Berlín, 24 feb (dpa) – La actriz paraguaya Ana Brun era casi desconocida hasta hoy, en gran parte debido a que en el teatro actuaba bajo el nombre de Patricia Abente. Con su debut en el cine, «Las herederas», ópera prima de Marcelo Martinessi, decidió elegir para ella un nombre artístico.
Para la gran pantalla Ana Patricia Abente Brun optó por su primer nombre y el apellido de su madre. Quizá haya sido eso lo que le dio suerte: como presagiaban muchos críticos, fue distinguida hoy con el Oso de Plata a la mejor actriz en la Berlinale, que dedicó a su madre.
«Las herederas» refleja la decadencia económica de una pareja de mujeres de clase alta de Asunción de unos 60 años, Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún), cuyas vidas se ven trastocadas cuando la última es ingresada en prisión por una deuda con el banco.
A partir de ese momento, Chela deberá aprender no sólo a vivir sola, sino también a procurarse el sustento vendiendo desde la vajilla hasta los muebles de su casa. Hasta que, en medio de su desasosiego, descubre una forma más de ganar dinero ofreciendo viajes en auto a mujeres de clase alta que tienen miedo de tomar un taxi. En uno de esos viajes conocerá a Angy (Ana Ivanova), lo cual la sacará de la depresión pero hará tambalear aún más su vida.
Además de actuar en teatro, Ana Patricia Abente Brun trabaja como abogada en Asunción. Debutó en los escenarios en 1970 con «El diario de Ana Frank» y también actuó en obras como «Pigmalión», «La gata sobre el tejado de zinc caliente» o «Muerte de un viajante». En la capital paraguaya actúa sobre todo con el Arlequín Teatro.
El viernes, después de que «Las herederas» recibiera el premio FIPRESCI de la crítica internacional, Brun había dicho a dpa que es «muy importante» demostrar «un poco lo que vive una mujer en Paraguay». Durante la conferencia de prensa en la Berlinale, donde fue uno de los primeros films en presentarse en competición, había confesado con lágrimas en los ojos: «La película es un poco mi vida».
Por Peter Claus y Astrid Riehn (dpa)