Halle/Berlín (dpa) – Paula se mueve muy lentamente. Cuelga de una rama mientras mastica encantada una hoja. La lentitud de este mamífero es una característica de su especie, pero también se debe a los 50 años que tiene.
Paula, que vive en el zoo de la ciudad alemana de Halle, «es el perezoso más anciano del mundo que se conoce», asegura la bióloga Jutta Heuer.
Desde hace 45 años estudia a este mamífero placentario endémico de las selvas húmedas del América Central y del Sur y, además, dirige el manual sobre la crianza de estos osos a nivel europeo.
«No se tiene conocimiento de ningún otro ejemplar en un zoo o viviendo en libertad que tenga más años a su espalda (que este perezoso)», asegura la científica.
Desde que en 2010 se instaurara el Día Mundial del Perezoso (20 de octubre), se alerta todos los años del peligro que corren estos animales debido a la destrucción de las selvas tropicales en el continente americano.
Estos mamíferos son unos campeones del ahorro energético, pues su cuerpo funciona con lo mínimo: necesitan poco alimento y pueden llegar a dormir hasta 20 horas al día.
Los perezosos de tres dedos tienen el metabolismo más lento de todos los mamíferos, explica Camila Mazzoni, científica del Instituto Leibniz para la investigación de animales en cautiverio y salvajes. «Y necesitan que sea así porque su alimentación es también muy pobre en energía», destaca Mazzoni.
Son animales capaces de mantener más baja la temperatura del cuerpo que otros mamíferos y también la controlan con el sol y las sombras de los árboles. «Y por supuesto son muy, muy lentos», señala Mazzoni.
Como estos perezosos principalmente cuelgan de las ramas, su piel crece al revés, de la barriga hacia la espalda, de modo que cuando llueve el agua resbala. Sus garras de hasta 10 centímetros son las que le permiten sujetarse bien a las ramas. Existen perezosos de dos y tres dedos en las patas delanteras y de tres dedos en las traseras.
Además, en su tupida piel viven ácaros, garrapatas, cucarachas y mariposas nocturnas gracias a restos de excrementos o polillas muertas que allí recalan. E incluso pueden llegar a crecer algas verdes debido a la humedad que la piel es capaz de generar.
«Estas algas ricas en energía son una alimentación adicional bienvenida y además sirven para un buen camuflaje», explica la bióloga Heuer.
Gracias a su muy pausada digestión tan sólo una vez a la semana se ven obligados a dejar de su aireado lugar en las alturas y bajar a hacer sus necesidades fisiológicas. Y es entonces cuando más riesgo corren. «No pueden correr, sólo pueden arrastrarse, moverse con cuerpo pegado a la tierra».
Según explica la bióloga Mazzoni tan sólo se conocen seis tipos de perezosos que viven siempre colgados en los árboles. Son los supervivientes de una especie que llegó a tener más de 100 tipos diferentes. «La mayoría de ellos desaparecieron al final de última glaciación, hace unos 10.000-12.000 años».
Mazzoni alerta que los perezosos de tres dedos se encuentran en peligro de extinción: se trata del conocido como perezoso de collar, una especie endémica de los bosques atlánticos en Brasil, así como el perezoso pigmeo, que habita en una isla minúscula en Panamá.
La deforestación y los incendios en la selva tropical ponen en peligro también a otros animales, que quedan aislados por la tala de árboles o son atropellados cuando se ven obligados a cruzar una carretera, señala Heuer. «A ello se suma que a los locales les gusta comérselos y que a los jóvenes les gusta tenerlos como mascotas».
Estos animales, que destacan por sus ojos pequeños, están encontrando acomodo en los parques zoológicos. «Muchos quieren ahora comenzar a criarlos. Pero se trata de perezosos, no son animales a los que se les alienta a reproducirse», apunta Heuer.
Se puede tardar hasta diez años con la descendencia y no siempre funciona. En caso de necesidad se puede recurrir a un cambio de pareja, pero tan sólo se sabrá si ese cambio ha resultado exitoso (o no) al cabo de los once meses que dura el embarazo.
A fines de 2018 había en los zoos de Alemania un total de 65 ejemplares de perezosos, todos ellos de dos dedos, indica Heuer.
En Europa se contabilizan 266 ejemplares. Los perezosos de tres dedos no se pueden mantener porque se alimentan de hojas que crecen en árboles autóctonos de Sudamérica.
A los perezosos de dos dedos, sin embargo, les gusta la verdura y la fruta, desde la papaya hasta las uvas, las ciruelas, los frutos del bosque o las bananas, así como los huevos duros y el maíz.
Cuando hay comida se convierten en espabilados acróbatas. «Pero de lo contrario están ahí colgados de su rama, casi formando una bola peluda, para descargar los brazos», relata Heuer. Aunque por norma general son simpáticos y tranquilos, también son capaces de devolver el golpe si se sienten amenazados. «Entonces sacan las garras y muerden con fuerza con todos sus dientes».
Por Simona Block (dpa)