Nairobi/Berlín/Cambridge (dpa) – El año pasado, la noticia sobre la muerte del rinoceronte Sudán en Kenia dio la vuelta al mundo.
En el mundo animal, el rinoceronte macho era una celebridad: Sudán era el último macho de rinoceronte blanco del norte que quedaba en el mundo. Con su muerte, la subespecie quedaba casi extinguida.
Sin embargo, existe la posibilidad de que la ciencia pueda salvarla, ya que aún hay dos hembras y esperma congelado. Científicos berlineses están utilizando tecnología de vanguardia para crear un pequeño rinoceronte blanco del norte.
Para aumentar la diversidad de especies en el mundo, genetistas y biólogos de todo el mundo van un paso más allá y tratan de «resucitar» animales que han estado extinguidos durante miles de años.
En las Universidades de Harvard y California (Santa Cruz), los científicos están utilizando los avances de la ingeniería genética para recuperar animales como el mamut lanudo o la paloma migratoria.
Los críticos de la «ciencia de la resurrección» no están de acuerdo: ¿Se trata realmente de proteger especies? ¿O estamos interfiriendo demasiado en la naturaleza?
Durante miles de años, los rinocerontes blancos del norte vivieron en enormes manadas en África Oriental y Central, hasta que llegaron las armas y los cazadores furtivos los exterminaron.
Ahora, el destino de esta subespecie depende de una placa de Petri.
Científicos del Instituto Leibniz para Investigaciones de Zoológicos y Vida Silvestre (IZW) quieren fertilizar óvulos de las últimas dos hembras que quedan en Kenia con semen de machos ya muertos e implantarlos en el útero de una hembra de rinoceronte blanco del sur, subespecie estrechamente emparentada con la variedad del norte.
Steven Seet, de IZW, explica que en primer lugar se probó el método. Recogieron óvulos de rinocerontas blancas del sur en zoológicos y los fertilizaron con semen del rinoceronte blanco del norte.
El embrión híbrido fue implantado en una hembra de rinoceronte blanco del sur. La transferencia se realizó con éxito, pero aún no se sabe si el embrión ha quedado adherido a la pared del útero.
A 6.000 kilómetros de distancia, en un laboratorio de la Universidad de Harvard en Boston, será revivido un animal extinto desde hace 10.000 años: el mamut lanoso.
A cargo de este proyecto está George Church, biólogo experto en manipulación de ADN. El animal no será clonado, el material genético encontrado en los mamuts no es suficiente para ello.
En cambio, Church y su equipo toman ciertos fragmentos de ADN del genoma del mamut y los insertan en células de elefante. Para ello utilizan modernas tecnologías como las tijeras biotecnológicas CRISPR-CAS9, con las que se pueden cortar secuencias de ADN y así «editar» el genoma.
Estrictamente hablando, no se creará un mamut, sino un animal completamente nuevo. «Estamos tratando de crear un elefante que sea resistente al frío y a la caza furtiva», explica Church y añade que para ello se reducirá, por ejemplo, el tamaño de los colmillos del animal para minimizar el riesgo de caza furtiva.
Church advierte que, aun si sale todo bien, habrá que esperar cuatro años hasta obtener los primeros resultados.
Mientras tanto, en la costa oeste de los Estados Unidos, Ben Novak está utilizando métodos similares para devolverle la vida a la paloma migratoria.
Hasta fines del siglo XIX, miles de millones de estas aves cubrían el cielo del área oriental de América del Norte. El último ejemplar salvaje fue abatido en 1900, la última paloma que subsistía en cautividad murió en 1914.
El investigador de la Universidad de California en Santa Cruz advierte que es probable que pasen de cinco a diez años hasta que nazcan los primeros pollos: «Probablemente entre 2015 y 2030».
La única subespecie animal que ha podido ser recuperada hasta ahora es el bucardo o cabra montés de los Pirineos. Antes de que muriera el último animal en el año 2000, se le tomó una muestra celular que fue posteriormente congelada.
Los embriones reconstituidos fueron implantados en hembras de cabra doméstica. Sólo una de ellas gestó a término una cría que fue traída al mundo por cesárea, pero que murió al cabo de pocos minutos.
Los partidarios de la desextinción, o recuperación de especies extintas, aseguran que no se trata de hacer titulares.
«Queremos utilizar las biotecnologías para contribuir a la conservación de la naturaleza y crear más biodiversidad», dice Ryan Phelan, jefe de la organización Revive and Restore, que apoya proyectos como el del mamut y la paloma migratoria.
Muchos científicos se oponen a estos esfuerzos. «Es una completa pérdida de tiempo», dice el biólogo evolutivo Stuart Pimm de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.
El científico está convencido de que, para proteger a las especies de la extinción, hay que resolver el verdadero problema: el conflicto entre humanos y animales.
Pimm teme que la investigación de Church y sus colegas cree una situación peligrosa. «Si puedes exterminar y revivir una especie, entonces ya no te preocupas más por preservar la especie en la naturaleza». Además, pregunta: «¿Qué haríamos con un mamut lanoso?»
Church ya lo sabe: quiere asentar al elefante mamut en Siberia. De esta manera se utilizaría un área enorme y poco habitada para crear un ecosistema para una nueva especie.
Además: «Ayudaríamos a frenar el cambio climático», asevera el biólogo. ¿Cómo? Los mamuts estamparían la nieve con firmeza y dificultarían el deshielo de los suelos. Como resultado se escaparían a la atmósfera menos gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano.
Al ecólogo ruso Nikita Simow le encantaría ver mamuts lanudos paciendo libremente por su parque. El científico ruso dirige una enorme reserva natural en el este de Siberia a la que le ha dado el nombre de Parque Pleistoceno. El área está destinada a reconstruir el ecosistema de aquel periodo.
«Church prometió que el primer mamut se soltaría en mi estación científica», asevera Simov al tiempo que admite que un solo animal no es suficiente para luchar contra el cambio climático: «Para tener un impacto decisivo en el clima mundial, se necesitan miles, cientos de miles de animales».
Por Gioia Forster, Christian Thiele y Christina Horsten (dpa)
Foto: Martin Schutt/dpa-Zentralbild/dpa