En las últimas décadas hemos escuchado infinidad de veces las nefastas consecuencias que ha ocasionado para la Tierra el calentamiento global. Los glaciares se derriten, el nivel del mar aumenta cada vez más, las selvas se están secando y la fauna y la flora luchan para sostenerse.
No obstante, este tema resulta un tanto repetitivo para muchas personas y pareciera que lo alarmante del asunto no termina de calar en la conciencia de los seres humanos, porque desafortunadamente estamos muy “cómodos” destruyendo el planeta como para darnos cuenta de las consecuencias, que cada vez son más evidentes.
Un sinfín de lluvias torrenciales azotaron a Japón en julio de este año, luego un aguacero en agosto inundó aldeas enteras en el sur de India. En septiembre, el huracán “Florence” desbordó decenas de lagunas, y en Filipinas un tifón arrasó con los principales cultivos de arroz del país.
Y es que este fenómeno llamado calentamiento global, ya no es un fenómeno aislado que afecta sólo a algunos países. Aquí mismo en España, este viernes el servicio de emergencias de Mallorca comunicó el hallazgo de otras dos personas fallecidas tras las fuertes lluvias que azotaron a la isla desde el pasado martes y hoy ya se suman 12 personas que han perdido la vida.
Todas estas tragedias están ocasionadas por ese asunto “tedioso” del que nos da tanta pereza hablar. El calentamiento global está causando desastres naturales cada vez más frecuentes, y, lamentablemente, el grueso de la población se mantiene al margen del problema, cuando la realidad es que todos podríamos hacer algo para evitar lo que ya es previsible. La crónica de una muerte anunciada, como diría Gabriel García Márquez.
Los climatólogos no saben dónde ni cuándo ocurrirá la siguiente gran tormenta, pero toda la evidencia indica que el calentamiento global está conduciendo al planeta a una época de lluvias más salvajes y peligrosas con consecuencias desastrosas y duraderas. Los gases del efecto invernadero que los humanos han soltado en la atmósfera han calentado el planeta y ahora se almacena tanta humedad en el aire que aumenta el riesgo de precipitaciones más extremas.
Según un reportaje reciente publicado por National Geographic denominado: “¿Qué es el calentamiento global?”, se determinó que con las concentraciones de gases de invernadero aumentando, las capas de hielo que permanecen en la Tierra se están derritiendo de una manera excesivamente acelerada y esta situación está acrecentando cada vez más el nivel del mar.
Además, de acuerdo con este reportaje, con el aumento del mercurio en el medio ambiente, el clima está cambiando de manera brusca e inesperada, lo que derivaría en condiciones meteorológicas extremas que serían insoportables para los seres humanos.
De la misma manera, esto ocasionaría la pérdida del suministro de agua que históricamente provenía de los glaciares.
Como vemos, el panorama no es nada alentador y mientras sigamos ignorando el problema, no sólo seguirá allí, sino que se empeorará y las consecuencias serán cada vez más irreparables.
¿Qué podemos hacer ahora?
Ciertamente, este conjunto de lluvias torrenciales que se avecinan ya es un hecho que no se puede detener, pero todavía estamos a tiempo de hacer algo para que el calentamiento global no siga destrozando el mundo en el que vivimos y como lo conocemos.
Para empezar, la responsabilidad del calentamiento global y de los gases del efecto invernadero es de todos. Quedarse sentado, esperando que los demás hagan algo es una actitud perjudicial para nosotros mismos. Y es que lo mejor de todo es que la solución consiste en pequeños cambios de hábitos que cada persona desde la comodidad de su hogar, puede empezar a poner en práctica desde ahora.
Los expertos recomiendan a las personas la utilización de focos de luz “ahorradores”, los cuales evitan la emisión de 500 kg de CO2 al mes. También recomiendan la utilización de “electrodomésticos verdes”, que están hechos precisamente para consumir menos energía.
Por otra parte, es imprescindible desconectar los aparatos cuando ya no los estemos utilizando y, de ser posible, mesurar el uso del automóvil cuando podamos sustituirlo por otro medio de transporte como bicicleta o simplemente caminar. Evidentemente, hay lugares a los cuales necesitamos desplazarnos en coche, y no tenemos otra alternativa, pero hay personas que utilizan su vehículo para transportarse a cualquier sitio, incluso cuando pudieran hacerlo a pie. En estos casos, es importante ser conscientes y saber que evitar el uso indiscriminado del coche reduce significativamente la emisión de gases y el consumo de energía.
De igual manera, usar botellas retornables es una forma eficiente de reducir el plástico en el ambiente e intentar reciclar lo más posible.
Cada uno de estos pequeños hábitos nos ayudaría significativamente a reducir el impacto tan violento de algo tan preocupante como lo es el calentamiento global.
No nos podemos dormir pensando que los gobiernos tienen en sus manos el poder y el deber absoluto para hacer que este problema se detenga. Cada persona desde su casa también puede hacer un cambio y aportar su grano de arena, porque todos somos responsables.
Claro que, desde hace poco más de 35 años nos vienen advirtiendo sobre el cambio climático y sus implicaciones. Por lo tanto, no existe ninguna solución mágica para retroceder el tiempo y enmendar las malas prácticas que se vienen realizando desde hace varias décadas. Lo que sí podemos evitar desde ahora, es que este problema se incremente y siga causando catástrofes devastadoras y cada vez más frecuentes en nuestro planeta. Como dice la vieja frase cliché: “es mejor tarde que nunca”, y yo particularmente considero, que nunca es demasiado tarde para empezar a hacer las cosas bien.
Soraya Andreina Pérez