Los estadounidenses se muestran escépticos ante acuerdo con Irán

OBAMAWashington, 25 nov (dpa) – Tras el avance diplomático, Lindsey Graham se despachó sin muchos rodeos: «Esto fue una oportunidad perdida», consideró el senador de Carolina del Sur sobre el acuerdo en torno al programa atómico iraní.

«Los teníamos entre la espada y la pared», comentó el republicano esta mañana en entrevista con la CNN. Pero lo que se resolvió la noche del sábado al domingo en Ginebra le sigue otorgando a Irán «todos los medios» para fabricar armas nucleares, sostuvo.

En Washington las dudas son profundas. Y el hecho de que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificara el arreglo de Ginebra rápidamente de posible puntapié inicial para un «acuerdo histórico» no cambia nada.

Senadores estadounidenses de ambos partidos querían imponer sanciones más duras a Irán, incluso ya antes de la ronda de conversciones en Ginebra, en la que se acordó aliviar las sanciones económicas impuestas al país persa a cambio de que éste limite el enriquecimiento de uranio durante seis meses.

Y después del arreglo alcanzado entre las partes, los críticos siguen desconfiando. No les gusta en absoluto referirse a lo acordado en términos de un progreso.

El problema es que el texto consensuado el fin de semana no aporta una respuesta clara a la pregunta de si a Irán se le otorga explíctamente el derecho a enriquecer uranio. De esta manera, queda sin responder uno de los puntos en conflicto clave de la disputa de los últimos años, comentó la revista «Foreign Policy», que se pregunta: «¿Acaba de otorgarle Estados Unidos a Irán el derecho a enriquecer uranio?».

Y es que justo eso es lo que afirmó el domingo Mike Rogers, jefe de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes. El secretario de Estado, John Kerry, rechazó esta acusación.

Pero no son sólo los detalles conceptuales los que impulsan la desconfianza de algunos políticos estadounidenses hacia Irán. Ambos países tienen una historia de décadas de recelos, que comenzó en 1953 con el derrocamiento del primer ministro iraní Mohamed Mossadegh.

La «Operación Ajax» -tal el nombre codificado del golpe de Estado de la CIA y el MI6- fue la primera en la que Estados Unidos hizo caer a un gobierno extranjero en esa región. Las razones fueron la lucha por el petróleo y la supuesta amenaza de una asunción del poder por parte de comunistas.

Tampoco se olvida la mañana del 4 de noviembre de 1979, cuando estudiantes iraníes ingresaron en el recinto de la embajada estadounidense en Teherán durante la Revolución Islámica y tomaron como rehenes a 52 estadounidenses. Desde entonces, las relaciones diplomáticas estuvieron congeladas tres décadas.

La Guerra del Golfo de ocho años y el amplio embargo comercial contra Irán impuesto en 1995 profundizaron la desconfianza. A más tardar cuando George W. Bush calificó a Irán como parte del «eje del mal», la Revolución Islámica comenzó a ser a los ojos de muchos estadounidenses un temido enemigo.

Una y otra vez hasta ahora fue el miedo a que Irán fabricara armas de aniquilación masiva lo que llevó a Washington a la defensiva. Por eso ahora es mayor el temor a que Occidente haya relajado la presión antes de tiempo.

«Creo que todos lo vemos con escepticismo», dijo el senador Bob Corker con vistas al acuerdo del fin de semana. La táctica iraní del «encubrimiento» debe seguir indagándose, consideró el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, y advirtió de una «maniobra inteligente» de parte de Teherán.

Mientras la Unión Europea dio los primeros pasos para levantar algunas sanciones, senadores de ambos partidos en Washington piden nuevas medidas de castigo.

El presidente Barack Obama presionó personalmente antes de las conversaciones a algunos políticos para que le dieran una oportunidad al acuerdo. Pero Lindsey Graham dejó en claro hoy otra vez lo que los críticos quieren: que se paralice definitivamente el enriquecimiento de uranio y no que suspenda temporalmente.

Para Obama, sin embargo, todo esto es un cambio de tema más que bienvenido. Tras semanas de críticas por los problemas en la web de su reforma sanitaria «Obamacare» y valores bajos en las encuestas, un éxito en materia de política exterior como el acuerdo con Irán viene más que bien.

Por Johannes Schmitt-Tegge