Miami, 27 jul (dpa) – La salmonela es el microrganismo más detectado en alimentos crudos, procesados y cocinados en Estados Unidos, donde su consumo enferma cada año a por lo menos uno de los 300 millones de habitantes que tiene el país norteamericano.
La emisión de alertas por posibles brotes de la bacteria, que forma parte del grupo de 31 microrganismos constantemente detectados por las autoridades sanitarias y por las propias compañías, es cada vez más frecuente.
Semanalmente frutas, verduras, carnes, huevos, leche, galletas, pasta, cereales, bebidas y hasta comida de mascotas resultan contaminadas de salmonela, una enterobacteria que cuenta con más de 100 subtipos y que sale sobre todo del intestino de mamíferos, incluido el humano, así como reptiles y aves.
Su propagación puede darse por contacto directo o a través de una cadena de manipulación. Ésta última es la forma más común de transmisión en el país norteamericano que cuenta con distribuciones masivas a los 50 estados que lo conforman.
Por esa razón, es común encontrar a alguien en California con los mismos síntomas que otra persona a miles de kilómetros de distancia en Florida después de haber consumido el mismo alimento.
«Es un enemigo mayor no por su tamaño sino por su impacto. En menos de tres días una familia completa puede estar enferma porque la incubación de la infección no supera las 48 horas», explicó a dpa el microbiólogo Alfredo Pacheco.
Para Pacheco la propagación de la salmonela está directamente ligada a la higiene. «La verdad es que la salmonela sale directamente de las heces fecales de animales. No existe otra fuente», aseguró el experto.
Lavar los alimentos y las manos parece ser la clave. Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), cada año hay 48 millones de casos de enfermedades transmitidas por alimentos contaminados en el país que se podrían evitar con esa simple práctica.
Sin embargo, avisos como el emitido esta semana por Pepperidge Farm and Mondaelz, dueños de las marcas de galletas Ritz y Goldfish, respectivamente, son de los muchos que ponen en jaque a millones de consumidores que no tienen el control sobre los ingredientes.
El papel del Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria del Departamento de Agricultura (USDA), que regula los productos hechos con carne de vaca y aves; y de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA); es más que fundamental en la detección.
Para la profesora de Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Vermont Catherine Donnelly, el aumento del 96 por ciento en 2017 del total de infecciones diagnosticadas por bacterias como campylobacter, listeria, salmonela, shigella, vibrio y yersinia se debe directamente a la eficacia de dichas agencias.
«La vigilancia ha mejorado drásticamente y los laboratorios estatales de salud pública están vinculados a las bases de datos de los CDC, lo que permite identificar rápidamente los patrones de enfermedad y los vínculos con los productos alimenticios», dijo Donnelly a la cadena CNN.
A la labor de los sistemas oficiales de control se han sumado organizaciones sin ánimo de lucro que han puesto en su mira la prevención como única solución.
Ese es el caso de Stop Foodborne Illness (control para las enfermedades transmitidas por alimentos, en español), que representa y apoya a aquellos que sufrieron una consecuencia drástica por el simple hecho de comer.
«Buscamos respuestas, buscamos cambios pero sobre todo la prevención para que no se repita lo sucedido en 1993», afirma Stop en su página web al recordar el brote de la bacteria E. Coli que contagió a 732 personas por comer carne en una cadena de restaurantes hace 25 años.
En esa ocasión, cuatro niños murieron y otras 178 personas quedaron con daños de permanentes en los riñones y el cerebro.
Según Donelly, aunque la mayoría de bacterias no son mortales, en mujeres embarazadas, niños, ancianos y personas con sistemas inmunes débiles «tienen un alto riesgo de desarrollar una enfermedad grave a causa de los alimentos contaminados».
La Organización Mundial de la Salud estima que casi una de cada 10 personas se enferman cada año por comer alimentos contaminados con bacterias y que unas 420.000 mueren por esa causa en el mundo.
Por Tatiana Rodríguez (dpa)