Washington, 13 oct (dpa) – Hace un año, en el encuentro inaugural de la nueva temporada de la NBA contra los Boston Celtics, LeBron James saltó a la cancha del Quicken Loans Arena con un mensaje: «Equality» (igualdad). Las letras, mayúsculas y doradas, destacaban en la parte trasera de sus zapatillas negras.
Fue la forma en la que la gran estrella del baloncesto, entonces con los Cleveland Cavaliers, se implicaba en las protestas contra Donald Trump después de que este arremetiera contra los jugadores de la Liga de Fútbol Americano (NFL) que se arrodillan durante el himno nacional como protesta contra el racismo.
El mandatario había llamado «hijo de puta» a Colin Kaepernick -el mariscal de campo que inició del movimiento y que por aquel entonces llevaba ya casi diez meses sin jugar porque ningún equipo quería ficharlo- y había instado a los dueños de los clubes a echar a los deportistas que estaban siguiendo su ejemplo.
LeBron levantó la voz. «Estamos en un momento en el que el cargo más poderoso del mundo tiene la oportunidad de unirnos como pueblo e inspirar a la juventud diciendo que debo poder caminar por la calle sin ser juzgado por el color de mi piel o por mi raza. Y no lo piensa. Ni siquiera le importa», criticó.
Dos meses después del arranque de la temporada, volvió a salir a la cancha con la leyenda «equality» en sus zapatillas, esta vez una blanca y otra negra sobre el Capitol One Arena de Washington DC, a un kilómetro de la Casa Blanca. El mensaje se entendió sin necesidad de que pronunciara el nombre del presidente.
Este martes arranca la nueva temporada de la NBA. LeBron ha dejado el noreste del país para jugar en la costa oeste con Los Angeles Lakers. Pero no es de esperar que esta gran distancia de la Casa Blanca le haga abandonar sus críticas a Trump. «No vamos a dejar que una persona nos dicte a nosotros, a nosotros como estadounidenses, cómo de hermosos y poderosos somos como pueblo», prometió hace ya tiempo.
En la era Trump, el alero se ha afianzado como una de las conciencias políticas del deporte estadounidense, haciendo de la igualdad su causa ante un mandatario que agita el tema racial para mantener activa a la base de votantes que le dio la presidencia. «Utiliza el deporte para dividirnos y es algo que no puedo soportar», dijo sobre Trump en una entrevista reciente. «No puedo quedarme sentado y no decir nada».
El presidente, por cierto, aseguraba hace tiempo ser un fan del baloncestista al que, tras esa entrevista en televisión, llamó ignorante. Hasta la mujer de Trump, Melania, tuvo entonces palabras de reconocimiento para LeBron, al que numerosas personalidades salieron a arropar tras un ataque por Twitter del mandatario. Sorprendentemente, es la única reacción directa y pública contra «King» James que se le conoce a Trump, tan dado a machacar.
Triple campeón de la NBA, en la que lleva jugando 15 de los casi 34 años que cumplirá en diciembre, desde que LeBron alcanzó su posición como uno de los mejores jugadores de básquet de la historia ha utilizado esa plataforma para posicionarse sobre problemas sociales, principalmente los que afectan a los negros en un país en el que el racismo y la inequidad siguen estando entre sus señas de identidad.
En 2012 lideró a sus compañeros de Miami Heat, donde jugaba entonces, para salir a la cancha vestidos con una prenda deportiva con capucha como la que llevaba el joven negro desarmado Trayvon Martin, al que un vigilante de barrio disparó y mató durante un enfrentamiento en Florida ese año.
En 2013 elevó su voz contra Donald Sterling, dueño por entonces de Los Angeles Clippers, tras los comentarios racistas de este.
En 2014 fue uno de los jugadores que aparecieron en los calentamientos vistiendo una camiseta negra en la que se leía en blanco «I can’t breath» (No puedo respirar). Fue la frase que el afroamericano Eric Garner gritó once veces antes de morir cuando un agente lo agarró del cuello y varios se pusieron sobre él.
También ha destinado dinero a las causas en las que cree, sobre todo a través de la LeBron James Family Foundation. Este verano, por ejemplo, inauguraba un colegio para niños en riesgo, fruto de la colaboración de su fundación con las escuelas públicas de Akron, su ciudad natal, en el estado de Ohio.
«La igualdad consiste en entender nuestros derechos, en entender qué defendemos y lo fuertes que somos como hombres y mujeres, negros o blancos o hispanos. La raza no juega ningún papel», ha dicho LeBron, que públicamente ha asegurado que ir a la Casa Blanca era un honor hasta que Trump se instaló en ella.
Hace unos meses, «The Washington Post» destacó la influencia del jugador en el discurso social del país. «Podría haber elegido ceñirse a su juego para que hable por él, como Michael Jordan y muchas otras estrellas», escribió el rotativo. «Ha hecho lo contrario, convirtiéndose en el líder de un coro en la NBA».
Por Sara Barderas (dpa)