(dpa) – Frecuentemente se elevan por el aire en impactantes formaciones: Grullas, gansos salvajes y cigüeñas se dirigen a sus refugios de invierno. La migración de las aves tiene miles de años, explica Hans-Günther Bauer del Instituto Max Planck (MPI) de Ornitología de Radolfzell en el Lago de Constanza.
Pero numerosas especies migratorias difícilmente puedan adaptarse a las modificaciones causadas por el cambio climático. Según Bauer, muchas de estas aves viajeras que hacen largos trayectos en dirección a África tienen un recorrido bastante fijo. Incluso cuando en el norte continúe habiendo clima claramente más cálido, siguen su programación genéticamente condicionada, que las obliga a partir.
En su adecuación al cambio climático, las aves migratorias tienen más bien una desventaja, señala Lars Lachmann de la organización ambientalista Nabu. Dependen de las condiciones adecuadas en varios lugares: en la zona de reproducción, en las paradas de descanso, en la zona de tránsito y en los cuarteles de invierno, y no siempre las cambiantes condiciones encajan unas con otras.
En cambio, las aves migratorias de distancias más cortas, que en Europa solamente vuelan hasta el área del Mediterráneo, están genéticamente menos condicionadas por su reloj interno, explica Lachmann. Básicamente les resulta más fácil adaptarse al cambio climático.
«El ejemplo más sorprendente para una evolución verdaderamente acelerada es el de la curruca capirotada», indica. En lugar de a España o al norte de África, una gran parte de estos pájaros ahora se dirige al Reino Unido, donde a causa del cambio climático se registran inviernos más suaves y también hay mucha gente que alimenta a los pájaros.
En primavera, las currucas capirotadas regresaron antes de lo habitual a Alemania. Según Lachmann, no son las únicas: «En sólo unos 50 años, el retorno de las distintas aves migratorias se adelantó en hasta 14 días».
Las aves de otras especies acortan sus caminos: las cigüeñas blancas hibernan frecuentemente en España, en lugar de seguir viaje hacia África occidental o sudoccidental. E incluso algunas especies directamente se quedan en la zona de reproducción.
Esto entraña riesgos, según explica Bauer. «Entonces un invierno realmente frío y con mucha nieve es suficiente, ya no pueden encontrar alimento». Los animales que se quedan entonces a menudo están condenados a muerte, como sucedió hace unos años con el mosquitero común.
Actualmente la cantidad de pájaros que migran a largas distancias disminuye más fuertemente que la de las aves sedentarias o las que migran a cortas distancias. Pero el cambio climático no es el único factor, explica Bauer. El paisaje experimentó drásticas modificaciones y para las aves resulta cada vez más difícil sobrevivir al invierno en regiones caracterizadas por una agricultura industrializada.
Debido a los campos pelados, muchas veces los pájaros de determinadas especies deben continuar viaje e intentar encontrar campos de rastrojos en algún lugar, señala Bauer. Pero esto no siempre se consigue, dado que en otras naciones de Europa Occidental la situación es bastante similar en materia de paisaje. «Para las aves migratorias la situación es cada vez más complicada».
«En este momento, el cambio en la utilización de la tierra está teniendo un impacto aún mayor en las poblaciones de aves en Alemania que el cambio climático», afirma Johannes Kamp de la asocación alemana de avifauna DAA. «Esto podría cambiar pronto con una intensificación del cambio climático», acota.
Si en África hace más calor, «se extienden las zonas desérticas, los pájaros tienen a disposición menos sitios para «repostar» en su vuelo hacia el norte». También los caminos entre zonas de reproducción y cuarteles de invierno son más largos. Y cómo pueden adaptarse los pájaros a distancias más largas es algo que hasta ahora prácticamente no ha sido investigado, agrega.
«Pero también podemos ser exitosos en la protección de determinadas especies de aves», indica Bauer del MPI. Esto se aplica por ejemplo a grandes pájaros como cigüeñas y grullas. «Están aumentando. Porque las protegemos especialmente», afirma, para luego añadir que las grandes aves ya no son prácticamente blanco de caza.
Por Linda Vogt (dpa)