(dpa) – Hace 25 años un pequeño caimán se convirtió de la noche a la mañana en una estrella internacional. El 10 de julio de 1994 Sammy desapareció durante un paseo con su dueño junto a un lago en la ciudad alemana de Neuss.
Sammy aprovechó la oportunidad, logró soltarse de la correa y desapareció. Durante días, su fuga mantuvo en vilo a la policía, a los bomberos y a los medios de comunicación.
Se habló de la «bestia del lago» y del «monstruo del lago Neuss». Por miedo al reptil de 80 centímetros de largo y dientes afilados el idílico lago permaneció cerrado durante varios días ese caluroso verano.
Las autoridades se organizaron para una «caza mayor». Con redes, rifles y otras herramientas salieron a buscar al caimán por tierra y agua.
Pero ni un filete de ternera ensangrentado ni el bramido de un congénere en celo lograron atraer a Sammy. El lagarto de color verde musgo y ojos ámbar seguía desaparecido.
Mientras se prolongaba la búsqueda, en la orilla del lago iban tomando posición cada vez más vehículos de las cadenas de televisión y fotógrafos.
El entonces portavoz de la Policía de Neuss, Hans-Willi Arnold, todavía recuerda bien aquel espectáculo: «Fue la historia más inusual y mediática que he vivido en mis más de 40 años en el servicio policial».
Cuando desapareció el caimán, Arnold acababa de asumir el cargo de portavoz. «De repente comenzaron a llamar periodistas de Estados Unidos, Francia y otros lugares del mundo».
Tres noches después de la fuga de Sammy llegó la noticia de la muerte del reptil. Con un 99 por ciento de seguridad uno de los tres disparos fue fatal, reportó la Policía. Sin embargo, tan solo unas pocas horas más tarde, Sammy fue visto nuevamente vivito y coleando.
A partir de ese momento, más voces se alzaron para pedir misericordia para el pobre animal. Clubes de fans, asociaciones defensoras de animales y científicos de toda Alemania exigían salvar la vida de animal.
También el entonces ministro del Interior del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, Herbert Schnoor, intervino y dijo: «¡Sammy debe vivir!»
El 15 de julio, el camino de Sammy hacia la libertad tuvo un final feliz. Un buzo descubrió al caimán un metro bajo la superficie del lago y lo atrapó con sus propias manos.
«Sammy tiene miedo y está totalmente agotado», dijo Arnold a la prensa ese día.
«La primera vez que ví a Sammy me pareció que no era más que un lagarto grande. Y pensé: ¡Tanto revuelo por eso!», recuerda el hombre de 65 años con una sonrisa.
Pero entonces comenzó una odisea para el agotado Sammy. Primero se recuperó en el zoológico de Colonia y luego fue trasladado a su nuevo hospedaje en el zoológico de Falkenstein en Sajonia.
El dueño de Sammy luchó ante varios tribunales para recuperar a su mascota. Si bien durante un tiempo pudo llevársela con él, finalmente el Tribunal Regional Superior de Düsseldorf le negó en 1998 la restitución definitiva del reptil.
Con el tiempo, los cuidadores en el zoológico en Sajonia tampoco consideraron más a Sammy como un pequeño caimán inofensivo, tal como lo describía su dueño.
«No era manso, era un caimán muy salvaje», indicó el director del zoológico de Falkenstein, que en 2006 decidió trasladar al reptil por «razones de seguridad».
Desde entonces, Sammy, que ya había alcanzado el metro y medio de largo, vivió solo en un recinto para caimanes en Hesse hasta su muerte en 2013.
Por Petra Albers (dpa)
Foto: Wolfgang Thieme/Zentralbild/dpa