Bonn (dpa) – Ludwig van Beethoven consiguió un empleo remunerado con apenas 13 años, en mayo de 1784, como segundo organista de la corte del príncipe elector de la ciudad alemna de Bonn. Ocho años después, el joven fue enviado a estudiar a Viena.
Ese viaje se transformaría en una estancia permanente, a la vez que Beethoven (1770-1827) se convertiría en un compositor de renombre mundial. Con motivo de la celebración de los 250 años de su llegada al mundo, su ciudad natal le dedica una exposición.
El museo Bundeskunsthalle eligió no celebrar el mito. «El ser humano Beethoven tenía emociones y necesidades, defectos y debilidades de carácter, pero también rasgos bastante amables», señalan las organizadoras de la muestra, Julia Ronge y Agnieszka Lulińska.
«Beethoven – Welt.Bürger.Musik» («Beethoven -Mundo.Ciudadano.Música») puede visitarse hasta el 26 de abril de 2020 y representa la obertura del año Beethoven, que se extenderá hasta el 17 de diciembre, cuando se cumplen los 250 años del nacimiento del célebre compositor.
Tras las vitrinas pueden apreciarse costosos manuscritos. Los delicados préstamos procedentes de toda Europa se exhiben bajo una luz tenue e incluyen esbozos para el «Himno a la Alegría», de la famosa Novena Sinfonía, y el manuscrito del copista de la Tercera Sinfonía, la «Heroica».
Sin embargo, algunos de los objetos expuestos no debieron recorrer un largo camino, ya que la Casa Beethoven de Bonn, con la colección más grande del mundo sobre el músico, es prácticamente vecina de la Bundeskunsthalle.
Entre óleos y bustos, instrumentos musicales y páginas con su dinámica caligrafía se va dibujando la imagen del genio de la música, al que Europa llegó a celebrar en vida. Los amores de este hombre que permaneció soltero no son tematizados por la muestra.
La exposición presenta su rutina diaria bastante ordenada, así como documentos sobre sus amigos, las dedicatorias de sus obras, los ingresos y gastos y numerosos médicos. Y también sobre las enfermedades. La dramática sordera del compositor comenzó incluso antes de que cumpliera los 30 años.
Al paciente se le prescribieron gotas de aceite de almendras o rábano picante para el oído, según describen las curadoras. Además padecía de trastornos intestinales. «Yo estoy… casi siempre enfermo», es citado Beethoven.
Si el visitante considera que estas informaciones se centran demasiado en el aspecto humano del genio musical, recorriendo las diferentes etapas de la vida del compositor puede concluir por qué Beethoven fue tan famoso y escuchar su música en espacios que ofrecen material auditivo.
También se pueden ver apuntes de su única ópera, «Fidelio». Dos reconstrucciones de fortepianos transmiten el sonido de la época en conciertos en medio de la exposición.
El compositor tuvo patrocinadores durante toda su vida. A pesar de sus convicciones republicanas, buscó acercarse a la alta nobleza, también porque allí podía engrosar sus arcas, lo que como artista independiente necesitaba de manera urgente.
Sin embargo, no se privaba de manifestar su opinión. «Príncipe, lo que usted es, lo es por casualidad y por nacimiento; lo que yo soy, lo soy por mí mismo», le habría espetado con indignación en la cara a su mecenas Karl von Lichnowsky. De otros tres mecenas recibió una renta vitalicia mensual. La única condición era que el músico se quedara en Viena.
Beethoven, que cultivaba un pensamiento político moderno, contaba con personas de confianza con las que podía intercambiar puntos de vista, también sobre las relaciones conservadoras en la capital austríaca.
Una de las perlas de la exposición es una diminuta carta que se muestra por primera vez y está dirigida a un amigo, el diplomático Heinrich von Struve. La misiva descubierta en 2012 gira en torno a la política y su formato es tan pequeño que pareciera ser un mensaje secreto.
Como hombre de negocios, Beethoven contaba con una amplia experiencia. Entre otros impulsó sus propios honorarios y cobró adelantos por piezas que entregó con retraso. En cambio, era desconfiado con su personal, según reflejan las anotaciones en la libreta de las cuentas con los precios de la carne, el azúcar o el tocino.
Finalizó su composición más célebre, la Novena Sinfonía, en 1824, cuando ya había perdido la audición. Hoy es considerada un símbolo del entendimiento entre los pueblos y es el Himno de la Unión Europea.
Pero sus contemporáneos no la aceptaron de muy buen grado. «Beethoven carece de educación estética y de sentido de la belleza», criticó el violinista Louis Spohr.
Poco antes de su muerte, Beethoven estaba componiendo en una Décima Sinfonía, pero sólo existen algunas notas de la misma. Gracias a la inteligencia artificial, la pieza será completada en el año del aniversario.
«Nosotros, los músicos, nos sentimos un tanto ambivalentes al respecto», admitió Dirk Kaftan, jefe de la Orquesta Beethoven. De todas maneras, señaló que, en su carácter de artistas, no deben adoptar posiciones cerradas ante el desarrollo.
«Se trata de un territorio completamente desconocido», indicó. Los músicos interpretarán la nueva pieza musical del pasado, de 20 minutos de duración, el próximo 28 de abril.
Por Ulrike Hofsähs (dpa)