Ya sea por el Real food, por el culto a la imagen o por otras razones, cada vez más personas deciden ponerse en manos de un especialista en nutrición. Nos encontramos en una situación de cambio cultural, donde no sólo las personas con enfermedad u obesidad deciden dar el paso de cambiar sus hábitos alimenticios.
En palabras del especialista Alejandro Vera, psiconutricionista de Grulla psicología y nutrición, la psiconutrición es un tipo de asesoramiento nutricional que tiene en cuenta a la persona, no solamente a la comida.
La nutrición y la dietética crece y con ello su labor. Cada vez son más los especialistas que trabajan la parte emocional en consulta con sus pacientes. Ya no vale con contar las calorías, elegir alimentos saludables y pesar al usuario cada dos semanas.
«Igual que evoluciona el paciente, evolucionamos los profesionales. Por eso nacen formatos terapéuticos como el coaching nutricional. La psiconutrición consigue alienar psicología y nutrición para ofrecer un tratamiento que cubra todos los ángulos de la persona», insiste Alejandro.
¿Qué emociones suelen aparecer cuando comenzamos a hacer una dieta?
Culpa
La culpa es seguramente la emoción nuclear de cualquier proceso de cambio de hábitos alimenticios, ya que supone tener que desaprender un montón de actitudes respecto a la alimentación que tenemos automatizadas.
Prescindir de alimentos pocos saludables que están completamente integrados en nuestra vida no es sencillo. Tampoco ayudan los supermercados, los cuales nos obligan a pasar por toda una gama de productos seductores pero poco recomendables, antes de llegar a la zona de frutas y verduras.
Es importante que el psiconutricionista advierta de estas emociones y trabaje incorporando el fallo o error en el proceso, un momento o varios de debilidad no determinan el logro de los objetivos. Si pretendemos hacerlo perfecto, fracasaremos seguro.
Frustración
Cuando no conseguimos nuestros objetivos es fácil que comencemos a sentirnos frustrados, sobre todo, si sentimos que estamos haciendo las cosas bien.
Estoy comiendo lo que dice mi dieta y no consigo bajar, o no consigo subir.
Tenemos que ser conscientes de que nuestro cuerpo es experto en adaptarse a las circunstancias. Al comienzo de un cambio de hábitos es probable que los primeros resultados se hagan de notar pronto. Sin embargo, el cuerpo nos ofrece resistencias y suele llegar un momento en que no nos permite perder o ganar de forma tan sencilla como al comienzo.
Ganar es fácil de llevar, pero el estancamiento es una meseta para la que tenemos que estar preparados y entender que a veces tenemos nuestros propios límites.
Impotencia
La impotencia es una emoción parecida a la frustración, pero va un paso más allá. Tiene que ver con el “no puedo” y en el caso de una dieta: con rendirnos y dejarnos ir.
Es importante trabajar las expectativas, a veces comenzamos un proceso de nutrición teniendo en mente objetivos poco realistas, basados en modelos estéticos inalcanzables para una persona que no puede entregar su vida al deporte y que quiere hacer una vida social y afectiva normal.
Obsesión
Si comenzamos a ver resultados, esto provocará en nosotros un chute de dopamina. Es fácil que ocurra el “enganche a ganar”, pero ganar cada vez es más difícil.
Las personas perfeccionistas tienen mayor riesgo de obsesionarse con la alimentación. Quieren hacerlo cada vez mejor y comienzan a controlar en exceso lo que comen.
Tampoco ayudan las multitudes aplicaciones para el móvil que están saliendo en los últimos tiempos, para contar calorías, analizar los productos del supermercado, étc.