Nadie, o casi nadie, había oído hablar de ellas, pero a raíz de la elección de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos se convirtieron en un término cercano, del que escuchamos y leemos a diario. Una terminología utilizada en la mayoría de ocasiones para arremeter contra el adversario político.
Cada minuto se realizan más de tres millones de búsquedas en Google, se producen más de 900.000 accesos a Facebook y se envían cerca de 200 millones de emails. En el último año el uso del término “fake news” ha aumentado un 365% y en 2017 llegó a ser la palabra del año para el diccionario Collins
Lo cierto es que cada vez más las noticias falsas o «fake news» ocupan titulares en la prensa, unas veces para ser denunciadas y otras por ser utilizadas sin ningún tipo de escrúpulo.
Se trata de desinformación, un objetivo que se persigue para mantener líneas de pensamiento que no tendrían validación alguna si no existiesen las noticias falsas. Las “fake news” no son algo exclusivo de la izquierda o la derecha, del populismo o del fascismo. Es algo tan extendido que ha generado un grave problema: la posverdad, la información sugestionada o hacer parecer como hechos reales acontecimientos o hechos, incluso históricos, que quizás ni existieron.
Gobiernos preocupados
Los políticos han sido quienes más y ‘mejor’ han utilizado las “fake news”. Gobiernos de toda condición ideológica sin excepción.
En España el Gobierno ha aprobado un procedimiento de actuación contra las “fake news” mediante el cual monitorizará la información y podrá solicitar colaboración a los medios de comunicación para perseguir la «difusión deliberada, a gran escala y sistemática de desinformación, que persiguen influir en la sociedad con fines interesados y espurios».
El problema que surge de esta iniciativa es no tener muy claro si quien se ofrece a cuidar las gallinas es el mismísimo zorro, porque no sabemos si ese Gobierno utilizará en su beneficio esa herramienta para generar más “fake news” y desde luego no sabemos por qué un Gobierno, sea del signo que sea, es quien debe decidir sobre si algo es una “fake news” o no.