(dpa) – Las cecilias o gimnofiones son muy atractivas a la vista en un acuario y sobre todo cuando se aparean parecen estar haciendo un baile elegante bajo el agua.
Sin embargo, la descendencia se hace esperar, ya que las hembras de esta especie de anfibio amazónico está preñada casi tanto tiempo como los humanos.
«Hay que contar con ocho o nueve meses», señala Jacqueline Hanschke de la Asociación de Acuarios de Berlín-Hellersdor en el marco de la Semana Verde Internacional, que se celebró hasta el 26 de enero en la capital alemana.
Las cecilias pueden alcanzar un tamaño de hasta 75 centímetros. Su cuerpo es alargado sin patas y con forma de lombriz.
«Estos anfibios sólo pueden distinguir entre la luz y la oscuridad. Esto se debe a que la piel ha crecido sobre sus ojos», explica la criadora de gimnofiones.
Las cecilias acuáticas, de la familia de los tiflonéctidos, pueden compartir el acuario con casi todos los peces y se sienten más cómodas en una pecera de 26 o 27 grados centígrados.
Los ratones pequeños muertos y las lombrices de tierra se cuentan entre sus comidas favoritas y la carne picada es un manjar especial.
«Si se distribuye la carne en el acuario se asoman todas las cecilias y parecen como que si estuviesen anudadas«, explica Hanschke.
Cuando estos anfibios se aparean, el macho se prende a la hembra como una ventosa y la lleva elegantemente por toda la pecera.
«Parece como si estuvieran bailando», describe Hanschke la conducta sexual de estos animales, que pueden tener entre cinco y ocho crías.
La experta advierte que a las cecilias les gusta fugarse y que por lo tanto es necesario que el acuario esté muy bien sellado. Una vez que han logrado escaparse es difícil volver a encontrarlas y corren peligro de secarse en algún lugar detrás del armario, añade Hanschke.