Aunque se tiende a pensar que todo está inventado y que hemos traspasado las fronteras del conocimiento, aún quedan muchas cosas que desconocemos. Cada día se descubren cosas nuevas o se encuentra una mejor explicación a conceptos que ya estaban establecidos. Sin embargo, aunque un hecho esté completamente probado, puede ocurrir que determinados sectores se empeñen en refutarlo. Esto es algo que ha ocurrido frecuentemente en el campo de las ciencias, donde la Geografía no ha sido una excepción.
De la supervivencia al conocimiento especializado
Los inicios de la Geografía se remontan a los primeros homínidos, quienes eran nómadas. Esto significa que se trasladaban de un sitio a otro, sin tener un lugar fijo de residencia. La razón de esto se debía a la búsqueda continua de comida, ya que eran cazadores y recolectores. Esto dio lugar al germen de la Geografía, pues durante sus trayectos terminaban conociendo la zona. Y además, antes de elegir un lugar, estudiaban detenidamente el terreno.
Una vez dejaron de lado su condición de nómadas, la Geografía dio un paso más. La zona elegida se convertiría en su residencia fija, así que el estudio de los terrenos fue más exhaustivo. Consideraron la calidad de la tierra, la presencia de cursos de agua e incluso las formaciones geológicas. Además, necesitaban saber dónde se encontraban otros asentamientos, para así practicar el comercio, pedir ayuda o relacionarse.
Con el tiempo, la Geografía se fue especializando cada vez más. Pasó de convertirse en una mera consideración práctica a ser una ciencia propiamente dicha. Y eso ocurrió durante el periodo griego. Como hicieron con otras ciencias, los griegos definieron las bases del estudio de la geografía y transmitieron estos conocimientos. Utilizando las matemáticas, llegaron a la conclusión de que La Tierra era redonda y también incluyeron el estudio del cielo dentro de esta ciencia.
El cambio radical que supuso la Edad Media
Con la caída del Imperio Romano, Europa sufrió grandes cambios a todos los niveles. La imposición del Cristianismo, traigo consigo la eliminación de las ideas contrarias a esta religión, entre las que se incluían los conocimientos en geografía recopilados por los griegos. Se impuso la creencia de que La Tierra era plana y la población lo aceptaba como una verdad incuestionable.
Sin embargo, estos conocimientos no fueron rechazados en el mundo musulmán, ya que en base a estos surgieron nuevos avances que contribuyeron a la geografía. Aunque fueron de gran importancia, no llegaron a Europa, pues las distintas obras y escritos no fueron traducidas del árabe al latín. La Iglesia tenía gran poder sobre esto, y en caso de que cualquier libro o persona fuese en contra de sus dogmas, se encargaba rápidamente de que no fuese más allá.
La gran influencia de esta institución religiosa, provocó que durante casi 10 siglos la Geografía quedase relegada a un segundo plano. Pero no sólo el ámbito científico, sino otros mucho más cercanos al pueblo como la educación básica y los hábitos de higiene personal. No fue hasta el siglo XV cuando la Geografía vuelve a brillar, pues es entonces cuando se recuperan los estudios clásicos y se inicia la era de los grandes viajes.
El Renacimiento, una nueva oportunidad para la geografía
A mediados del siglo XV, el Renacimiento llegó para abrir los ojos a una sociedad que llevaba casi 1000 años dormida. Trajo consigo el renacer de las ciudades, el regreso de los valores clásicos y el espíritu aventurero de conocer nuevas tierras. Estas expediciones fueron posibles gracias al uso de instrumentos de navegación como el astrolabio y la brújula, que permitieron descubrir nuevos rincones y mejorar el mapamundi con nuevas tierras, océanos y contornos costeros.
Hasta el siglo XVIII, Europa recuperó el tiempo perdido y estudió la Geografía Mundial a muchos niveles. Los largos viajes fueron una pieza clave para comprender que La Tierra es redonda y los avances en cartografía fueron sorprendentes. Esto permitió marcar nuevas rutas comerciales e incluso influyó en el estudio geográfico de los fondos marinos.
El descubrimiento de nuevas civilizaciones sirvió para abrir la mente de los europeos y que muchos decidiesen enrolarse en estas expediciones. Esto no sólo fue un gran beneficio para la geografía, sino también para la Biología, la Medicina, la Astronomía y la Geología. Los éxitos de estos grandes viajes influyeron en muchos estratos, convirtiendo a la Edad Moderna en una época de cambio que marcó el rumbo de la historia tal y como la conocemos ahora.
Actualmente, la Geografía no se ha quedado estancada. Sigue con su labor y tiene que enfrentarse a nuevos retos que recuerdan a tiempos más antiguos. Con el auge de Internet, las pseudo-teorías han encontrado su público y el Movimiento Terraplanista vuelve a sonar más fuerte que nunca. Pero esta no es sólo una tarea de la Geografía, sino que también es nuestro deber evolucionar e impedir que la Historia se repita.