Madrid, 21 sep (dpa) – Últimamente se lamenta de que cada vez le cuesta más escribir canciones. Sus recitales son de hecho desde hace tiempo un repaso de los éxitos de toda una vida.
Julio Iglesias cumple 70 años el lunes (23 de septiembre), una edad en la que la mayoría de las personas está jubilada. Pero él continúa una carrera musical en la que lleva ya 45 años y por la que ostenta el título de artista latino más importante del siglo, de este y del pasado.
Porque ningún otro ha vendido más discos que él: 300 millones. Ahí está el Récord Mundial Guinness que recibió en abril de este año.
Iglesias sigue manteniendo viva su propia leyenda y no da señales de querer convertirse en un señor jubilado, pese a que le cueste escribir temas nuevos y aunque su voz ya no sea la misma que la del joven que con 24 años conquistó el Festival Internacional de la Canción de Benidorm con «La vida sigue igual».
Con temas como «Hey», «De niña a mujer», «Gwendolyne» o «Por el amor de una mujer», entre tantos, el «latin lover» que canta al amor y al desamor es el autor de la banda sonora de muchos españoles y latinoamericanos. Y su público lo sigue venerando y acudiendo a sus recitales -más fuera que dentro de España- pese al elevado precio de las entradas y a que estos ya no duren más de hora y media.
Como aquel joven de antaño que volvía locas a las jovencitas en los años 70, sale al escenario con traje oscuro, camisa blanca y corbata, se acaricia sensualmente el pecho y entorna los ojos mientras inclina ligeramente la cabeza hacia atrás. Y sigue despertando pasiones y elucubraciones sobre sus dotes de Don Juan.
«Una vez en Inglaterra leí en un diario el titular ‘Julio Iglesias y tres mil inglesas’. Mi representante quiso llamar al periódico para el desmentido pero yo le exhorté: ‘¡Ni se te ocurra!», contaba entre risas hace poco, durante un concierto en la localidad española de Marbella.
Allí tiene una avenida con su nombre, él, que en alguna ocasión se ha quejado de que en España ya no se le reconoce como antaño.
«No puede ser que los medios de comunicación no reflejen lo que pasa conmigo en el mundo: el hecho de que sea el artista latino más importante, aunque parezca poco modesto decirlo, pero es la pura verdad. Es malo pasearme por las calles de España en cualquier lugar y que me digan: ¿pero dónde estás?, ¿qué estás haciendo?», ha dicho en alguna ocasión.
Su prolífica carrera acapara cerca de 80 discos en numerosos idiomas, más de 2.600 discos de oro y de platino y más de 5.000 conciertos en vivo en 600 ciudades diferentes. Y eso que él no quería ser cantante.
Nacido en la capital de España, a los 19 años se imaginaba el futuro como portero del Real Madrid, donde jugaba en el equipo juvenil mientras estudiaba Derecho. Un accidente de tráfico lo postró varios meses en la cama, con las piernas paralizadas, y puso fin a su carrera como deportista. Pero la convalecencia lo llevó a rasguear la guitarra y a escribir canciones.
Y con «La vida sigue igual» comenzó el éxito. El 17 julio de 1968 se convirtió en el ganador del Festival Internacional de la Canción de Benidorm, entonces famoso y reputado. «Estaba convaleciente y muy nervioso, un amigo me empujó y salí al escenario con las manos en los bolsillos».
Pocos años después de aquello, en 1971, se casó con Isabel Preysler, con la que tuvo tres hijos: Chabeli, Julio José y Enrique, ahora los dos varones también cantantes conocidos, el segundo con más éxito que el primero. A medidados de los 90, mucho después del divorcio de la filipina, inició una relación con la modelo holandesa Miranda Rijnsburger, con la que tiene otros cinco vástagos y con la que se casó en 2010, tras quince años de convivencia.
Al cumplir 70 años, de cualquier otro se destacaría que se ha codeado con los grandes, con gente como Frank Sinatra, Sting, Stevie Wonder, Diana Ross o Paul Anka. Aunque en el caso de Julio Iglesias se puede añadir, sin faltar a la verdad, que él también es uno de ellos.
Por Sara Barderas