentación reduce la esperanza de vida de las nuevas generaciones en entre cinco y diez años.
Barruti: Obviamente esas estadísticas tienen que ver con los que están más expuestos. Hay chicos que tienen obesidad grave, problemas de diabetes, hígado graso. Los chicos están enfermándose como adultos y ancianos. Hay una epidemia de verdad de niños que están alimentándose en base a azúcar escondida en millones de cosas y a productos que alteran sus capacidades sensoriales y su vinculación con la comida y que les hacen comer de más y mal.
dpa: ¿En Latinoamérica es especialmente grave el tema?
Barruti: En Latinoamérica es especialmente grave el tema porque las marcas empezaron a perder en los últimos años clientes en los países más «instruidos», digamos. Pero Latinoamérica es más joven, tiene una masa mucho más grande de personas con menos recursos, pero no sin recursos. Lo que hay es una pobreza muy grande, pero esa pobreza puede consumir. Y esa pobreza puede consumir sobre todo estos productos masivos.
dpa: En ese sentido, ¿los niños son los más expuestos?
Barruti: Son los más fáciles de atrapar. Cuanto más chiquito te atrapen, más para toda la vida te tienen. La publicidad a los niños les entra sin ningún filtro. No tienen herramientas para ver que es mentira. Por eso las marcas se esfuerzan tanto en publicitarles directamente a ellos. Además, los niños digitan el 75 por ciento de las compras del hogar. Entonces, si entran con los niños, ya tienen a toda la familia adentro.
dpa: En el libro asegura que Latinoamérica también tiene la solución.
Barruti: Se da esa paradoja. Somos la cuna de las mejores comidas que hay. En Europa mantienen una cultura gastronómica increíble. Pero los mejores ingredientes salieron de acá. Y todavía se producen acá. Y se producen con una diversidad y una frescura como en ningún otro lado. Hay campesinado. Hay personas con saberes vinculados a la tierra que fueron progresando, hay semillas, hay tierra. Latinoamérica es el paraíso. Queda muchísimo por conocer, por descubrir y por aprovechar, no por explotar. Lo más tremendo que tiene el triunfo de la derecha en Latinoamérica es la posibilidad del remate de nuestros recursos naturales.
dpa: ¿Qué se puede hacer?
Barruti: Por un lado, está la cuestión más íntima y doméstica. Hay que cocinarse, salir del supermercado, cambiar espacios de consumo, cambiar el menú. Todos ahorramos plata si lo hacemos. Pero para que la comida sea buena y alcance para todos y sea, como soñamos, libre de veneno y de crueldad y producida por las personas y no por las empresas, tiene que haber decisiones políticas. Y existen ejemplos. En el libro hablo del ejemplo de Brasil con el plan de adquisición de alimentos, que obliga al Estado a hacer el 30 por ciento de sus compras a través de pequeños productores y priorizando siempre a los que producen con agroecología. Ese programa que empezó Brasil fue tomado por la FAO y replicado en 13 países de la región.
Hay que incentivar la comida de verdad y desalentar el consumo de productos nocivos. Las alertas en negro sobre los envases -avisando del contenido de azúcar- que primero hizo Chile, después Uruguay y también Perú son una gran medida. También la carga de impuestos sobre los productos nocivos, la prohibición de la publicidad y de la venta en entornos escolares y en escuelas, la instalación de bebederos. Hay todo un paquete de medidas posibles difundidas, alentadas y propuestas por la Organización Mundial de la Salud.
SOLEDAD BARRUTI (Buenos Aires, 1981) es una periodista especializada en temas vinculados a la alimentación y la industria alimentaria. Saltó a la fama con su anterior investigación, «Malcomidos, cómo la industria alimentaria argentina nos está matando», que aún sigue siendo un libro de referencia en la actualidad. Además de colaborar con diferentes medios, Barruti ofrece charlas sobre esta temática en foros de todo el mundo y actualiza información constantemente a través de redes sociales, donde tiene miles de seguidores.
Por Claudia Regina Martínez (dpa)