Está claro que los últimos meses y las últimas medidas en las que gran parte de la población se ha visto confinada en sus viviendas, ha cambiado la forma de entenderlas para siempre.
Nuevas necesidades, prioridades o incluso la detección de carencias ha hecho que, pese a que actualmente y según las noticias, el sector inmobiliario vea su primera caída desde 2016, aparezcan nuevas posibilidades que se alejan de la construcción clásica y que responden a un nuevo modelo de vivienda y de comprender los espacios y la optimización de recursos.
¿Qué es en realidad una construcción passivhaus?
Como su nombre viene a indicar, se trata de una “vivienda pasiva” es decir, que es capaz de cubrir sus necesidades energéticas gracias a la instalación y el uso de las energías renovables disponibles en el mercado, reduciendo en más de un 70% gastos como los que se necesitan para regular las temperaturas (calefacción o aire acondicionado, dependiendo de la época).
Esto, más allá de los materiales utilizados, pasa por lo que los expertos han llamado técnicas pasivas, es decir, optimizar al máximo a través de la propia construcción, en la que por ejemplo se buscaría reducir al máximo posible la superficie en contacto con el exterior, buscando en los terrenos una orientación que permita que las ventanas, por ejemplo, aprovechen al máximo el calor, pero que eviten el sobrecalentamiento durante la época estival, una forma de ventilación que consiga el objetivo en invierno en el menor tiempo posible, etc.
¿Cómo se consigue de verdad el objetivo?
Hay una serie de claves para conseguir que de verdad este tipo de vivienda consiga el ahorro prometido.
Todo se basa en su propio diseño. El uso de aislantes térmicos o acústicos pasa por ser uno de los que son clave para conseguir de verdad que las viviendas consigan el objetivo y eviten las pérdidas de energía. En este sentido, el complemento a este esfuerzo se encuentra en puertas y ventanas, donde hay que prestar especial atención a la calidad de las carpinterías para asegurar que quedan perfectas y los vidrios son incluso triples y con gas inerte en su interior para que resulte de baja emisión.
El aire suele ser, en este tipo de componentes, clave para evitar malestar y pérdida de calor o frío. Una ventana que no selle puede suponer una pérdida de energía mucho mayor de lo que se piensa. De ahí que en este tipo de construcciones passivhaus se busque que el edificio consiga el máximo hermetismo gracias a pruebas de presión que garantizan que las renovaciones de aire son menores a 0.6 por hora.
“Es una nueva forma de entender la vivienda como algo más allá de cuatro paredes en las que vivir. Se trata de buscar el máximo confort, pero pensando también en el gasto y ecología. Es un estilo que encaja perfectamente con familias dispuestas a dar un paso al frente y ganar en comodidad mientras bajan sus facturas. Pero sobre todo tiene que ver con la forma de entender el mundo, sabiendo que hay que buscar aportar a nivel individual y en la medida de posibilidades un gasto energético finito menor que colabore con el proyecto de futuro” explican algunos arquitectos.