Fráncfort, 13 dic (dpa) – El Banco Central Europeo (BCE) certificó hoy la retirada para finales de mes del multimillonario programa de compra de deuda que había activado en plena crisis financiera en 2015 con el propósito de impulsar la inflación y la coyuntura de la eurozona.
«En relación con las medidas de política monetaria no convencionales, las compras netas de activos en el marco del programa de compras de activos (APP) finalizarán en diciembre de 2018», declaró el presidente de la entidad, Mario Draghi, en la tradicional rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno del organismo.
«Pero el programa de compra de deuda no ha terminado todavía, sino que sigue adelante», precisó para a renglón seguido explicar que reivertirá los bonos que venzan una vez que los tipos de interés comiencen a subir de nuevo.
El anuncio dado a conocer hoy en Fráncfort supone el inicio del regreso a la normalidad monetaria de la entidad, que empieza así a despedir la política ultraexpansiva desplegada hace tres años, cuando se llegó a temer incluso por la permanencia del euro.
En su última reunión del año, el guardián del euro cumplió con el guión esperado. En junio de este año, la entidad ya había anunciado su intención de dar por finalizado el macroprograma de adquisición de activos en diciembre de este año y comenzó a mermar el importe de sus compras con el ánimo de no provocar turbulencias en los mercados una vez sus estímulos desaparecieran definitivamente.
Fráncfort empezó a reducir sus compras mensuales de deuda desde los 30.000 millones de euros (35.000 millones de dólares) hasta los 15.000 millones de euros a partir de octubre y hasta diciembre. Desde su puesta en marcha en marzo de 2015, este programa conocido por sus siglas como «QE» compró activos en la eurozona por valor de 2,6 billones de euros (2,9 billones de dólares)
El BCE decidió asimismo en su reunión de hoy mantener invariable la principal tasa de interés de la zona euro en el cero por ciento, su mínimo histórico, subrayando que prevé que se mantengan en este nivel hasta al menos el verano de 2019.
«Seguimos esperando que las tasas interés clave del BCE se mantengan en su nivel actual al menos hasta el verano (boreal) de 2019 y, en cualquier caso, hasta que sea necesario para asegurar una convergencia sostenida de la inflación hacia nuestro objetivo en el medio plazo», recalcó el banquero italiano.
Durante su intervención, Draghi también dio a conocer las nuevas proyecciones macroeconómicas, que rebajan ligeramente a la baja tanto su pronóstico de inflación como de crecimiento para el año que viene y que por primera vez incluyen datos de 2021.
«El crecimiento se sitúa a la baja debido a la persistencia de incertidumbres relacionadas con factores geopolíticos, debido a la amenaza del proteccionismo, las vulnerabilidades en los mercados emergentes y la volatilidad de los mercados financieros», apuntó Draghi.
Mientras que para el año en curso los analistas del BCE estiman que los precios al consumidor aumentarán un 1,8 por ciento, frente al 1,7 por ciento pronosticado en su último informe de junio, para 2019 prevén que el nivel de precios en la eurozona sea del 1,6 por ciento, frente al 1,7 indicado en sus últimas previsiones.
Para 2020, la entidad monetaria no prevé cambios y sitúa la inflación de la eurozona en el 1,7 por ciento, al igual que en septiembre.
Con estas cifras, la inflación en los 19 países que conforman la eurozona se sitúa en los próximos dos años más o menos en línea con el objetivo del BCE de mantener los precios en un nivel cercano pero inferior del dos por ciento.
En relación con el crecimiento, el BCE rebajó sus pronósticos tanto para 2018 como para 2019. Para el presente año, la entidad espera que la coyuntura se expanda un 1,9 por ciento, frente al 2 por ciento previsto anteriormente. En relación a 2019, cifra en un 1,7 por ciento el crecimiento, frente al 1,8 por ciento pronosticado hace tres meses.
De cara a 2020, el guardián del euro confía en que la coyuntura del bloque se sitúe en el 1,7 por ciento, el mismo valor que ya había pronosticado anteriormente. Ya en 2021, Fráncfort espera que la inflación se sitúe dentro de tres años en el 1,8 por ciento, mientras que cifra el crecimiento para ese mismo año en el 1,5 por ciento.
Como viene siendo habitual, el presidente del BCE se negó a comentar asuntos políticos de actualidad.
Al ser preguntado por las respuestas que el BCE puede dar al movimiento conocido como los «chalecos amarillos», que protesta desde mediados de noviembre en Francia por el aumento del coste de vida y contra las reformas del Gobierno de Emmanuel Macron, Draghi se limitó a decir que en Fráncfort respetan el derecho a las protestas porque «son parte de la democracia».
«Condenamos la violencia y confiamos en que el Gobierno francés resuelva la situación de la mejor manera», apostilló.
Por María Prieto (dpa)