Bremerhaven (dpa) – Días y días empacando, guardando y comprobando que no falte nada. En el el Ártico, el lugar hacia el que el físico atmosférico Markus Rex y sus colegas partieron del puerto noruego de Tromsø el pasado 20 de septiembre, no podrán conseguir nada.
Rex y su equipo viajan a bordo del rompehielos de investigación «Polarstern» del Instituto Alfred Wegener de Bremerhaven, por un año entero al Ártico central, que en invierno es realmente inaccesible.
«Es una presión tremenda tener a bordo todo lo que podamos necesitar», reconoce Rex, director del viaje de investigación.
Las expectativas y la presión son altas. «Nunca antes hubo una expedición al Ártico de una dimensión tan grande», sostiene Rex. Más de 70 institutos científicos de 17 países y cientos de investigadores participan en este proyecto europeo que lleva el nombre de «Mosaic», con una inversión de 140 millones de euros (154 millones de dólares).
El «Polarstern» será abastecido por otros cuatro rompehielos y tres aviones. Entre el buque de investigación y tierra firme habrá una distancia de unos mil kilómetros.
Durante dos o tres meses, navegará a sólo 200 kilómetros del Polo Norte geográfico.
La ruta exacta sobre el casquete polar aún no fue trazada. «La ruta, como tantas otras cosas durante este viaje, no son planificables en un cien por ciento», explica el científico.
El trayecto será determinado por la fuerza de la naturaleza. El «Polarstern» apagará sus motores y flotará con el hielo marino, acoplado a un enorme témpano de hielo.
En este témpano se instalará una red de estaciones de un kilómetro de ancho para tomar muestras del agua, el hielo y la atmósfera. La medición más alta se realizará a una altitud de 35.000 metros y la más profunda, a una profundidad de 4.000 metros.
La búsqueda del témpano ideal hará crecer otra vez la tensión a bordo unas dos semanas después de la partida. «Necesitamos un hogar estable para nuestros instrumentos de investigación», subraya Rex. El hielo debe tener un espesor mínimo de 1,20 metros.
«Probablemente tendremos que tomar una decisión comprometida», advierte.
El hombre de 52 años ha estado revisando constantemente las imágenes de satélite. «Parece que el hielo sólo tiene 80 centímetros de espesor», alerta.
Esto podría ser un problema para la construcción de una pista de aterrizaje para los aviones. «Pero hasta el invierno se seguirán formando nuevas capas de hielo», confía el científico.
Si no se alcanza el espesor deseado, sobre la pista de hielo no podrá aterrizar el avión ruso Antonov como está planificado, sino que deberán volar aviones más livianos.
Cuando se arme la pista de aterrizaje y las mediciones en el hielo ya estén encaminadas, volverá la tranquilidad a bordo. «Pero nunca se puede hablar de una rutina», sostiene Rex. Los peligros acechan a los científicos en todas partes, no solo por los osos polares en el témpano.
«Trabajamos en una superficie dinámica. Es posible que se forme una hendidura que no se pueda ver por la nieve. Y allí alguien puede caer al mar», avisa el científico. Para tales casos, los investigadores usarán trajes especiales durante su trabajo fuera del barco, que flotan en el agua y se mantienen calientes durante mucho tiempo.
También podrían ocurrir emergencias médicas. Un cirujano integra la expedición, y el barco cuenta con una sala de operaciones a bordo. El médico debe poder tratar fracturas, ataques cardíacos o quemaduras por igual.
Puede llevar semanas sacar a un paciente de la nave. «Pero incluso en el mejor de los casos, se necesitarán al menos cuatro días para que llegue a un hospital», dice Rex.
Los participantes de la expedición aceptan todos estos riesgos porque quieren entender mejor el cambio climático en el Ártico invernal. «Estoy seguro de que lograremos un gran avance en la investigación climática», enfatiza Rex.
El Ártico está considerado el epicentro del cambio climático mundial. Los primeros datos ya serán evaluados durante la expedición, a partir de principios de 2020.
A principios de enero, Rex dejará el barco para volver en abril. El viaje se divide en seis etapas, con un total de 600 científicos y tripulantes que se intercambiarán regularmente. El líder de la expedición Rex pasará un total de nueve meses en el «Polarstern».
Por Janet Binder (dpa)