Eupen (dpa) – Las luces ya están apagadas en la sala de plenos del Parlamento en la localidad belga de Eupen, pero en otra de las salas del edificio se comienza a trabajar en un experimento democrático: el diálogo permanente con la ciudadanía.
Se trata de 24 ciudadanos de diferentes edades y clases sociales que trabajan propuestas de leyes que después, el «verdadero» Parlamento analizará y eventualmente aprobará.
La mayoría de miembros de este consejo ciudadano de Eupen, la principal localidad germanoparlante del oeste de Bélgica y situada a apenas 12 kilómetros de la frontera con Alemania, ha sido elegida por sorteo y no ha tenido nada que ver hasta entonces con la política activa.
Por ejemplo, Marion Decker (de 50 años) trabaja en marketing, Didier Lejeune (de 48 años) es jefe de obra y Alice Threinen (de 32 años) es abogada. Pero a todos ellos les une la idea de que la participación ciudadana sí puede aportar algo. «Me he sentido orgullosa y honrada de haber salido sorteada de entre mil personas», dijo Decker.
Experimentos de este tipo también existen en Alemania. «El diálogo con la ciudadanía es algo que se da cada vez más, se está expandiendo enormemente», asegura Hans Lietzmann, director del Instituto para la Investigación de la Democracia y la Participación de la universidad alemana de Wuppertal. Hace 15 años, agrega, la participación ciudadana prácticamente ni existía.
Desde mediados de año, en Alemania está en marcha el «Consejo Ciudadano Democracia», un consejo integrado por personas elegidas al azar que en septiembre eligió una serie de propuestas que el 15 de noviembre fueron presentadas al presidente del parlamento alemán, Wolfgang Schäuble.
Una de las propuestas fue precisamente la creación de un fondo para el diálogo ciudadano con el que se ayude a los municipios a crear este tipo de instituciones. Los diputados del Parlamento nacional analizarán las propuestas presentadas a partir de 2020.
En Eupen, la distancia entre los políticos y los ciudadanos es más corta. Es por ello que se celebran desde hace tiempo este tipo de encuentros ciudadanos, según explica el ex presidente del Parlamento local Alexander Miesen, considerado el impulsor del consejo de diálogo permanente.
«Nos dimos cuenta que a este tipo de acciones siempre acudían los mismos», señala. En febrero de 2019 se decidió implementar que la institución fuese de carácter permanente y que sus integrantes fuesen elegidos por sorteo.
Del millar de personas que se inscribieron, 754 no se presentaron y 140 lo rechazaron, pero hubo 115 que se mostraron dispuestas a comprometerse con el diálogo con la ciudadanía. De entre esos voluntarios salieron los doce integrantes del consejo, que constituyen una representación transversal de la población.
Los otros 12 miembros del consejo ciudadano proceden de los grupos parlamentarios, así como de un consejo ciudadano previo creado para abordar el tema del cuidado de los niños.
La abogada Threinen estuvo hace dos años y le entusiasmó que muchas de las propuestas acabasen convirtiéndose en realidad. «Si eso no hubiese ocurrido, no hubiese participado de nuevo», señaló.
En Eupen y alrededores viven unos 77.000 belgas germanoparlantes. Tienen su propio Parlamento, así como su primer ministro y pueden decidir de forma autónoma sobre muchos temas como la educación, la sanidad o asuntos sociales.
Si esta forma de democracia tiene una ventaja sobre los diputados de dedicación plena es «inocencia ciudadana y el sentido común», según indica el investigador Lietzmann.
Tras un periodo breve de adaptación, todos trabajan de una forma muy focalizada en la búsqueda de soluciones, lejos de las reflexiones estratégicas de los partidos políticos.
Su labor se ve enfrentada a la apatía política que se respira actualmente, señaló recientemente un estudio sobre la juventud, que indica que los jóvenes creen en la política, pero su confianza en los políticos y las instituciones es escasa.
Así las cosas, ¿son estos consejos para el diálogo una forma de hacer frente a esa apatía? En opinión de Lietzmann, sí. Su instituto ha demostrado una y otra vez que la participación ciudadana siempre contribuye a revertir ese tipo de tendencias. «Las personas sienten que se las escucha, se las tiene en cuenta y se les toma en serio».
También Alexander Miesen confía en que el diálogo ciudadano en Eupen contribuya a aumentar el entendimiento entre políticos y ciudadanos.
«Yo creo que uno de los efectos es lo que se aprende, que no todo es tan fácil como en ocasiones se debate en Facebook o en la barra de un bar«, señala. Agrega que, al mismo tiempo, los políticos también pueden aprender mucho de las diferentes experiencias vitales de los ciudadanos.
El Parlamento no está obligado a poner en marcha las propuestas de los ciudadanos, pero sí tiene que argumentar bien por qué las rechaza. El primer tema que el consejo ciudadano decidió tratar a fines de noviembre fue el cuidado de personas necesitadas en la comunidad de habla alemana.
Las respuestas a la pregunta sobre «cómo se puede mejorar las condiciones de la asistencia de las personas que necesitan cuidados y el personal que se ocupa de ellos», las presentará a principios de 2020 el consejo integrado por 50 personas elegidas de forma aleatoria.
Poco antes de comenzar a trabajar, en el consejo de diálogo se escuchaban risas y animadas conversaciones. Marion Decker dice sentir la responsabilidad: «Las expectativas son elevadas y esperamos poder estar a la altura».
Por Juliane Görsch (dpa)