(dpa) – Los cuidados por el medio ambiente están en todas partes. Algunas organizaciones ofrecen plantar árboles, otras utilizar la mayor cantidad de energía renovable posible. Hasta hay casillas de correo electrónico que aseguran ser verdes y apuntar a usuarios ambientalmente conscientes. ¿Hay algo de cierto en todo esto?
Ecosia, por ejemplo, pretende ser la alternativa verde a Google. Es un buscador que asegura que cada vez que uno lo utiliza ayuda a que se planten árboles en Etiopía. El servidor Posteo hace publicidad de energías alternativas y Mailbox asegura que sus empleados utilizan tren o coches compartidos (Car-Sharing) cuando se mueven por trabajo.
Lo primero que marcan estas estrategias de marketing es que el cuidado por el medio ambiente es tendencia, y en ese sentido muchos ecologistas las celebran. Greenpeace no sólo aprueba esta «moda verde», sino que la aprovecha para ofrecerles a los usuarios un «Clicking Clean Report», un informe en el que indican qué compañías de Internet son las mayores «pecadoras» en cuanto al medio ambiente.
Los servicios que más energía consumen en Internet son los de streaming. «Sabemos que mirar películas en streaming, YouTube y demás plataformas es responsable de entre un 70 y 80 por ciento del consumo total de datos», estima Marina Kohn de la Agencia Alemana para el Medio Ambiente (UBA). Según un estudio de este organismo, el consumo global de los centros de computación en 2014 fue de más de 300 Twh por año y crece en forma continua.
El mejor modo de orientarse y diferenciar entre marketing y realidad es buscando las etiquetas verdes, que suelen ser un buen indicador de la cantidad de energía renovable con la que trabaja cada compañía. Hay países muy avanzados con estos sistemas. En Alemania, por ejemplo, existen casi 20 sistemas de etiquetados y todos requieren que el 100 por ciento de la energía sea renovable o de fuentes neutras en CO2, «como puede ser el gas de los vertederos», explica Roman Bansen de la sociedad Bitkom. Muchos proveedores de Internet, hoster y buscadores llevan el sello de «energía verde» o «ok Power».
También existe «The Gold Standard», que indica que la empresa compensa sus emisiones de efecto invernadero por medio de pagos. Bansen, sin embargo, asegura que este método es mucho menos favorable para el ambiente. «Y es que el mal mayor está en el consumo de energía», apunta también Elke Mohrbach de la UBA. La experta asegura que son mucho más válidas las políticas de ahorro de consumo que los intentos por pasar el consumo a energías renovables. El objetivo, recuerda, es lograr la eficiencia energética. Y para esto en Alemania también existe una certificación: el «Blauer Engel» (Angel Azul).
El inconveniente de todas estas certificaciones y etiquetados es que si las propias compañías no aplican una campaña ofensiva que ponga este tipo de consumo en primer plano, los consumidores no tienen mayor forma de saber qué tipo de energía se está consumiendo, ni hasta qué punto una empresa que dice que es verde realmente lo es.
De todos modos, los especialistas coinciden en que la tendencia es buena. Y Niklas Schinerl de Greenpeace apunta algo que no es menor: a las compañías también les conviene ahorrar energía, aunque más no sea por motivos económicos. ¿Cómo pueden colaborar los usuarios?
De mil maneras. Entre otras, dejando de chequear a cada minuto el celular.
Por Julia Ruhnau (dpa)