KOTA KINABALU (dpa) – Unas espesas nubes grises envuelven el avión cuando por los altavoces se escucha la voz del piloto anunciando el aterrizaje inminente en Tawau, en el este de Malasia. Tras unos pocos minutos, las nubes se dispersan y aparecen ante los ojos las exuberantes montañas, valles y llanuras verdes del estado de Sabah, recortados por ríos de aguas marrones.
A medida que se aproxima el aterrizaje, se revela que la masa de vegetación no es un bosque, sino terrenos y terrenos de cultivos de palma, de la que cuyo fruto se obtiene aceite. Se calcula que en Sabah hay plantadas 1,43 millones de hectáreas, un 20 por ciento de la superficie total del estado.
Durante las casi siete horas de trayecto en coche entre Tawau y Ranau, todo lo que uno alcanza a ver es una plantación tras otra de este cultivo oleaginoso interrumpido por lo que parecen ser los restos de un antiguo bosque. En algunas zonas de este recorrido de 440 kilómetros, el olor pútrido de los fertilizantes y herbicidas químicos usados en las plantaciones penetra en el minibus climatizado.
Según los conservacionistas, la transformación a gran escala de estos terrenos en plantaciones de palma y la incesante explotación de las montañas, donde la tierra también se utiliza para la agricultura, podría llevar a algunos de los animales y plantas de Borneo a la extinción.
Los bosques tropicales de Borneo figuran entre los más antiguos del mundo. Según las autoridades forestales, en Sabah estos bosques cubren unos 3,59 millones de hectáreas, pero sólo 910.914 se consideran vírgenes. En total, 2,68 millones de hectáreas tienen la clasificación de bosque comercial, lo que significa que puede explotarse.
John Payne, experto en el estudio del rinoceronte de Borneo y director de la Alianza por los Rinocerontes de Borneo, apunta que cuando llegó por primera vez a Tawau, en 1979, gran parte de la zona estaba cubierta de bosque. Según el experto británico, la destrucción de los bosques del norte comenzó ya en 1880, cuando los colonizadores ingleses comenzaron a talar sus árboles para obtener madera.
«Malasia, como la nación joven que es, debe confiar en sus recursos naturales para su desarrollo», afirma. «Por desgracia, hemos perdido gran parte de los bosques, animales y plantas que vivían aquí». Entre los más amenazados se encuentra el rinoceronte de Borneo, la especie de rinoceronte más pequeña existente en la actualidad.
Payne calcula que unos 15 rinocerontes pastan en los bosques de Sabah. «Pero podrían ser menos», añade, pues en los últimos dos años, pese al intenso rastreo, su equipo sólo ha encontrado huellas de dos de estos mamíferos.
En Malasia hay tres ejemplares de rinoceronte de Borneo en cautividad: uno, de edad avanzada, se encuentra en el zoo de Kota Kinabalu, la capital de Sabah, mientras que otra pareja vive en una reserva gestionada por el grupo de Payne con la esperanza de que se apareen, pero por el momento sin éxito.
Además de los rinocerontes, otra especie en peligro de extinción es el elefante pigmeo de Borneo. En noviembre de 2013, el gobierno de Sabah creó una reserva para estos paquidermos en los degradados bosques a lo largo del río Kinabatangan. Pero a comienzos de año, 19 elefantes pigmeos fueron hallados muertos en la zona, se cree que envenenados.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) apunta que también el orangután, que dentro de Asia sólo vive en Borneo y Sumatra, también ha pasado a ser una especie vulnerable debido a la pérdida de su hábitat. Según datos de WWF, la población de este primate gigante pasó de 20.000 en los años 80 a 11.000 en 2004.
«Este declive en su población en los últimos 20 años se debe a los planes de convertir los bosques en cultivos en las llanuras del este», añade WWF en un informe.
Junto a ellos, también está en peligro el Oso malayo, también conocido como oso del Sol. «Cuando el bosque desaparezca, también desaparecerá el oso», señala Siew Te Wong, director del Centro de Conservación del Oso del Sol. Aunque el experto no dispone de datos sobre su población en Sabah, sostiene que la cifra es mucho menor que la de los orangutanes.
No obstante, Siew manifestó su confianza en los esfuerzos del gobierno de Sabah por conservar el bosque restante y rehabilitar las áreas dañadas. «Sabah es el último bastión comparado con otras zonas de Borneo y el sudeste asiático», añadió.
Por John Grafilo