(dpa) – Muchos dueños de perros saben cómo es: salimos a dar un paseo con el can y de pronto el can se mete en un lago o en un charco y no quiere salir de tan contento que está. Y la euforia lo lleva chapotear sin parar y a tragar y tragar líquido. ¿Le hace mal? A veces, sí.
Si bebe demasiado rápido grandes cantidades, puede producirse un desequilibrio entre la cantidad de agua y de electrolitos en su organismo, y eso puede generarle una hiperhidratación. Los síntomas son náuseas, vómitos, insuficiencia cardíaca aguda y, en el peor de los casos, el coma.
Pero los dueños no deberían preocuparse demasiado. Como los perros no transpiran, no pierden electrolitos a través de la piel, con lo cual están bastante bien protegidos.
Sin embargo, si uno llega a detectar síntomas anómalos que pudieran atribuirse a una hiperhidratación, es importantísimo acudir de inmediato al veterinario. En general se recomienda observar al animal después de que ha nadado, también porque, más allá de la hiperhidratación, es fundamental descartar que el can se descomponga por el estado del agua: las bacterias presentes en el agua pueden llegar a producirle una afección gastrointestinal.
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