TOKIO (dpa) – Cuando en 1975 José Antonio Abreu convocó el primer ensayo ignoraba cuál sería el resultado pero apenas vio a los 11 músicos que asistieron no tuvo dudas: «Eran tan entusiastas que yo en ese mismo instante entendí que el éxito estaba asegurado», dice el fundador de El Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.
El programa de educación musical, reconocido con el Príncipe de Asturias de las Artes y por la Fundación Polar, cuenta con unas 150 orquestas juveniles y 70 infantiles donde se han formado más de 350.000 jóvenes, en su mayoría de escasos recursos.
A sus 74 años, Abreu está de gira con la Sinfónica Juvenil de Caracas por Japón y Corea del Sur, donde recibió reconocimientos e impulsó diversos acuerdos con los países asiáticos.
«El objetivo es sembrar esta vocación en la mayor cantidad de jóvenes y niños posibles. Nuestro propósito es llegar al millón de niños y jóvenes tocando y cantando en Venezuela», cuenta el músico y también economista durante una entrevista con la agencia dpa en Tokio, donde habló del pasado, presente y futuro de su creación.dpa: ¿Recuerda el día que comenzó todo en El Sistema?
Abreu: Claro. Era alumno de la escuela superior de música. Teníamos una orquesta sinfónica en Venezuela y el 70 por ciento de los músicos eran extranjeros. Comenzó a gestarse la idea de organizar un sistema para tener al menos una gran orquesta venezolana.
dpa: ¿Y qué pasó?
Abreu: Se organizó un ensayo (el 12 de febrero de 1975) para explorar. Fue un miércoles y al sábado siguiente llegaron 40 muchachos de otras ciudades. En el tercer ensayo ya había 70. Era evidente que el crecimiento iba a ser muy rápido. Y el 30 de abril pudimos estrenar la orquesta.
dpa: ¿Cómo hizo para que El Sistema sobreviva a todos los gobiernos, varios de ellos muy distintos entre sí?
Abreu: Porque la Orquesta tiene en sí misma su razón de ser, de vivir y de perpetuarse. La hora más feliz del día es la hora del ensayo. La expectativa más gozosa de los muchachos es el próximo concierto. Y cada concierto es más triunfante que el anterior. Eso mantiene a los jóvenes en una tensión continua para seguir el trabajo y para perfeccionarlo. Así se fue incorporando en todo el país El Sistema.
dpa: ¿Por dónde pasa entonces el éxito?
Abreu: En la motivación y en el contenido del trabajo. No es una pedagogía aburrida, monótona. Es una dinámica emocionante y, sobre todo, muy exigente. Mientras más se exige a los jóvenes más dan. El grado de exigencia propendiendo a la excelencia es un factor fundamental en el éxito de El Sistema.
dpa: ¿Quién es Abreu fuera de El Sistema?
Abreu: Un músico venezolano joven. Ya no soy joven, por supuesto, pero en aquel momento era un hombre joven que había concluido su formación universitaria en economía y la estaba ejerciendo, sin dejar la función musical, porque yo tenía continuamente recitales de piano, clavecín, órgano… Estaba muy activo musicalmente. Pero tenía la profunda frustración de encontrarme en un país con una sola orquesta cuando Argentina, Brasil y México ya habían alcanzado un gran desarrollo musical.
dpa: Ser economista y músico parece antagónico, ¿Cómo se explica?
Abreu: No, no es antagónico. La economía es una profesión técnica que permite un desarrollo determinado de la personalidad en el campo profesional no artístico. La música, como arte, complementa de forma admirable el otro ejercicio, llena el espíritu de una manera muy especial, estimula el alma en un sentido especialísimo y sobre todo cuando está asociada a la docencia se convierte en algo sublime.
dpa: ¿Cómo le gustaría ser recordado?
Abreu: Como un músico que dedicó su vida básicamente al fomento de la educación musical en su país.
dpa: ¿Cómo ve el futuro de El Sistema cuando usted ya no esté?
Abreu: Maravillosamente bien porque se están formando centenas de miles de muchachos, todos con una vocación musical apasionada, deseosos de trabajar duro, conocedores de su misión y capaces de ejercerla.
dpa: ¿Qué es la música para usted?
Abreu: La expresión más elevada del espíritu, después de la religión. Es un arte de una capacidad inmensa para motivar el alma, para expresar el alma, para sembrar valores positivos y afirmativos que tienen que ver con la armonía, la concordia y el amor.
dpa: El talento, la intuición, el trabajo… ¿En qué cree?
Abreu: Primero que todo creo en dios. En lo que significa creer en dios, es creer en lo más alto. Creer en los valores supremos de la vida y en la entrega a los demás como camino ideal de la vida. Es decir, la vida concebida como servicio es lo que me parece a mí la cumbre de un ideal existencial. Todos los días siento la ayuda de dios y su presencia en los niños.
dpa: ¿Algo lo sorprende?
Abreu: Pocas cosas me sorprenden ya. Pero si algo me sorprende es, cada día más, el talento que encuentro en los niños más pobres. El potencial de los niños más desvalidos.
dpa: ¿Por qué cree que está ahí ese talento?
Abreu: Me imagino que es producto de la voluntad de dios, que quiere entregarle al niño más desvalido el tesoro espiritual más grande y luego la circunstancia de que es un país de retos, abierto, todo horizonte, todo caminos, como lo ha llamado Rómulo Gallegos. Estamos en la encrucijada de esos horizontes. Mi mensaje es que cada músico en el mundo debería convertirse en un apóstol de su arte y dedicar su vida a sembrar su arte en los niños y convertir su música en instrumento al servicio de la humanidad.
Por Ignacio Pereyra