CARACAS (dpa) – La muerte del presidente Hugo Chávez, en el apremiante inicio de 2013, no logró derribar el muro de la división de los venezolanos entre partidarios y opositores del gobierno bolivariano. Más bien al contrario, ese muro echó nuevos cimientos con su sucesor, Nicolás Maduro, mientras una tormenta económica toca a las puertas.
Durante 14 años en el poder, Chávez estimuló la polarización del país, de la que sacó provecho en numerosos eventos electorales, y Maduro continuó esa misma ruta exacerbando las diferencias políticas, insistiendo en el socialismo como la meta ideal para la sociedad venezolana.
La división entre venezolanos quedó manifiesta en las elecciones que sucedieron a la muerte de Chávez. En abril de 2013, Maduro venció al opositor Henrique Capriles por una diferencia de 1,5 puntos porcentuales y las dudas que no fueron aclaradas por el sistema electoral profundizaron la desconfianza.
La investigadora universitaria Ruth Capriles, autora del «Libro rojo del resentimiento», explicó que Chávez se propuso «polarizar» Venezuela apenas salió libre de la cárcel tras su intentona militar de 1992, apelando al discurso de la lucha de clases.
«La continuación de la división de la población dependerá sin duda del lenguaje político. Si desmontáramos el lenguaje de confrontación creo posible que pudiéramos empezar a caminar hacia la unidad nacional. Pero claro, eso no sería la solución, sino un apaciguamiento del rencor», dijo a dpa.
El país atravesó episodios de violencia política desde 2002, tras el intento de golpe contra Chávez, pero todos los sectores consideraron alarmistas y sin sentido los augurios de una guerra civil. Ahora la gestión de Maduro se ha mostrado opuesta a los consensos políticos, a pesar de un escenario de precios petroleros más bajos y problemas económicos.
Maduro aumentó la presencia de militares en el gobierno, con la tarea de supervisar la reducción compulsiva de precios para contener la inflación, acusó a la oposición de sostener una «guerra económica» contra el país y incrementó los decibelios de su discurso político de confrontación.
«Apátridas» y «parásitos» son algunos calificativos que lanza a la oposición, a la que asimila a la burguesía y los «amigos» del imperio. «Hay dos visiones en el país: nosotros que defendemos al pueblo, en el socialismo, y los que creen en el capitalismo», afirmó en un reciente acto oficial.
Algunos dirigentes creen que llegó la hora de la reconciliación nacional, que el rumbo del país depende de un consenso entre las fuerzas del gobierno y de la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), pero nadie toma la iniciativa.
El último gran acuerdo de gobernabilidad en Venezuela se remonta a 1958, que reunió a los partidos Acción Democrática, el social cristiano Copei y Unión Republicana Democrática (URD) en el llamado pacto de Punto Fijo, a la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.
En la primera reunión de obispos en 2014, la Conferencia Episcopal Venezolana insistió en que la «primera necesidad de nuestra patria es el rencuentro de todos, mediante el diálogo y la reconciliación nacional».
El consultor sobre opinión pública Oscar Schemel, de la firma Hinterlaces, señaló que la etapa de la «revancha» parece haber quedado atrás, pero en la búsqueda de consensos el gobierno hablará desde una posición de fuerza.
«Desde hace tiempo se tiene una gran demanda de reconciliación, de paz. Eso está presente en las mediciones», dijo a dpa. «La agenda la impone el vencedor. El país se mantendrá polarizado con base a dos visiones. Para muchos la democracia no está amenazada», agregó.
A la vez, el sociólogo y columnista Tulio Hernández señaló que en el ambiente político venezolano el único «generador de diálogo es el poder, porque sólo el poder lo puede propiciar».
«¿Cómo hacemos para respetarnos, para no maltratarnos? Venezuela busca un pacto de gobernabilidad desde 1993, pero no lo ha logrado», indicó.
El partido opositor Movimiento al Socialismo (MAS) se retiró de la MUD para no hacerle el juego a la polarización. Al cumplir 43 años este enero, homenajeó la figura de Nelson Mandela como la inspiración que se necesita para el reencuentro.
«Hemos insistido en que la polarización es el peor de los males que agobia nuestra sociedad. Hoy todo el país, con la excepción de radicales, de cada lado, reconoce la necesidad del dialogo», dijo en una declaración.
Su secretario general, Felipe Mujica, dijo a dpa que «ojalá que Maduro no espere tener el agua al cuello» con los problemas económicos para buscar un entendimiento nacional.
«La polarización es una trampa, que le interesa al gobierno, pero la sufre el pueblo. Chávez era un experto en la polarización. Ojalá Maduro no espere que empeoren las cosas para dialogar», señaló.
El poeta Rafael Cadenas, elogiado por su obra en festivales internacionales, resumió la situación así: «Me preocupa un país dividido por el empeño de implantar el llamado socialismo y esa división es antibolivariana. Se puede luchar sin odio. Los sudafricanos han debido prestarnos a Mandela».
Por Néstor Rojas Mavares