(dpa) – ¿Tiernas mascotas o peligrosos animales de cuatro patas? Los protectores de animales australianos tienen una opinión bastante formada al respecto. De los numerosos animales como cerdos, caballos, conejos o zorros que los colones europeos llevaron a Australia en sus barcos en el siglo XVIII, fueron justamente los gatos los que más pusieron en riesgo a las especies locales.
Fueron éstos los que, de acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente, contribuyeron a que se extinguieran 27 mamíferos y se vieran amenazadas otras 124 especies. Tras la llegada de los primeros colonos en 1788 se perdieron para siempre 34 especies endémicas del continente. La científica Sarah Legge de la Australian National University, en Canberra, dice que se trata de la mayor tasa en todo el mundo.
Australia tiene 7,7 millones de kilómetros cuadrados y 25 millones de habitantes. Aparte de los gatos que se volvieron salvajes, de los que se estima hay entre dos y 6,3 millones, hay unos 3,9 millones de gatos domésticos.
En 2015, el Gobierno australiano puso el freno debido a la dimensión del daño y declaró como plaga a los gatos salvajes, además de emprender medidas drásticas: la idea es matar hasta 2020 a dos millones de gatos salvajes. El objetivo es salvar de la extinción a más de 100 especies especialmente diezmadas como pájaros, sapos, saltamones, tortugas, escarabajos y crustáceos que sólo se encuentran en Australia.
Desde entonces, los rangers acorralan a los animales de cuatro patas con trampas y señuelos con veneno, mientras que los cazadores y granjeros echan mano de sus rifles en sus tierras.
«Los gatos salvajes son el peligro número uno, están en todas partes«, dice Andrew Cox, miembro del grupo de trabajo de dirección estatal National Feral Cats Taskforce, que dirige las medidas contra estos gatos poco queridos. «Si no se controla a los gatos se perderán todos los pequeños y medianos mamíferos australianos», explica.
Más de un millón de aves autóctonas son cada día víctimas de los gatos, indicó un estudio publicado en la revista especializada «Biological Conservation» en 2017. «En el caso de los reptiles la cifra es aún mayor, ya que alrededor de 650 millones mueren cada día por los gatos», afirma la científica Legge.
Estos números se basan en un estudio que difundió en 2018 la revista «Wildlife Research». Para el mismo, los investigadores analizaron la alimentación de 10.000 gatos en todo el país. En el estómago de un animal se encontró el número récord de 40 lagartijas. En un libro de reciente publicación, la coautora Legge afirma que el número de reptiles, pájaros y mamíferos que mueren cada año por gatos salvajes y domésticos asciende a 2.000 millones.
Legge sabe que el problema no es sólo que los gatos cazan. También son usados como huéspedes por los parásitos y propagan de esta forma enfermedades como la toxoplasmosis. Y ellos mismos no tienen muchos enemigos naturales, salvo dingos -una especie de lobo-, zorros y águilas audaces.
De acuerdo con los expertos, en Australia y el resto de Oceanía no existían los gatos. Llegaron con los primeros colonos en el siglo XVIII. «Necesitaron los próximos 20 a 30 años para llegar a la zona de Sydney», cuenta Legge. En los 100 años siguientes se los encontraba ya casi en todo el país.
Entre sus «víctimas» hay especies locales como las ratas de conejo o los ratones saltarines, que están extintos ahora. De acuerdo con Legge, el bandicut de pies de cerdo también se perdió para siempre en el quinto continente debido a su accionar.
El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (FWS, por sus siglas en inglés) presentó números impactantes para Estados Unidos: allí, los gatos matan cada año alrededor de 2.400 millones de aves. Se trata de muchas más muertes que por impacto contra ventanas de edificios (600 millones), automóviles (215 millones) y molinos de viento (234.000).
Desde que se dio a conocer la caza de gatos, el Gobierno de Australia difundió sus números una sola vez. De acuerdo con éstos, en 2016, el primer año de la ofensiva, se mataron unos 211.000 gatos. No hay informes más actualizados. Por eso no termina de estar claro si esta acción puede ser considerada un éxito.
La acción no encuentra siquiera mucha resistencia entre los protectores de animales. La portavoz Aleesha Naxakis de la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) ve la necesidad de controlar la población de gatos salvajes, aunque pide que se elijan cuidadosamente los métodos.
«Ya sean gatos o canguros, todos los animales tienen el mismo deseo de vivir sin dolor. Les debemos el encontrar soluciones humanas para reducir su número», afirma. Envenenar a los animales es «cruel y muchas veces poco efectivo», señala.
Por eso, le parecen mejores las campañas de esterilización. «Los gatos salvajes no vienen de la nada, son el resultado directo dueños de animales irresponsables que dejan sueltos animales no esterilizados y los dejan vagar por ahí», completa.
Los protectores de animales en la vecina Nueva Zelanda también conocen el problema de los gatos. Allí, estos animales también son vistos como una plaga porque atacan a aves locales como los kiwis y también murciélagos, lagartijas e insectos raros.
La pequeña localidad de Omaui, en el sur de la isla sur, anunció a fines de agosto que registrará a todos los gatos, les pondrá microchips y si es necesario, los castrará. La idea es también que si se muere un gato, el dueño ya no pueda adquirir otro. Pero la oposición de los amantes de los gatos fue grande e hizo tambalear estas medidas. La autoridad a cargo tendrá ahora que reconsiderarlasa.
Por Subel Bhandari (dpa)
Foto: Thomas Stephan/BUND/dpa