(dpa) – Si un niño se traga un imán, su vida puede correr peligro. Si se pegan, puede quedar atascados en el intestino, advierten los pediatras.
Los imanes pueden pegarse con otros trozos de metal y, por ejemplo, apretar la pared del intestino, hacer que muera tejido, generar infecciones o incluso obstruir el intestino.
Por eso, siempre que un niño se trague un imán hay que ir a una guardia médica.
Lo más peligroso es que los síntomas no son claros. Los niños afectados tienen dolor de estómago, vómitos o estreñimiento. Muchas veces los médicos detectan la causa apenas con una radiografía.
Si varios imanes se pegan o se unen a otros trozos de metal tragados, en general sólo queda quitarlos mediante una intervención quirúrgica.
Los padres deberían evitar que sus hijos se lleven objetos a la boca y mantener los imanes lejos de ellos.
También se debería sensibilizar sobre el tema a los adolescentes: Los «superimanes» (imanes de neodimio) tan populares entre ellos tienen una fuerza asombrosa aún si son pequeños, porque son entre cinco y diez veces más fuertes que un imán normal.
Foto: Britta Pedersen/ZB/dpa