(dpa) – Las generaciones jóvenes quisieron siempre llamar la atención a cualquier precio. Unos con cintas fluorescentes en la cabeza, que parecían como si apenas hubieran llegado de hacer ejercicios aeróbicos. Otros, provocativos con peinados con los pelos parados al estilo mohicano o punk. O bailando con vestimentas estridentes y ajustadas al ritmo del Love Parade.
Hoy, en cambio, lo que está de moda es llamar la atención pasando desapercibido. Muchos jóvenes señalan de forma demonstrativa: «¡No me mires! ¡No me hables! ¡Ni siquiera estoy aquí!». Y todo eso lo dicen con un único accesorio: auriculares.
Beate Grossegger, científica de la comunicación del Instituto de Investigación de Cultura Juvenil de Viena, explica por qué la «generación auriculares» se aísla de esta manera.
dpa: ¿Los jóvenes quieren simplemente escuchar música o hay algo más detrás de ello?
Grossegger: Sí, ellos se quieren aislar del espacio público, simplemente desengancharse. Así pueden eludir los problemas. Los auriculares actúan como protección de situaciones desagradables o al menos de amigos desagradables. Quien se aísla con auriculares de la vida diaria, demuestra que no quiere ser abordado. En especial los jóvens que quieren evitar las burlas no quieren exponer ningún blanco de ataque.
dpa: Pero las niñas también se sumergen bajo los auriculares, ¿de qué quieren protegerse?
Grossegger: Ellas quieren salirse especialmente de la vida familiar. Las jóvenes siguen teniendo más obligaciones familiares. Esto significa: «Presta atención un rato a tu pequeña hermana». O luego de la cena: «Levanta rápido la mesa». Los chicos son más listos y hace tiempo que lograron escaparse del tema. Las niñas ahora luchan contra esta injusticia con sus tapones en los oídos.
dpa: ¿Los padres no deberían pensar diferente?
Grossegger: Exactamente. Es la hora de que los padres despidan de sus reclamos y altas expectativas, y piensen en un comportamiento de género equitativo. Incluso con las hijas, el descanso debe ser aceptado como una actividad recreativa.
dpa: Escuchar la música fuerte es algo que siempre fue asociado a la juventud. ¿Qué es lo que ha cambiado?
Grossegger: En la era digital se escucha música por «streaming». Así, cada canción está disponible para cualquier estado de ánimo en cualquier momento. Y con el sonido puedo controlar el estado de ánimo en cualquier momento.
dpa: ¿Y cómo manejan los jóvenes sus estados de ánimo?
Grossegger: Ellos quieren controlar sus emociones. Y a través del sonido ellos regulan sus emociones. Esto funciona cuando están enojados o agresivos. Y también funciona para el mal de amores. El principio es simple: el sonido que escuchas en tus oídos debe ser más fuerte que los sentimientos que irrumpen en el mundo interior.
dpa: Aislarse, desconectarse, controlar el estado de ánimo, ¿esta generación ha hallado la estrategia de autogestión perfecta?
Grossegger: Sí, es muy astuta, y funciona. Los adultos pueden aprender de los jóvenes a escuchar simplemente un poco más sus instintos para protegerse.
dpa: ¿En que tipo de autoprotección piensa?
Grossegger: Por ejemplo, de la creciente contaminación acústica en los espacios públicos. Ya sea en el supermercado, en las tiendas de los centros comerciales o en algunas de las estaciones de metro, en todas partes te obligan a escuchar. Gran parte de lo que entra en nuestros oídos está más allá de las preferencias personales. Los adolescentes están tan enojados como muchos adultos. Sin embargo, reaccionan de manera diferente. No exigen oasis de silencio, pero reclaman su derecho a su propio sonido con la cultura de sus auriculares.
Por Claudia Wittke-Gaida (dpa)