Fráncfort del Meno (dpa) – Mide apenas entre 0,063 y 2 milímetros pero es uno de los bienes más codiciados en el mercado mundial.
La Organización de Naciones Unidas informó hace poco que después del agua, la arena es la materia prima más comerciada a nivel global. Su programa para el Medio Ambiente (PNUMA) cifró su volumen de ventas en 40.000 millones a 50.000 millones de toneladas al año.
La arena se encuentra en el vidrio, la cosmética, los focos de los automóviles, las pantallas de los teléfonos inteligentes y la pasta de dientes. Con sus granos se puede filtrar agua, limpiar fachadas o hacer que los trenes frenen mejor.
Quien más necesita de la arena y la más gruesa grava es el sector de la construcción para fabricar el hormigón. Sin esta masa gris, las casas y puentes serían inestables y las calles estarían llenas de baches.
Sin embargo, aunque hay grandes cantidades de arena en el mar, sus existencias se están reduciendo. De acuerdo con el PNUMA, la demanda de arena y grava se triplicó en 20 años en el marco del auge global de la construcción. Y es que la población mundial crece y fluye hacia las ciudades.
La rica Singapur, el importador más grande de arena del mundo, amplió su superficie en 130 kilómetros cuadrados en 40 años. Se estima que, solo para ello, se importaron en los últimos 20 años unas 500 millones de toneladas de arena.
Sin embargo, de acuerdo con el PNUMA, a nivel global, la arena se consume más rápido de lo que se la produce, por ejemplo, por el desgaste de las piedras.
También en países como Alemania hace falta arena para la construcción. Si bien hay grandes existencias, se encuentran en zonas protegidas, bajo zonas de vivienda y oficinas, calles y vías ferroviarias. Es difícil generar nuevos pozos de arena y grava: pocos vecinos los ven con buenos ojos.
Es cierto que hay mucha arena en los desiertos alrededor de todo el globo, pero no se la puede usar. Su arena es muy fina y no se aglutina bien para las mezclas de hormigón. Además, el viento del desierto va erosionando la arena. Esto hace que incluso los países desérticos deban importarla.
La pequeña empresa MultiCon de la ciudad alemana de Múnich desarrolló por eso una técnica para lograr que las arenas más finas puedan ser empleadas para fabricar hormigón.
Para ello, según explica el director técnico Helmut Rosenlöcher, la arena es molida hasta formar una especie de harina y a través de un proceso de peletización se la transforma en un granulado más grande, en pellets. Este producto hecho con arena del desierto es mezclado luego con cola de cemento fabricada en mezcladoras de alta velocidad.
«La demanda en Medio Oriente es enorme», explica Rosenlöcher. Vendió máquinas a Dubai y Egipto y cerró contactos comerciales en Jordania, Arabia Saudí y Kuwait. MultiCon trabaja con el fabricante de maquinarias Haver & Boecker de Oelde.
Este proceso podría ayudar un día a reducir la extracción ilegal de arena. «Se erosionan ríos, deltas y costas, florecen las mafias de la arena», advierte el PNUMA.
En Marruecos, unos traficantes sacaron tanta arena de una franja costera que ya sólo quedaron piedras. En las playas que quedan así es muy difícil promover el turismo y además aumenta el riesgo de inundaciones.
«La mafia de la arena sólo puede trabajar porque no se cubren las necesidades de hormigón», dice Rosenlöcher. Tampoco debería transportarse arena de Australia, que daña el medio ambiente con grandes emisiones de CO2. En lugar de ello, añade que se puede obtener arena del desierto en el mismo lugar.
MultiCon no es la única empresa que ensaya nuevas formas de obtener arena. El empresario Gerhard Dust, de la ciudad alemana de Turingia, desarrolló un sistema para fabricar ladrillos de arena o escombros.
«Funciona como el Lego», dice. Dust usa resina de poliéster como aglutinante para fabricar hormigón polímero con arena o escombros. «Es más duro que el granito y se endurece en 20 minutos», asegura Dust. También se puede emplear para ello la arena del desierto.
Su objetivo no es, sin embargo, la industria de la construcción, sino combatir la pobreza: estos ladrillos pueden ser de ayuda para las personas en regiones en crisis o tras catástrofes naturales, ya que permiten construir rápidamente casas con material que hay en el lugar.
«La construcción de una casa con 60 metros cuadrados lleva sólo un día», afirma Dust, que fundó la empresa Polycare en 2010 tras el terremoto de Haití.
La compañía está autorizada en África y ya cuenta con una primera fábrica en Namibia. Mientras, se llevan a cabo negociaciones en otros países como Ghana, Senegal, Sudáfrica y Ruanda.
La desventaja de este procedimiento es que la resina de poliéster no es sostenible y se obtiene del petróleo. Dust señala que Polycare trabaja por ello en ir obteniéndola cada vez más de botellas PET recicladas. En Alemania, la técnica de construcción de Polycare aún no está autorizada.
Estas start-ups no podrán compensar tan rápidamente la falta global de arena. «La idea de MultiCon es buena, pero deja muchos interrogantes abiertos», dice Barbara Leydolph del Instituto para la Investigación Aplicada de la Construcción en la ciudad alemana de Weimar.
Los pellets -los pequeños cilindros de material resultantes- que fabrica aún deben ser resistentes a las heladas y recibir un tratamiento adicional para soportar cargas pesadas.
La empresa tampoco presentó aún una solicitud para ser admitida en el Instituto Alemán de Técnicas de la Construcción. «Aún hay mucho trabajo por hacer», afirma.
El PNUMA pide en tanto regulaciones internacionales para la extracción de arena. El director de proyecto Pascal Peduzzi dice que la arena puede ser reemplazada en parte en los edificios por productos como el serrín.
Afirma que las empresas deberían desarrollar materiales reciclables para la construcción. «Nuestra sociedad está construida en el sentido más real de la palabra sobre arena», asegura.
Por Alexander Sturm (dpa)
Foto: MultiCon/dpa