Ahora, un equipo internacional de científicos liderado por los investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales Ferran Sayol y Daniel Sol han descubierto otra regla evolutiva de las islas: la tendencia de que los animales aumenten el tamaño del cerebro.
El estudio, publicado en la revista Nature Communications, analiza el tamaño del cerebro de 11.500 individuos de 1.900 especies de aves, tanto insulares como continentales. A partir de reconstruir los cambios que el cerebro ha experimentado en los últimos 60 millones de años, los autores del trabajo concluyen que las diferencias en el tamaño del cerebro son el resultado de cambios evolutivos que se produjeron después de la colonización de las islas.
Analizaron el tamaño del cerebro de 11.500 individuos de 1.900 especies de aves, tanto insulares como continentales
«Con nuestro estudio sugerimos que la razón por la que las especies isleñas tienen cerebros más grandes que sus parientes continentales es que un cerebro grande les permitiría afrontar mejor unas condiciones ambientales más inestables», explica Sayol.
Las islas tienen unas condiciones ambientales que, de un año a otro, pueden cambiar mucho. Pero a diferencia de lo que ocurre en los continentes, los animales no pueden irse a un lugar mejor cuando las condiciones se deterioran. Por lo tanto, una solución es desarrollar un cerebro grande que permita generar nuevos comportamientos y buscar nuevas fuentes de alimento. Por ejemplo, el cuervo de Nueva Caledonia (un archipiélago de Oceanía) fabrica herramientas en forma de palitos para extraer insectos de las cavidades de los árboles.
«Un cerebro grande es energéticamente costoso y requiere mucho tiempo de desarrollo, pero ofrece grandes recompensas, y los humanos somos un gran ejemplo: el tamaño extraordinariamente grande de nuestro cerebro nos ha permitido colonizar casi todas las regiones de la Tierra», concluye el director del estudio e investigador del CSIC en el CREAF, Daniel Sol.
SINC