Estoy buscando un sitio donde refugiar mis letras, donde hacer resonar mis palabras. Quizás ese lugar sea esta hoja en blanco, o quizás seas tú. No lo sé.
Lo cierto es que desde hace algún tiempo nada de lo que escribo me parece suficientemente bueno, importante o trascendente. Siento que mis ideas han perdido color y mis palabras han perdido su música.
Hay poco criterio y muchos críticos, hay poco talento y mucha desmotivación a mi alrededor, y todo eso se conecta con lo que quiero escribir e influye de manera directa con lo que realmente escribo.
¿Por qué me privo? ¿Es que acaso no tengo plena libertad de expresión?
Según la Real Academia Española (RAE) la libertad de expresión es el “derecho a manifestar y difundir libremente ideas, opiniones o informaciones”.
He de reconocer que algo me “frena” antes de decir lo que necesito decir. Antes de dar ese paso que quiero dar y de huir definitivamente de lo socialmente correcto, de lo que marcan las tendencias en las redes sociales y de quienes se han erigido como defensores de la verdad, ideólogos subvencionados o mercaderes de la “noticia” que viven de las grandes empresas y de los “amigos de los amigos” inundando el mundo de medias verdades o noticias de cortar y pegar – que, además, son previamente recortadas para no incomodar al que paga.
Aquí es cuando me pregunto: ¿tan difícil es poder decir la verdad?
Sí, ciertamente lo es. En este mundo la verdad tiene un precio, decir la verdad sin anestesia puede cerrarte miles de oportunidades. En este medio de la comunicación tienes miradas que te marcan, dedos que te señalan y personas que “no piensan” pero que dicen lo que otros les han dicho que digan.
Hoy en día manda el “ve, corre y diles”, no hay un análisis real de la situación, no existe un pensamiento basado en la verdad, pero ¿qué es la verdad?, porque quizás yo no sea de verdad y sea un “bicho raro” en contra del sistema o sea una persona aislada del mundo que sólo ve lo que quiere ver, ¿estoy realmente intoxicado?, ¿o sufro las consecuencias de haber sido previamente intoxicado?
No es fácil contar noticias cuando ya no sabes en quién creer, cuando nada es “como te lo cuentan”, no es sencillo ser portavoz de la verdad cuando no puedes ser portavoz de ti mismo, pues todas las palabras “antisistema” tienen una consecuencia: CENSURA
La censura, según la Real Academia Española, “es la intervención que practica el censor en el contenido o en la forma de una obra, atendiendo a razones ideológicas, morales o políticas”.
¿Me censuró a mí mismo?, o quizás sea verdad que tengo miedo a ser censurado y reprobado por mis iguales.
Todas estas cosas hacen que hacer mi trabajo no sea tan sencillo como lo parece. También hay que decir que el trabajo de los periodistas, hoy por hoy, está subestimado. Y está subestimado precisamente por esos “egocéntricos dueños de la verdad” que no le dan valor al esfuerzo que hacen los comunicadores por sobrevivir a través de las palabras. No es fácil escribir, persuadir al lector y al mismo tiempo ser un hipócrita que tiene que seguir una línea editorial para no jugarse su puesto de trabajo.
Créanlo, no es fácil.
Se habla mucho en nuestros días de la libertad de expresión, se habla mucho del periodismo transparente y objetivo. Pero ¿realmente existe?
¿Realmente somos fieles a nuestros ideales y a nuestros valores a la hora de escribir? O simplemente escribimos lo que nos piden, opinamos lo que nos dejan opinar y decimos lo que nos dejan decir.
En estos días estaba pensando… ¿Qué diferencia a un medio digital de otro? Al fin y al cabo, todos replicamos la misma información. La misma noticia, pero escrita de manera diferente. ¿Qué le ofrecemos al lector que sea novedoso? ¿Qué grano de arena aportamos a la sociedad a la hora de informar?
No es sencillo dar con la respuesta a tantas interrogantes cuando la nueva moda es condensar toda la información en unos pocos caracteres vía “red social”.
Claro que, sería hipócrita de mi parte culpar a los demás de hacer algo que yo también hago o de utilizar algo que yo también utilizo.
La verdad murió en el día en el que las redes sociales y los políticos por medio de sus replicantes nos empezaron a contar sus ideas, sus promesas y sus “soluciones”, ese día murió el periodismo de calle para dar paso al periodismo de: “lo que se dijo en la red…”
Puedes gritar en medio del horror, puedes llorar en medio de un mundo que se muere, puedes contar que todo va mal o que nada es verdad, puedes incluso ser una neurona disidente del sistema, pero si tu verdad no es “replicada” a golpe de like, nunca llegará a ninguna parte.
Mañana los poderosos dueños de la verdad te seguirán despertando con sus tormentas en las radios, el papel será una copia cara de lo que ya has leído ayer, y la televisión en directo te dirá que todo lo que hasta ahora era normal ya no lo es.
¿Quién mueve los hilos? ¿En qué momento comenzamos a ser marionetas? ¿Por qué la gente no despierta?
Siguen los interrogantes mientras ahora mismo es tendencia en las redes lo que marcan las agendas de los despachos y mientras en estos momentos mil medios publican lo mismo que ya ha sido editado por una agencia, un movimiento o por los “dictadores de la verdad”… ¿seguimos durmiendo?, quizás sea la hora de llenar hojas en blanco para que los ojos se abran, para que las consciencias recuperen la vida y para tener un acceso certero a la verdad – “ese grano en el culo” que se pudre en cajones o cajas clasificadas.
Reflexionemos para que “esa verdad” sea la portada de los diarios y no lo sea “el abrazo de los egos” entre Pedro y Pablo, “el nuevo coche de un futbolista con gomina” o el “romance de la de la ex de un ex que a su vez tuvo una ex que solamente fue famosa por ser ex…”
Esta claro que, como comunicadores, nosotros, los “haters” de El Digital de Asturias y de Actualidad 365 vamos a quedar expuestos. Pero no nos importa. Pensamos que hacer periodismo es ser honestos con nosotros mismos y con nuestros lectores. Y esa, sólo esa, es nuestra única línea editorial.