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  • Desarrollado un nuevo material biomimético para fabricar nanosensores

    Desarrollado-un-nuevo-material-biomimetico-para-fabricar-nanosensores_image365_SINC – Científicos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y la Universidad Complutense (UCM), en el marco del Campus de Excelencia Internacional Campus Moncloa (CEI Moncloa), han desarrollado un material biomimético con un interesante potencial comercial.

    El material es capaz de ser modelado a escala nanométrica, lo que aumenta su sensibilidad, selectividad y velocidad de detección de sustancias químicas. Estas nuevas características permiten fabricar mediante litografía por haz de electrones, múltiples sensores químicos de dimensiones nanométricas (1 nanómetro= 0,000001 mm) sobre un mismo sustrato, lo que abre la puerta a la realización de biochips multifuncionales de gran versatilidad.

    El nuevo modelo está compuesto por un polímero lineal entrecruzable cuya estructura molecular se ve alterada al ser bombardeado con electrones. De este modo, es posible utilizar un haz de electrones de un espesor de unos cuantos nanómetros, como si de un lápiz de punta ultrafina se tratara, para escribir un patrón cualquiera sobre una película de este material adherida a un substrato.

    Tras la escritura (litografía), la película se sumerge en un revelador líquido que disuelve la parte de película irradiada con el haz, dejando el patrón (no irradiado) intacto sobre el substrato.

    Además, el material se comporta como un polímero de impronta molecular o MIP (molecularly imprinted polymer), es decir, es capaz de reconocer una molécula o compuesto concreto tras un proceso de impresión a nivel molecular.

    Los MIPs son materiales sintéticos con la misma funcionalidad que ciertas moléculas biológicas –como antígenos y anticuerpos– utilizadas como receptores para la detección de ciertas moléculas; de ahí que los MIPs se consideren materiales biomiméticos.

    Las principales ventajas de los MIPs sobre los receptores biológicos son una mayor resistencia a agentes químicos y a temperaturas extremas, menor coste y la posibilidad de crear receptores químicos sintéticos que no existen en la naturaleza.

    Hasta la fecha, los métodos utilizados para grabar películas de MIPs con el fin de fabricar sensores se han basado en técnicas de estampación y fotolitografía.

    El método de estampación tiene el serio inconveniente de la posible contaminación de la superficie de las películas de MIP que están en contacto con los moldes de impresión, mientras que la técnica de fotolitografía no es adecuada para crear motivos nanométricos. El nuevo material puede ser grabado a escala nanométrica sin necesidad de molde o máscara alguna.

    Fabricación patentada

    Los investigadores de la UPM y la UCM han fabricado patrones nanométricos de este material sobre substratos de silicio utilizando un haz de electrones y demostrado la funcionalidad del material como MIP. El material es capaz de reconocer la presencia de la molécula Rodamina 123, molécula fluorescente utilizada como analito modelo, con gran sensibilidad y selectividad sobre otras rodaminas.

    La metodología utilizada en el desarrollo de este material puede ser aplicada a la síntesis de otros materiales susceptibles de ser grabados mediante haz de electrones y capaces de detectar sustancias de interés en toxicología y biomedicina.

    La fabricación de estructuras nanométricas de materiales sensores como el creado tiene una doble finalidad. Por un lado, aumenta la interacción del sensor con el medio en el que se encuentra el analito a detectar, incrementándose así la sensibilidad y velocidad de detección. Por otro lado, el pequeño tamaño de las estructuras sensoras permite integrar múltiples elementos en un mismo chip o substrato, disminuyendo costes y aumentando la fiabilidad y funcionalidad de los ensayos.

    El método de fabricación desarrollado ha sido protegido mediante patente.

  • Una vida saludable aumenta el tamaño de los telómeros

    Una-vida-saludable-aumenta-el-tamano-de-los-telomeros_image365_SINC – Está demostrado que la longitud de los telómeros, unas estructuras que se localizan en los extremos de los cromosomas, se relaciona directamente con el envejecimiento, el desarrollo de ciertas patologías e incluso con una muerte prematura.

    Ahora, un equipo de científicos del Instituto de Medicina Preventiva de la Universidad de California (EEUU) ha presentado los resultados de un estudio, publicados en la revista The Lancet, que concluyen que la introducción de hábitos de vida saludables puede modificar el tamaño de estas estructuras y, por tanto, la predisposición a padecer los achaques propios de la edad.

    Al igual que un recubrimiento plástico impide que los cordones de los zapatos se deshilachen, los telómeros protegen el área terminal de los brazos cromosómicos, donde se insertan, y los mantienen estables. Así, cuanto más se acorten y debiliten estas fundas, más rápidamente morirán las células en cuyo interior se localizan.

    Unos telómeros cortos sugieren un alto riesgo de sufrir un fallecimiento prematuro o desarrollar enfermedades que incluyen algunos tipos de cáncer, accidentes cardiovasculares, demencia, obesidad, osteoporosis, enfermedades infecciosas y diabetes.

    Sin embargo, como afirma Dean Ornish, uno de los autores del estudio, “nuestros genes y telómeros indican una predisposición, pero no marcan nuestro destino”.

    Un estudio comparativo 

    Entre 2003 y 2007, el investigador y su equipo realizaron un ensayo comparativo en 35 hombres diagnosticados con cáncer de próstata de poca gravedad que no habían sido tratados con cirugía ni radioterapia.

    Los científicos dividieron a los pacientes en dos grupos. A uno de ellos, compuesto por 10 individuos, se le pidió que ejecutara algunos cambios en su estilo de vida: consumir una dieta basada en vegetales, realizar ejercicio moderado, practicar técnicas de control de estrés (meditación o yoga) e incrementar su interacción y apoyo social. Mientras, los 25 hombres restantes no modificaron ninguno de estos patrones.

    Tras los cinco años que duró el análisis, las medidas de los telómeros de los participantes mostraron la longitud de estos se había incrementado en torno a un 10% en aquellos que habían realizado modificaciones en sus hábitos. Por el contrario, en el grupo que se mantuvo inalterado estas estructuras habían reducido su tamaño alrededor de un 3%.

    Además, los expertos apreciaron que en ambos grupos una relación significativa entre el grado en que habían cambiado sus vidas y el aumento de la talla de sus telómeros: cuantos más hábitos saludables habían introducido en su día a día, más habían crecido estos complejos.

    Según Ornish, “las implicaciones de este pequeño estudio van más allá de los hombres con cáncer de próstata. Si validamos los resultados con otros ensayos a gran escala, estos cambios en el estilo de vida reducirán el riesgo de padecer otro tipo de enfermedades y una mortalidad prematura», concluye.

  • La vacunación de las vacas contra la ‘E. coli’ evitaría el 85% de las infecciones por esta bacteria en humanos

    La-vacunacion-de-las-vacas-contra-la-E_-coli-evitaria-el-85-de-las-infecciones-por-esta-bacteria-en-humanos_image365_SINC – La vacunación de vacas contra la variante de Escherichia coli O157 puede evitar el 85% de las infecciones que produce esta bacteria en los seres humanos, según un estudio elaborado por investigadores británicos publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

    Esta bacteria, localizada generalmente en los intestinos de los animales, es un organismo ubicuo capaz de ‘vivir’ en cualquier medio y que puede producir graves enfermedades gastrointestinales en las personas. En algunos casos incluso, estas infecciones pueden ser mortales.

    Los investigadores de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) señalan que el ganado vacuno es una de las principales vías de infección por E.coli ya que esta bacteria es expulsada a través de sus heces y contamina el agua, el ambiente y posibles alimentos.

    Vacunas eficaces

    Los resultados obtenidos demuestran que con la vacunación de las cabezas de ganado se reducirían en un 85% las infecciones en humanos, un porcentaje superior al 50% que reflejaban los estudios anteriores de evaluación de la eficacia de las vacunas.

    Actualmente existen dos tipos de inoculaciones que reducen la frecuencia, la duración y la cantidad de bacterias excretadas por las vacas, “aunque su uso no está generalizado debido a los costes y a la falta de normas reguladoras del sector”, subraya el trabajo.

    Los investigadores concluyen que la industria debería vacunar a las cabezas de ganado para evitar la transmisión de estas bacterias a los seres humanos y reducir los riesgos de infección.