(dpa) – En algunos países los gatos caminan libremente por las calles de las ciudades. Sobre todo de noche. En otros, no sólo no existen los gatos callejeros, sino que además un grupo de especialistas se sienta a ver cómo prohíbir que los gatos domésticos salgan de sus casas. Eso es lo que sucede en Holanda, donde dos expertos de la Universidad de Tilburg aseguran que los felinos ponen en peligro la variedad de las especies, en particular de las aves.
En un artículo publicado recientemente en el «Journal of Environmental Law» los académicos Arie Trouwborst y Han Somsen argumentan que los gatos son una especie invasiva que llegó hace siglos desde Asia occidental a Europa. Actualmente están entre los depredadores que más se han expandido y generan muchísimos daños, sostienen. Según estos especialistas, el peligro radica en que se han reproducido mucho y que su densidad poblacional es muy superior a la de otros animales carnívoros de tamaño similar.
«Es cierto. Es necesario tomar en serio el problema de los gatos», coincide el experto alemán Lars Lachmann, que también considera que podrían establecerse vedas para algunos sectores. Sin embargo, Lachmann cree que imponer prohibiciones de salida en regiones muy grandes será inviable en la práctica.
«A nivel mundial los gatos domésticos son responsables de la aniquilación de al menos 2 especies de reptiles, 21 especies de mamíferos y 40 especies de aves, es decir, del 26 por ciento de todas las extinciones que se conocen dentro de esos grupos», escriben Trowborst y Somsen. «Hoy en día los gatos representan un peligro para al menos 367 especies amenazadas», añaden.
Los expertos toman cifras de Estados Unidos para realzar la problemática. Según esas informaciones, en el país americano los felinos matan anualmente entre 100 y 300 millones de anfibios, entre 260 y 820 millones de reptiles, entre 1300 y 4000 millones de aves y entre 6300 y 22 300 millones de mamíferos. Una cifra nada menor.
Trouwborst y Somsen no sólo apuntan contra la salida de animales predadores, sino que destacan que la mera presencia de un gato asusta a las aves e interrumpe el proceso de cría de algunas especies. Los autores aseguran que esta amenaza tiene consecuencias tan graves como la caza. Su propuesta consiste entonces en que no se deje ni un sólo gato callejero o silvestre y que los amos no dejen salir a sus mascotas, salvo que los lleven de la correa.
Los investigadores aportan además un andamiaje jurídico para sustentar su pedido y citan artículos de diversos compendios europeos que indican que la fauna local no puede ser expuesta a su posible extinción. Lo mismo sucede para las aves. Existen directivas europeas que exigen que se prohíba la matanza, captura o molestia expresa de los pájaros.
Lachmann, el experto alemán consultado, apunta que el hecho de que un gato mate a un ejemplar de una especie amenazada no es fundamento suficiente para imponer una prohibición de paseo general. Lachmann dice que, si fuese por eso, habría que prohibir todas las ventanas de los edificios, que también suelen tener consecuencias muy mortales para ciertas especies.
Trouwborst y Somsen no pueden entender bajo ningún concepto que los intereses de los gatos domésticos estén por encima del de especies en peligro. Aseguran que al parecer se tiene más en cuenta lo que dicen los vendedores de gatos que el bien común y la conservación del hábitat. Pese a que existen disposiciones comunitarias, «no tenemos información de que ningún Estado de la Unión Europea haya avalado la prohibición de que los gatos salgan de las casas», lamentan ambos.
¿Por qué? «Barajamos la hipótesis de que las reticencias de los Estados europeos a la hora de actuar de un modo efectivo contra el problema de los gatos tienen que ver con que tomar medidas sería sumamente impopular en ciertos sectores de la sociedad», dicen los especialistas en Derecho.
¿Seguirán circulando los felinos por los tejados de Holanda?
Por Walter Willems (dpa)