Genk (dpa) – Fotos gigantes de gallinas delante de las cuales descansan unas alpacas. Unos dromedarios pastan junto a un foro de discusión. «Labiomista» es el nombre de este lugar fuera de lo común ubicado en la ciudad flamenca de Genk, en Bélgica.
El artista Koen Vanmechelen puso en marcha sobre 24 hectáreas un proyecto que aúna su obra y sus visiones filosóficas, que se mueven entre el arte y la ciencia. Uno de sus temas centrales es su concepto de la gallina cosmopolita, con el que el belga quiere abrir el debate sobre la diversidad y la identidad.
«El proyecto visibiliza mis ideas», explica el artista de 53 años a dpa. Éstas giran en torno a tres pilares. «Mi arte, mis fundaciones y mis granjas», detalla Vanmechelen. Los tres aspectos se influyen entre sí y apenas pueden diferenciarse, como se puede comprobar en «Labiomista».
En el recinto, que tiene el tamaño de unas 24 canchas de fútbol, se encuentran el «Battery», un taller para artistas de 5.000 metros cuadrados, y el «Labovo», un pabellón con un anfiteatro para discusiones científicas y artísticas así como una azotea desde la cual se puede ver el «Cosmopolitan Culture Park», que alberga esculturas diseñadas por Vanmechelen. El lugar incluye corrales con gallinas, avestruces, dromedarios y alpacas, todos oriundos de sus granjas.
El pensamiento y la obra de Vanmechelen giran sobre todo en torno a la gallina. El artista también es conocido fuera de su país y trabaja desde fines de los 1990 en su «Cosmopolitan Chicken Project», cuya meta es criar una gallina cosmopolita.
Para ello, cruza gallinas y gallos de muchos países en cooperación con expertos en genética y virólogos y ya logró gestar 24 generaciones. Según explica, sus gallinas triplican hoy en día con 30.000 células el ADN de las gallinas comunes. Por eso son más fértiles, resistentes y viven más tiempo, asegura Vanmechelen.
Para el artista flamenco, la gallina es una metáfora de la vida y de la crítica a nuestra sociedad. Las gallinas de raza representan para él un fenómeno de la monocultura y sus consecuencias, tales como malformaciones y enfermedades.
Vanmechelen es consciente de que su proyecto de cría se mueve sobre una cuerda floja y está preparado para las críticas de los defensores de los animales. Su respuesta es: no se trata de mejorar razas sino de la diversidad biológica, de la convivencia y de la identidad.
El artista subraya que nunca mató una gallina y que todas perecen de muerte natural en sus granjas.
Con los años, su concepto de la gallina cosmopolita ha tenido eco en países en vías de desarrollo. Trabaja desde 2016 junto con el Instituto Etíope de Agricultura y el International Livestock Research Institute en el proyecto «Incubated Worlds».
El proyecto cruza gallinas y gallos etíopes con los híbridos de Vanmechelen para gestar razas locales más resistentes y fértiles. Etiopía es uno de los países sin salida al mar más poblados del mundo y uno de los más pobres de África. «Fue uno de mis mejores momentos», recuerda el artista, porque allí pudo ver hecha realidad su idea de que el arte puede contribuir a mejorar el mundo.
«Labiomista» es la sexta fundación de Vanmechelen. En 2010 creó «The Walking Egg Foundation», cuya meta es investigar la fertilidad en países en desarrollo, y en 2011 inauguró la «Universidad Abierta de la Diversidad», una especie de think-tank sobre biodiversidad.
Desde hace más de 20 años, Vanmechelen viene elevando a sus aves híbridas a la categoría de arte en todas las formas posibles. Sus obras incluyen cenizas, huevos y esperma. También las momificó y disecó, las fotografió y eternizó en colores en el lienzo y las expuso en museos y bienales de todo el mundo. En «Labiomista», dos fotografías de sus criaturas cruzadas adornan el corral de las alpacas.
«Labiomista», lo que quiere decir algo así como vida mezclada, se realizó en colaboración con la ciudad de Genk. El alcalde, Wim Dries, buscaba aprovechar el recinto en el que hasta 1997 funcionaba un zoológico y, originalmente, la mina de Zwartberg, cerrada en 1966. La antigua residencia de los directores recuerda la historia de la mina en «Labiomista». Ahora en ese edificio se exponen obras de Vanmechelen.
El proyecto costó 20,6 millones (casi 22,9 millones de dólares). El artista aportó ocho millones, diversas oficinas estatales y entidades locales le destinaron 4,6 millones y otros ocho millones de euros provinieron de la comuna.
«Labiomista» es perfecto para Genk, una ciudad multicultural donde viven 66.000 habitantes, subraya el alcalde Dries. En las antiguas minas trabajaron en su momento polacos, italianos, griegos, españoles, portugueses y marroquíes.
Por Sabine Glaubitz (dpa)
Foto: Sabine Glaubitz/dpa