Por Jeannette Mayer (dpa) – Las tendencias en la moda son cada vez más efímeras. Las masas compran prendas en el menor tiempo posible para que rápidamente desaparezcan en el rincón más profundo del armario. «Fast fashion» se llama este nuevo fenómeno. Así se denomina la moda que se ofrece en las tiendas inmediatamente después de los desfiles en París y Nueva York y que rápidamente es sustituida por nuevas tendencias.
«En los últimos años, las marcas de moda que han crecido son sobre todo las que fabrican «fast fashion», dice Axel Augustin, director general de la Asociación de Tiendas de Ropa.
Sin embargo, allí no termina esa tendencia: hay cadenas de tiendas de ropa que constantemente lanzan al mercado nuevas colecciones para el gran público. También las grandes casas de moda se han adaptado a este ritmo vertiginoso y, además de las dos colecciones que habitualmente ofrecen por año, ya están lanzando al mercado nuevos modelos entre una y otra colección.
Con todo, el principio que sigue la industria de la moda de que el cliente debe constantemente tirar ropa para comprar nueva tiene consecuencias que se pueden observar sobre todo en países con sueldos bajos como China, la India y Bangladesh, donde los trabajadores tienen que confeccionar la ropa a cambio de sueldos muy bajos y en condiciones indignas.
Algunos incendios ocurridos recientemente en fábricas textiles en esos países han atraído la atención sobre esas condiciones miserables y también sobre el uso de productos químicos. Según la organización ecologista Greenpeace, tan sólo en Alemania se desechan cada año unos 1.500 millones de prendas, que en su mayoría se tiran a la basura.
Según Gerd-Müller Thomkins, presidente del Instituto Alemán de la Moda en Colonia, se ha abierto paso una nueva tendencia que defiende el consumo duradero y la responsabilidad ecológica. Esta nueva tendencia primero se manifestó en el sector de la alimentación y ahora ha llegado también al ámbito de la moda. Un ejemplo es la cadena de moda H&M, que recupera la ropa usada para ser reciclada. A cambio, el cliente recibe un descuento por su compra.
También se vuelven a poner a la venta prendas bien conservadas. Esta tendencia se llama «recommerce», un neologismo que combina las palabras «recycling» y «commerce» (reciclaje y comercio). Las piezas bien conservadas se intercambian o se venden a terceros. Es cierto que desde hace tiempo existen rastros y tiendas de segunda mano. Sin embargo, Internet ha simplificado el comercio de productos de segunda mano y está convirtiendo el comercio de moda duradera en un fenómeno de masas.
Una de las opciones es el «swapping», que significa trueque. Además de fiestas de «swapping», donde los participantes intercambian ropa usada disfrutando de una tapa y una copa de cava, hay bolsas de intercambios especialmente dedicadas a la ropa, como www.swapstyle.com. También existe una plataforma para moda de diseño llamada Buddy&Selly, sin que el vendedor tenga que colocar un anuncio en las plataformas. «El vendedor no necesita primero fotografiar y describir el producto», explica el fundador de Buddy&Selly, Axel Seemann. Los clientes simplemente le envían los productos.
El «upcycling» va aún más lejos: la marca redesign convierte telas vintage y ropa usada en nuevas prendas. «Nosotros también indicamos las horas de trabajo que requieren nuestras prendas para crear consciencia sobre lo que significa fabricar a mano y no con máquinas industriales», dice la fundadora de redesign, Christina Schelhorn. «No es necesario tener mucho de todo, sino que basta con tener poco de algunas cosas. Es suficiente para una buena vida».