Bruselas, 14 jun (dpa) – El bloqueo de Italia al barco «Aquarius» con más de 600 migrantes a bordo y el controvertido plan migratorio que preparara el ministro del Interior alemán, que ha provocado divisiones dentro del propio Gobierno germano, aumentan la urgencia de un nuevo debate en la Unión Europea (UE).
La próxima cumbre europea se celebrará a finales de mes y todo apunta a que la política migratoria y de asilo será una de las prioridades. A continuación, algunas claves que explican la situación actual.
¿Qué supone la actitud de Italia y de Alemania para la estancada reforma de la política de asilo europea?
Las acciones unilaterales de algunos países presionan con fuerza al bloque europeo y dejan en evidencia el estancamiento en esa cuestión. Desde hace casi dos años, los 28 países miembro no consiguen avanzar en el tema. Su intención era consensuar una postura común hasta la cumbre de jefes de Estado y Gobierno de finales de mes pero lo que está ocurriendo profundiza la brecha entre los países en lugar de acercarlos.
¿Por qué resulta tan difícil un acuerdo europeo en política migratoria y de asilo?
Actualmente en la UE rige la llamada Convención de Dublín que contempla que el país que debe responder por un migrante es aquel en el que primero pise suelo europeo. Ello lastra especialmente a los países situados en las fronteras exteriores del a UE, como Italia, Grecia, España o Malta, que llevan tiempo exigiendo más solidaridad y un reparto vinculante de migrantes entre todas las naciones. Otros países como Alemania apoyan también esa postura de cuotas.
Por otro lado, están los países que se oponen a la obligatoriedad de acoger refugiados, sobre todo los Gobiernos nacionalistas conservadores y de derecha de Hungría y Polonia. También Austria, que en julio asumirá la presidencia de turno de la Unión Europea, está en contra de cualquier tipo de reparto vinculante. En definitiva, el reparto de refugiados por cuotas ha dividido profundamente a los países del bloque.
¿Se requiere realmente consenso para regular el tema?
En realidad no. En teoría, los opositores al sistema de cuotas podrían ser superados en una votación por el resto de países. Pero tanto la Comisión como una gran parte de los Estados quieren que el tema sea regulado por unanimidad, dado su delicado carácter. «No deberíamos permitir que la migración se convirtiera en un elemento de división», dijo recientemente el comisario del Interior de la UE, Dimitris Avramopoulos.
De ahí que también la canciller alemana, Angela Merkel, rechace una acción en solitario como la que plantea su ministro del Interior, Horst Seehofer, que quiere imponer un duro plan de devolución de migrantes y refugiados. Merkel prefiere que a esa cuestión Europa responda de forma unida, según dijo recientemente. El problema tiene potencial «de infringir graves daños a Europa».
¿Se espera una solución europea y cómo podría ser?
El mínimo denominador común es pedir una mayor protección contra la migración ilegal en las fronteras exteriores de la UE. Pero el consenso europeo acaba aquí: Bulgaria, actualmente presidenta de turno del bloque, propuso recientemente un modelo de acuerdo de tres niveles que prevé un reparto migratorio vinculante en el caso de un flujo especialmente fuerte de refugiados. Sin embargo, permitiría que un país evitara recibir a la mitad de los refugiados asignados si hace otro tipo de aportaciones, como pagos extraordinarios. Sin embargo, esa propuesta fue rechazada en un reciente encuentro de ministros del Interior. Austria ha prometido presentar nuevas propuestas a mediados de julio.
La UE quiere una mayor protección fronteriza. ¿El comportamiento de Italia va en la misma dirección?
Algunas fronteras europeas son muy herméticas, como la de Hungría, que selló sus límites con Serbia y Croacia. Sin embargo, en otras partes como el Mediterráneo queda más en evidencia el fracaso de la política europea, como ocurrió el pasado domingo con Italia, cuando se negó a permitir la entrada del «Aquarius» en sus puertos, desatando fuertes críticas. Especialmente duras fueron por parte de Francia, llegando a desatar fuertes roces diplomáticos entre los dos países.
¿Qué ha ocurrido con la idea de una «solidaridad flexible» ?
Supondría negarse a acoger a refugiados y en su lugar pagar más para proteger las fronteras exteriores. La idea de «solidaridad flexible», que gustaría a países como Hungría o Polonia, ya fue puesta sobre la mesa en 2016 por Eslovaquia, entonces presidente de turno de la UE, sin lograr aplacar el conflicto. Y es que muchos en la UE están de acuerdo en que nadie debe quedar exento del compromiso de acoger refugiados. Sí existe la disposición de hacer algún tipo de concesiones a quienes se niegan a aceptar cuotas impuestas.
En una entrevista con el dominical alemán «Frankfurter Allgemeinen Sonntagszeitung», Merkel se pronunció a favor de un «sistema flexible de reparto de deberes» y mostró su esperanza de que «pueda superarse el actual bloqueo en la política de asilo europea mediante una mayor flexibilidad».
¿Se vislumbran avances?
El canciller austriaco, Sebastian Kurz, apuesta por un «eje de los dispuestos» contra la migración ilegal, con Italia, Austria y Alemania en primera fila, según dijo el miércoles tras un encuentro en Berlín con Seehofer. Merkel reaccionó escéptica e insistió en su deseo de alcanzar una solución europea. Sin embargo, Italia y Austria están lejos de una postura común: el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, exigió recientemente la superación de la Convención de Dublín y pidió que los migrantes sean repartidos por igual de forma automática en los países de la UE. El consenso no se vislumbra fácil.
Por Michel Winde (dpa)