Johannesburgo (dpa) – Peligroso, caótico, repleto de basura y descuidado: el rascacielos Ponte City de Johannesburgo fue considerado durante mucho tiempo como «el paraíso de los gánsteres», el edificio supuestamente más peligroso de África.
Un lugar de aspecto casi apocalíptico donde el autor alemán Norman Ohler sitúa la trama de su libro «Ciudad de oro», sobre narcotraficantes nigerianos.
Tras una renovación completa, el edificio se ha convertido en la atracción turística más solicitada de la antigua ciudad minera de Johannesburgo.
«Casi el 95 % de los que vienen son turistas», dice Gilber Mwapé, que muestra los alrededores a los visitantes, «muchos proceden de Alemania, Francia o Estados Unidos». Los sudafricanos vienen poco por aquí, dice este nativo congoleño. Y añade: «Esperamos revertir la tendencia».
Desde el piso 52, la vista se extiende hasta el suburbio de Sandton, donde se erige el edificio residencial más alto de África, la Torre Leonardo, de 234 metros de altura, inaugurada a finales de 2019.
Es una especie de contrapunto al Ponte City: tras el fin del apartheid, el mundo financiero de Johannesburgo construyó allí un nuevo rascacielos.
Por su parte, la Ponte City, de forma cilíndrica, fue inaugurada en 1975. Sus 173 metros de altura representan la historia cambiante de la ciudad.
Como un hito visible desde lejos, se diría un faro en medio de la misera que reina en el distrito de Hillbrow, fue codiciada primero durante la época del apartheid y convertida luego en un centro anárquico en el que todavía en ocasiones se abren paso el caos, la suciedad y la violencia.
Ponte City fue inicialmente una pequeña ciudad con piscinas, restaurantes y boutiques para la élite blanca. Antes de que finalizase el apartheid, el edificio se transformó en un tugurio vertical de 54 pisos.
En el interior hueco, la basura a veces se apilaba hasta alcanzar varios pisos de altura. Los gánsteres sin escrúpulos tenían el bloque de pisos bajo control, donde casi todo estaba disponible, desde sexo hasta drogas y armas.
Después de la caída del régimen segregacionista, el edificio quedó bajo el control de los denominados «señores del tugurio» -slum lords- que decidían quién ocupaba los abandonados apartamentos: diseñado para un máximo de 3.500 personas, el rascacielos llegó a albergar hasta 10.000.
El campeonato mundial de fútbol de 2010 supuso un punto de inflexión e hizo de la torre cilíndrica un símbolo de esperanza. La basura fue retirada, los apartamentos renovados y la seguridad fue drásticamente reforzada.
Hoy en día, el acceso a su interior está condicionado al escaneo de huellas digitales y cerraduras de seguridad. Es como entrar en una fortaleza rigurosamente asegurada.
La organización de ayuda Dlala Nje, dirigida por el periodista Nickolaus Bauer, tiene desde hace varios años una oficina en Ponte City. Su intención es intentar dar un giro a la imagen negativa del edificio y al mismo tiempo orientar a niños y jóvenes. También organiza visitas guiadas al rascacielos.
«Hasta ahora hemos tenido más de 20. 000 visitantes», calcula Bauer, cuyos antepasados emigraron de Austria a Sudáfrica.
La idea de organizar visitas nació después de que se rodase una de las muchas películas en el rascacielos, tras lo que el público sintió una gran curiosidad por el edificio.
Aunque la organización apenas los publicita, estos tours apenas tienen demanda interna. La mayoría de los visitantes proceden del extranjero.
«Muchos jóvenes, pero también pensionistas», explica Bauer y suspira: «El príncipe Harry y su esposa Meghan querían hacer aquí una parada durante su visita al país, pero el servicio de seguridad personal sudafricano se mostró demasiado escéptico».
Quien sí materializó la visita fue el artista francés Damien Régnier, que terminó su primera gira por Sudáfrica visitando Ponte City. «Nos enteramos de que era posible visitar el rascacielos por nuestra guía de viaje», aseguró.
Poco antes de abandonar el país, él y su compañera Laetitia Oodoomansaib subieron hasta el piso 52. Allí, la vista se extiende hasta Sandton, que con sus centros comerciales es considerada actualmente la milla más cara de África.
La Torre de Ponte, como el distrito de Maboneng, antes deteriorado pero ahora cada vez más de moda, es una especie de contrapunto de Sandton. En el rascacielos incluso se celebran eventos festivos. Mwapé: «Tenemos muchas peticiones de empresas que quieren festejar el fin de semana disfrutando aquí de una magnífica puesta de sol».
Por Ralf E. Krüger (dpa)