(dpa) – Teclear, ver colores, pasar de pantalla… a los niños también les encanta hacer uso de las posibilidades que brinda un smartphone, pero muchos padres se sienten inseguros a la hora de decidir cuándo es el mejor momento de prestarles o darles un móvil. ¿Ya estará a la altura de estos mini-ordenadores?
«El celular es, efectivamente, una especie de pequeña computadora, por eso es importante que los niños ya tengan cierta experiencia de navegación y que conozcan las funciones del dispositivo, que son muy complejas», recomienda la pedagoga especializada en medios Kristin Langer.
Los niños deberían saber reconocer a grandes rasgos qué contenidos pueden publicar o compartir en las redes y cuáles no. ¿Qué fotos puedo subir? Otra gran pregunta es: ¿Cómo hago para no caer en las trampas que me tienden para que me asocie a algún servicio?
«Por lo general estas son cuestiones que los niños ya saben manejar a los once o doce años, siempre y cuando sus padres los hayan acompañado antes activamente», apunta Langer.
De todos modos, cada niño tiene su propio ritmo. Puede que un pequeño que va a la escuela primaria se vea apabullado por un teléfono inteligente al tener que responder demasiados mensajes.
Otro factor de presión es el enorme miedo que puede dar perder el dispositivo o violar alguna norma en la escuela al utilizar el aparato. Para un niño esos pueden ser factores de estrés.
¿Pero qué hacer si todos sus compañeros ya tienen un móvil antes de cumplir los 10 años y tu hijo podría quedar excluido del grupo de chat de la clase si no tiene uno? «En ese caso lo mejor es establecer ciertas reglas, como por ejemplo utilizar la conexión libre únicamente en casa y evitar que el teléfono tenga acceso a Internet cuando el niño está en la calle. También se pueden bloquear las funciones de bluetooth y el GPS», recomienda la experta.
¿Y por qué no darle entonces al niño un teléfono viejo, que sirva para hacer llamadas y punto? «Eso podría dejar al pequeño marginado frente a sus compañeros», opina la pedagoga.
Eso sí, es importante no exagerar. Si tu hijo tiene ambiciones desmedidas y quiere tener sí o sí el último modelo, lo único que sirve es ofrecerle que aporte él mismo una suma importante para comprarlo, opina la pedagoga. «Y que no tenga nada prepagado. El sistema de tarjetas pagas ayuda a que el niño aprenda a administrar mejor sus recursos.»
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