Como seres humanos que somos, podemos llegar a ser plenamente conscientes de nuestras debilidades y defectos, así como de encontrar la vía más eficaz para superarlos y solucionarlos. Si a esto le añadimos que vivimos en una sociedad que impone sus propias leyes y define qué es y qué no debe ser frágil o anómalo, nos encontramos con un aumento coyuntural de las cosas de nosotros mismos que nos pueden hacen sentir incómodos o poco atractivos.
En relación a los defectos físicos estéticos, que motu proprio o por influencia de la sociedad en la que compartimos espacios y contextos, consideramos que no nos representan, podemos actuar en consecuencia y recurrir a una intervención quirúrgica o a una operación de estética con la que eliminar esos defectos o hacer resaltar lo que consideramos más hermoso de nosotros mismos.
No debemos tener ningún reparo en considerar alguna de estas acciones médicas, la cirugía plástica es un método muy utilizado y recurrente en nuestro país, siendo el quinto del mundo en este tipo de operaciones que consigue corregir o mejorar las anormalidades de nuestro cuerpo, ya sean de origen adquirido en el tiempo o congénito, por causa de un tumor o del tipo involutivo.
La cirugía plástica, que engloba al campo más específico de la cirugía estética, tiene numerosos campos de actuación, desde los más solicitados, como el aumento o la reducción de senos (mamoplastias) o aquellas que se dedican a moldear y dar forma al cuerpo (lipoescultura), pasando por otras más exclusivas, como la cirugía de párpados (blefaroplastia). Cada especialidad tiene un centro de referencia, en el caso de este último tendríamos que hablar del Instituto de cirugía plástica Dr. Fabrizio Moscatiello, el lugar ideal para corregir tanto los párpados superiores como inferiores, ya sea por exceso de piel, por presencia de bolsas o por las dos cosas.
Pero estas no son las únicas cirugías con popularidad en nuestro país y a nivel internacional, la cirugía en la nariz (rinoplastia), la retirada de piel sobrante del abdomen (lipectomía), aumento de glúteos con implantes de silicona (lipoinyección glútea), elevación de cejas (frontoplastia), rejuvenecimiento facial y rejuvenecimiento vaginal…
La mejora de los cinco sentidos
Sentirnos mejor con nosotros mismos, con nuestro cuerpo, no debería limitarse a estar más atractivos, a eliminar las deficiencias físicas que creemos tener. Es igualmente importante, aunque no tengamos la misma percepción de su importancia, afinar los 5 sentidos de los que somos poseedores y esto nos ofrecerá la oportunidad de captar la propia vida más intensamente.
Tener los cinco sentidos afinados nos permitirá interactuar mejor con el resto de seres humanos, disfrutar más de los placeres que la propia naturaleza nos brinda, sentirnos, en definitiva, más inversos en la realidad de la que formamos parte.
Para mejorar en estos sentidos podemos comenzar por evaluar la calidad de los mismos, si nuestros niveles de percepción de cada uno de ellos es el adecuado a nuestra edad, y si no lo es, acudir al profesional que se encargue de mejorarlo. Por ejemplo, en el caso de la audición podemos acercarnos a los centros auditivo en Córdoba, considerados unos referentes nacionales; efeta, están consideras las clínicas dedicadas a la salud auditiva más eficaces del panorama nacional, para la calibración y la adaptación de audífonos en Córdoba son los auténticos líderes, ya sea por poseer los equipos más innovadores, como por la calidad y capacidad de su equipo humano o la experiencia acumulada durante más de 35 años de prestación de este servicio.
Ya sea acudiendo a un profesional de la salud como el mencionado o ejercitando nuestros sentidos por nuestra cuenta, debemos prestar un poco de atención a este apartado de nuestras vidas que tenemos abandonado, debemos darnos cuenta que el ritmo de vida y las condiciones que nos rodean luchan constantemente para inhibir nuestros sentidos, ya que no nos sirven para lo que fueron creados, que no es otra cosa que para la supervivencia.
En estos momentos de sociedades avanzadas, industrialización y tecnología que nos lo da todo terminado y de forma segura, nuestros sentidos son casi prescindibles, los sabores nos llegan adulterados y aumentados, ya no nos hace falta determinar qué es sano o puede llevar cierto riesgo consumirlo mediante el gusto.
El exceso de ruidos lleva a la saturación del sentido del oído, que ya no tenemos que tenerlo afinado para saber cuándo un animal nos pilla desprevenido.
La contaminación lumínica evita que forcemos la vista en la noche o lugares oscuros, pues estos han dejado de existir desde la invención de la electricidad, por lo que nuestros ojos no necesitan ejercitarse, volviéndose vagos y gastados por usarlo frente a monitores que solo los deterioran.
Nadie nos toca, ni solemos palpar a otras personas ni a los objetos para saber qué o cómo son, igualmente ya no disfrutamos del aroma de las flores ni necesitamos oler el campo para saber si se acerca la lluvia o si por las mediaciones habita un oso que pudiera atacarnos.
En general, al alejarnos de las condiciones de vida naturales, los sentidos se angostan y nos volvemos cada día un poco menos humanos y cada vez más objetos, y en la medida de lo posible, para poder apreciar las cosas buenas de la vida y de la naturaleza debemos impedirlo.