(dpa) – Los aficionados a contemplar las estrellas acaban comprando un telescopio, pero lejos de buscar un aumento extremo, lo que deben buscar es una gran apertura de campo, según recomienda Astrid Gallus, de la junta de la Asociación alemana de Amigos de las Estrellas (VdS).
«La ampliación es el factor menos importante cuando se trata de comprar un telescopio», asegura Gallus. «Las estrellas y los planetas están lejos, y solo con aumento no se puede conseguir mucho. El secreto es obtener luz, luz y más luz», explica la clave que los compradores deben buscar: Una gran apertura.
Su compañero de club Andreas Berger, que dirige la sección de Aficionados a los Telescopios y Modelismo de la VdS, añade que la pregunta clave es qué se quiere observar.
Hay que valorar si se buscan objetos cercanos como la Luna o nuestros planetas vecinos, o el espacio profundo. En este último se pueden buscar cúmulos estelares o nebulosas que se hallan a varios millones de años luz de distancia.
El consejo de Berger para principiantes es sencillo: «Busca Saturno. Encontrar la imagen con sus característicos anillos es el primer paso».
Iniciarse en esta afición puede costar alrededor de 150 euros (unos 164 dólares), pero si no se quiere un telescopio nuevo, por ese precio se puede optar por uno de segunda mano de ocho pulgadas o más, una distancia focal de 500 a 1.000 milímetros, y 25 aumentos como mínimo, con una base estable.
Berger recomienda un telescopio de tipo Dobson: ancho, más bien corto, y como soporte estable una caja de las llamadas Rockerbox, con un hueco en la parte superior para sujetar el telescopio.
También se muestra contraria a los trípodes estrechos, muy habituales, porque «son demasiado inestables para observar el cielo, aunque no sean de mucho aumento.»
En el mercado hay dos tipos de telescopios: el de lentes, que es algo más caro, y el reflector. Cada uno tiene un uso diferente. El de refracción, alargado y estrecho, es idóneo para la observación de los planetas de nuestro sistema solar.
El de reflexión, más corto y grueso, puede proporcionar mejores resultados para la llamada astronomía de cielo profundo, en la búsqueda de galaxias o restos de supernovas, pero al tratarse de un todo terreno también sirve para observar los cuerpos celestes más cercanos.
Lo que los astrónomos aficionados subestiman con frecuencia es la ubicación: «En las ciudades, la contaminación lumínica apaga el cielo, de modo que solo son visibles los objetos más brillantes», explica Janine Fohlmeister de la Sociedad Astronómica alemana.
«Por eso vale la pena salir de la ciudad e ir a lugares sin tanta iluminación», añade Fohlmeister, para quien el factor decisivo es la facilidad de transportar, cargar y montar el telescopio.
«Cuanto más ligero y fácil les resulte, con mayor frecuencia los principiantes tomarán la decisión espontánea de salir a observar el cielo, si se les presenta la oportunidad y el cielo está estrellado», explica.
Para dar los primeros pasos, los expertos de la VdS aseguran que un aumento de siete a diez veces es suficiente para ver detalles de la Luna o de planetas como Saturno, Júpiter o Venus.
Fohlmeister también aconseja practicar la orientación: «¿Dónde estoy respecto a los cuatro puntos cardinales? ¿Por dónde sale y se pone el sol?».
El siguiente paso podría ser un mapa estelar esférico, que cuesta entre 10 y 15 euros. Y Fohlmeister explica que también son muy populares las aplicaciones para smartphones.
Los observatorios astronómicos también permiten establecer un primer contacto. «Ofrecen consejos profesionales y se pueden hacer directamente muchas preguntas», prosigue Fohlmeister, quien detalla que en ellos también se puede aprender a usar los telescopios.
Más tarde llegará el salto a las estrellas, empezando por la primera constelación hasta la búsqueda de otros objetos estelares, como las nebulosas de Orión o cúmulos estelares.
«Si dejas que el cielo estrellado te seduzca, éste puede ser el comienzo de un maravilloso pasatiempo», sentencia Gallus.
Por Sven-Hendrik Hahn (dpa)