Berlín, 12 oct (dpa) – Sede de poderosas empresas como BMW, Siemens, Adidas y Allianz, el rico estado de Baviera, en el sur de Alemania, acudirá este domingo a las urnas en unas elecciones que podrían desencadenar un cambio político en todo el país y el fin de la era de Angela Merkel.
Con sus bucólicos paisajes montañosos, castillos de cuentos de hadas, trajes regionales como los famosos pantalones de cuero («Lederhosen») y su música folclórica, el feudo de la conservadora Unión Cristianosocial (CSU) lleva años forjando la imagen exterior de Alemania.
Sin embargo, en septiembre de 2015, su tranquilidad se hizo añicos al convertirse en la principal vía de entrada de los cerca de 900.000 refugiados que ese año llegaron al país.
Los bávaros evolucionaron desde una inicial acogida humanitaria a un temor por los cambios que estas personas podían generar en sus hasta ahora apacibles vidas. La cuestión migratoria se erigió en el principal caballo de batalla de la CSU a nivel nacional, como partido hermanado de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, en un intento por salvaguardar su mayoría absoluta en la segunda región más poblada de Alemania por detrás de Renania del Norte-Westfalia.
Parece que la estrategia no les salió como pensaban. Los últimos sondeos apuntan a una fuerte caída del partido liderado por Horst Seehofer, ministro del Interior alemán, con un resultado en torno al 33 por ciento, lejos del 47,7 por ciento de 2013. Esto podría hacer rodar las cabezas tanto del barón como del primer ministro bávaro, Markus Söder.
«La CSU se encamina hacia una catástrofe en las elecciones bávaras. Seehofer está luchando por algo más que su poder. Se trata de su existencia», escribió el diario económico alemán «Handelsblatt».
Las elecciones, para las que están habilitados 9,5 millones de electores, llegan en un momento de gran inestabilidad a nivel nacional precisamente por la CSU: debido a las formas de Seehofer el partido se convirtió en el principal quebradero de cabeza de Merkel después de lograr formar Gobierno el pasado marzo tras las arduas negociaciones que siguieron a las elecciones de septiembre de 2017.
Seehofer no ha dudado en desencadenar una crisis tras otra, como cuando a finales dio un ultimátum para imponer sus exigencias en política migratoria, las cuales que fueron vistas por muchos como una campaña electoral.
De esta manera, los comicios bávaros se han convertido en mucho más que unas simples regionales: son unas elecciones que pueden golpear la torre de marfil de la canciller Angela Merkel y precipitar su caída. Un cambio en el liderazgo de la CSU podría proporcionar una excusa más al Partido Socialdemócrata (SPD) para poner fin a la coalición que tiene con los conservadores haciendo uso de la cláusula de revisión a los dos años.
«Si las cosas se ponen feas el domingo, afectará primero a Seehofer», dicen en círculos de la CSU. «Sin embargo, una cosa es cierta y es que no dejará sus cargos sin pelear, ni el de presidente del partido ni el de ministro de Interior alemán», escribió la publicación germana «Der Spiegel». «La política es su vida, se trata de su existencia», agregó.
Durante más de 70 años, la CSU ha sido la encargada de velar por las tradiciones bávaras. Pero la sociedad ha cambiado. La población en este estado superó este año la marca de los 13 millones de personas, con un 12,6 por ciento de extranjeros. A ellos se suman los numerosos alemanes que acuden en busca de trabajo y bienestar a la región, que tiene la tasa de desempleo más baja de Alemania (2,8 por ciento) y algunos de los salarios más altos del país.
La CSU se enfrenta ahora a unas elecciones desagradables consciente de que ha perdido los votantes más liberales que se alejan de posiciones xenófobas y cuyas preocupaciones van desde el problema de la falta de vivienda hasta la protección del medio ambiente. Esta parte del electorado ha girado hacia Los Verdes, que con un 19 por ciento de los votos, según los últimos sondeos, se convertiría en la segunda fuerza de la región.
En la vecina Baden-Württemberg, igualmente próspera y conservadora, Los Verdes son ya la fuerza más votada. Su moderación y su giro hacia el centro les sumó muchos votos y ahora gobiernan en coalición con los conservadores, algo que podrían querer copiar los bávaros.
El tercer partido más votado sería el SPD con un 12 por ciento, seguido del partido populista de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), que con un diez por ciento entraría por primera vez en el parlamento regional bávaro, a pesar de que el célebre líder de la CSU Franz Josef Strauss dijera en su día que nunca debería haber un partido más a la derecha de la CSU.
El domingo se verá si se cumple la peor pesadilla de los conservadores y si el esfuerzo de Söder de vender la imagen del éxito económico propiciado por años de Gobierno de la CSU es suficiente para convencer al electorado. «Si Berlín es pobre, pero sexy (eslogan de la capital alemana), en Baviera somos ricos y encantadores», se afanó en proclamar Söder en campaña.
Por Almudena de Cabo (dpa)