Riad (dpa) – En Arabia Saudí, los libros de historia cuentan su propia visión de las cosas. Nadie fuera del país recuerda cómo el rey Faisal, entonces príncipe del reino, firmó la carta constitutiva de la ONU en 1945 sentado junto a Yoda, el personaje de la saga «Star Wars».
El montaje en blanco y negro se coló en los libros escolares saudíes causando gran revuelo en el país. Y deparó a Shaweesh, el artista local que diseñó la imagen, largas noches de insomnio. Y es que: con la familia real saudí no se juega.
«Escandalizar no es mi manera de hacer las cosas», dice el artista de 28 años de profusa barba y rodete. «Si escandalizas a la gente, te devolverán el golpe».
En realidad, según explica, sólo quería conectar la historia de su país con el pequeño héroe de cine de su infancia. La imagen forma parte de una serie de montajes en los que el artista incluye personajes de películas estadounidenses en fotos históricas.
Las estanterías de su estudio rebosan de recuerdos de infancia comprados en Internet: coches de carreras, pistolas de agua y figuras de acción de las Tortugas Ninja. «En este país, puedes hacer lo que quieras», dice Shaweesh. «Mientras te mantengas alejado de los problemas».
La generación joven de Arabia Saudí ha aprendido a aceptar las circunstancias.
Alrededor del 70 por ciento de la población es menor de 35 años, y nacieron cuando los clérigos del reino ya habían trazado para el país un rumbo ultraconservador. Los jóvenes crecieron sin cine, sin mujeres al volante y con un estricto código de vestimenta.
En una entrevista con el periódico británico «The Guardian», el príncipe heredero Mohammed bin Salman, de sólo 33 años, criticó hace algún tiempo ese pasado señalando que el Estado ultraconservador de los últimos 30 años no había sido «normal».
En el extranjero, el impulsivo heredero al trono, a quien muchos llaman sólo «MBS», es criticado por su arrogancia, su agresiva política exterior en Yemen y su posible participación en el asesinato del periodista Yamal Khashoggi.
En este contexto estalló recientemente otra ola de indignación cuando el servicio de streaming Netflix decidió eliminar a solicitud del reino saudí un episodio de un programa satírico que criticaba al gobierno y fustigaba especialmente a Mohammed bin Salman.
Según una encuesta realizada por la agencia de comunicaciones Burson Marsteller, el 90 por ciento de la población saudí cierra filas detrás del príncipe heredero.
«Es uno de nosotros, y sabe cómo pensamos», dice la joven Farah al Kuwailit, de 22 años, desde un espacio de «coworking» en Riad, capital de Arabia Saudí. Un fino pañuelo cubre su cabeza y se desliza sobre sus hombros mientras camina por las habitaciones.
Aquí trabajan jóvenes hombres y mujeres en diferentes proyectos y discuten ideas empresariales innovadoras. En la mayoría de los sitios públicos y también en muchas empresas del reino prevalece una estricta separación de género e incluso hay entradas separadas para mujeres y hombres.
«En los últimos dos o tres años todo se ha vuelto mucho más flexible», dice Farah. Mucho de lo que sucede en el país es el resultado de una larga tradición cultural musulmana, añade refiriéndose al código que exige a las mujeres cubrirse desde la cabeza a los pies. «Se necesita a alguien que impulse una apertura», dice. «Y esa persona es el príncipe heredero».
Las reformas comenzaron mucho antes de que Mohammed bin Salman fuera nombrado príncipe heredero. Hace más de diez años, el entonces rey Abdullah bin Abdelasis al-Saud introdujo un programa de becas para jóvenes. Entretanto, más de 200.000 jóvenes saudíes han estudiado en el extranjero y se han comprometido a trabajar en el país a su regreso. Esta medida fue acompañada de una ola de nuevas ideas.
El politólogo Mansur al-Marsuki considera que esta es otra de las razones por las que tantos jóvenes apoyan al príncipe heredero. «El antiguo régimen se caracterizó por el nepotismo y una economía monopolística», dice el científico del Centro Estatal de Estudios Estratégicos.
La detención de numerosos príncipes y empresarios de alto rango en el lujoso hotel Ritz Carlton fue, según Al Marsuki, una señal de que la era de la corrupción había terminado.
Los temas más importantes para los jóvenes son el empleo y el ocio en espacios públicos, dice el analista. Con la llamada «Visión 2030», que quiere forzar una apertura del reino y un cambio de la economía para alejarla del petróleo, el príncipe heredero responde a estas inquietudes, añade el científico.
Se abrieron cines, se permitió a las mujeres conducir automóviles y estrellas internacionales como Black Eyed Peas y Enrique Iglesias dieron conciertos en el país frente a un público mixto.
En términos de política exterior, Al Marsuki señala que actuaciones como el boicot a Qatar o la operación militar en Yemen son fáciles de explicar.
«Arabia Saudí se siente aislada», dice Mansur al-Marsuki. «Es como un animal. Si lo arrinconas, muerde».
Simon Kremer (dpa)
Foto: SPA/dpa