Berlín, 30 dic (dpa) – Cuatro años después de su primer concierto de Año Nuevo con la Filarmónica de Viena, el director argentino-israelí Daniel Barenboim regresa a orillas del Danubio. Tiene la impresión de que entre él y la orquesta ha surgido una «relación amorosa» desde entonces, «sino no me habrían invitado», comenta en entrevista con dpa.
El concierto de Año Nuevo tiene como punto central en esta ocasión la conmemoración del inicio de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, también se podrán escuchar los populares valses de la dinastía Strauss.
dpa: En 2009 ya dirigió el concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. ¿Existe una relación amorosa entre usted y «los vieneses»?
Barenboim: Debería preguntar a los dos lados, pero por mi parte absolutamente. Sin embargo, debo suponer que la orquesta también me quiere, sino no me habrían invitado (risas).
dpa: ¿Qué le seduce del concierto de Año Nuevo?
Barenboim: En primer lugar, la Filarmónica. No se deberían comparar orquestas. Existen diferentes orquestas que tocan a un gran nivel. No obstante, hay determinadas cosas que pertenecen casi en exclusiva a «los vieneses» y este programa es una de esas cosas. Me fascinó el entusiasmo y cariño con el que ensayaron hace cuatro años. Se podría pensar que tocan un repertorio de este tipo con el piloto automático en marcha, pero nada más lejos de la realidad. No han perdido aún la curiosidad.
dpa: El ignorante podría pensar que entre cada uno de los valses no existe apenas diferencia…
Barenboim: Para nada. Los valses son mucho más diferentes de lo que se cree. Algunos son más serios, otros más melancólicos. Existe el ritmo de los valses de Viena en los que el segundo golpe viene algo más pronto y el tercero algo más tarde. Y existen diferentes maneras de tocarlos, la duración de los tonos y el fraseo. Una orquesta así, que domina a la perfección el estilo y que mantiene la curiosidad y reflexiona, es una revelación.
dpa: ¿Puede acordarse de su primera impresión sobre esta orquesta?
Barenboim: «Los vieneses» fueron la primera orquesta de nivel internacional que escuché. Venía de Argentina, tenía nueve años y escuché en 1952 en Salzburgo un concierto y una ópera. Con todo respeto para la orquesta argentina, ¡jamás había oído una cosa igual! Después en la década de los 60 toqué el piano bajo la dirección de Zubin Metha y Karl Böhm en Salzburgo.
dpa: ¿Qué es lo que hace tan especial a la Filarmónica de Viena?
Barenboim: Su sonido está unido a la idea del canto y del baile. Los músicos cambian siempre del podio de la orquesta al foso de la ópera y ganan con ello asociaciones a los textos y voces procedentes de las puestas en escena, una riqueza que no puede concebir cualquier orquesta. Y puesto que «los vieneses» no tienen un director de orquesta jefe, no esperan pasivos a que un director los anime, sino que tienen ya su propia idea del sonido. En el mejor de los casos surge una maravillosa unidad con el director, que no podría surgir si el director tiene que decir todo o si la orquesta no escucha al director.
Por Esteban Engel