Berlín (dpa) – «Un hilo mejor para una vida mejor». Bajo este eslogan, la empresa estadounidense DuPont presentó su última innovación en la Feria Mundial de 1939 en Nueva York: el nailon.
El 15 de mayo de 1940 se produjeron situaciones tumultuosas en los centros comerciales. Las mujeres se peleaban por comprar las primeras medias de nailon producidas en serie y en algunos casos incluso debió intervenir la policía. Aquella jornada quedó marcada en la historia norteamericana como el «Día del Nailon».
Un mito había nacido. Y el responsable fue Wallace Hume Carothers, el director de investigación de DuPont, creador de la primera fibra totalmente sintética en base a carbono, hidrógeno y oxígeno.
¿Pero por qué las mujeres estaban tan extasiadas? «Todas las mujeres soñaban con medias de seda de verdad, pero eran muy caras», explica Elisabeth Hackspiel-Mikosch, profesora de Teoría de la Moda e Historia de la Moda en la Academia de Moda y Diseño (AMD) de la ciudad alemana de Düsseldorf.
Hasta entonces, una alternativa económica era la seda artificial a base de celulosa. «Pero el nailon era más elástico, más duradero, estable y fácil de lavar. Además, simplemente hacía que las piernas lucieran bellas», explica la experta.
A partir de allí, una gigantesca campaña publicitaria de DuPont disparó las ventas. Una pierna con medias que se eleva a metros de altura en el cielo, o dos mujeres que simulan una especie de tira y afloja con las medias de nailon en las ferias comerciales para demostrar la calidad fueron imágenes que ayudaron a generar el auge.
Casi al mismo tiempo, el químico alemán Paul Schlack desarrolló una fibra casi idéntica para la empresa IG Farben a finales de la década de 1930: el perlón. En lugar de una amarga disputa legal, ambas partes acordaron los derechos de uso y la división de los mercados.
El tiempo en el que ambas compañías ganaron enormes cantidades de dinero vendiendo las medias no duró mucho. Pronto el nailon y el perlón se utilizaron exclusivamente para equipos de guerra, para la producción de paracaídas, tiendas de campaña o cuerdas.
Solo después del final de la Segunda Guerra Mundial se reanudó la producción civil, más rápidamente en Estados Unidos que en Alemania.
En este país, las mujeres se vieron beneficiadas con los recuerdos que traían los soldados estadounidenses, entre ellos medias de nailon. Quizás por ello también se las comenzó a llamar burlonamente como «la moneda del borde de la cama».
Pero las medias representaban mucho más. «Después de años de privación, las mujeres volvieron a tener ganas de elegancia», dice Hackspiel-Mikosch.
Christian Dior también lo reconoció y en 1947 creó el «New Look», una imagen radicalmente femenina de mujeres con cinturas estrechas, caderas y pechos acentuados. Las medias de nailon proporcionaron una pequeña dosis de elegancia.
Al mismo tiempo, las medias también se convirtieron en símbolo de una imagen retrógrada de la mujer. Cuando los hombres estaban en guerra, las mujeres asumieron el papel activo en el mundo laboral y en la sociedad, al que ahora debían renunciar. Las medias formaban parte de una producción femenina destinada a encontrar a un hombre acomodado.
«Hasta los años 70, las mujeres en pantalones eran mal vistas en el paisaje urbano», recuerda Hackspiel-Mikosch. La experta señaló que cualquiera que no tuviera acceso a medias genuinas podía usar una sustancia para la piel de las piernas, que se aplicaba como maquillaje, e imitar la costura negra con un lápiz delineador.
A propósito: La fina línea en el dorso de la media que inspiraba las fantasías de los hombres no era una frivolidad, sino que tenía una causa práctica: al principio no había máquinas circulares para tejer este delicado material.
Según algunas versiones, el nombre «nylon» deriva del lema «No run» (no se rompe). Pero esto resultó ser una ilusión. Las medias con roturas se reparaban en talleres especiales porque la moda de los años 50 no era un producto desechable.
Durante mucho tiempo era impensable prestar atención a las medias porque la pierna femenina era invisible, escondida bajo las faldas largas hasta el suelo.
No fue hasta la década de 1920 que se liberó y comenzó la marcha triunfal de las medias de seda. Desde entonces, las medias y la moda vivieron una especie de simbiosis. Si los bordes de las faldas se deslizaban hacia arriba, había que tirar de las medias.
Cuando se impuso la minifalda en los años 60, las medias que se llevaban con portaligas ya no servían y entonces se comenzaron a usar las pantimedias.
El mundo de la moda en general también adoptó las fibras sintéticas. Las camisetas de nailon de los años 50 y 60 representaban la fe ciega en el progreso y eran extremadamente prácticas. La gran desventaja era que al poco tiempo de usarlas se comenzaba a sudar copiosamente, acompañado de un olor penetrante.
El auge del nailon volvió en los años 80, pero no en las piernas sino en la espalda gracias a la mochila negra de Miuccia Prada. «Quería conseguir lo que era casi imposible: convertir el nailon en lujo», dijo una vez sobre esta creación. Para el verano de 2019, Prada trajo de vuelta a la pasarela la media de nailon hasta la rodilla.
Mientras tanto, ante la demanda de productos más sustentables, llegó el «nuevo nailon», el econyl, obtenido a partir de redes de pesca antiguas y residuos plásticos.
Prada se ha propuesto no utilizar ningún nylon nuevo a partir de 2021. La firma británica Burberry presentó este verano una colección de este material reciclado, con gabardinas, batas cortas, parkas y accesorios.
Por cierto, Wallace Hume Carothers ni siquiera llego a ver el lanzamiento al mercado de las medias de nailon porque se quitó la vida en 1937.
Por Axel Botur (dpa)