Madrid (dpa) – Algunos árboles ya atravesaron numerosas experiencias. Desde hace décadas o incluso siglos son testigos silenciosos de la historia, vieron pasar a emperadores, reyes y presidentes, y siguen en pie, bien arraigados en la tierra y con sus copas verdes, que se hamacan impávidas en el viento.
El ahuehuete del Parque del Retiro en Madrid es uno de ellos. Se estima que este árbol originario de México pudo haber sido plantado hace más de 380 años, por lo que sería el más antiguo de la capital española.
Quien entre al concurrido parque junto al Museo del Prado desde la Calle de Alfonso XII, encontrará enseguida a este «Taxodium mucronatum«. El poderoso ciprés de 25 metros de altura está plantado en el lado izquierdo del Jardín del Parterre. Según los últimos cálculos, su tronco tiene en su base un perímetro de casi 6,5 metros.
Desde 1991 está rodeado de un cerco de metal con puntas. «Así se busca impedir que la gente se acerque demasiado, por ejemplo para abrazarlo o colgar algo de sus ramos. Porque eso haría que el suelo se solidificara y se obstaculizara así su respiración normal», señala el ingeniero forestal Javier de La Puente Vinuesa, presidente de la Asociación de Amigos de los Jardines del Buen Retiro.
El árbol tiene forma de candelabro: Muchas ramas gordas se alzan hacia el cielo. «Es un ejemplar único en el parque y en Madrid«, asegura el experto. Por eso el ahuehuete figura desde 1992 en la lista de árboles singulares y, por lo tanto, protegidos de la región.
A unos metros un cartel cuenta la historia de esta rareza de la botánica. Allí puede leerse que su plantación, al parecer, data de 1633.
Eso significaría que fue plantado durante el gobierno del Conde Duque de Olivares, un noble de la corte de Felipe IV. El conde duque hizo remodelar los jardines entre 1632 y 1640 en honor al rey con un estilo barroco y lago artificial incluido.
Sin embargo, esa fecha se discute una y otra vez, asegura La Puente Vinuesa. Es más probable que la semilla haya sido traída por alguna de las expediciones botánicas a Centroamérica en torno a 1780, consideran los expertos. Entonces este árbol que en invierno se tiñe de marrón tendría casi 250 años.
Con el tiempo se generaron mitos en torno al añoso árbol. Una leyenda que parece plausible y que es citada una y otra vez es que el ahuehuete es uno de los pocos árboles del Parque del Retiro que sobrevivió a la ocupación de los franceses durante la Guerra de la Independencia.
Durante su campaña en la península ibérica (1807-1814), Napoleón estacionó allí sus tropas porque «era el punto más elevado de Madrid, estaba rodeado de muros y disponía de un palacete que podía ser utilizado como cuartel», asegura Ignacio Bazarra, secretario general de la Asociación de Amigos de los Jardines del Buen Retiro.
En aquel entonces, casi ningún árbol se salvaba de los franceses, que talaban uno tras otro para reforzar la defensa y como material de artillería. Sin embargo, el ahuehuete sobrevivió. Al parecer, entre sus ramas incluso se apoyó una pieza de artillería. Pero ni Bazarra puede asegurar que eso sea verdad.
Lo cierto es que el parque se recuperó y hoy en día los habitantes de Madrid y los turistas pasean por los pintorescos senderos entre unos 19.000 árboles, bajo los cuales encuentran refugio del fuerte calor.
Puede que el ahuehuete sea viejo, pero también encarna la vida nueva. Una familia de autillos, las lechuza más pequeñas de Europa, convirtió sus ramas protectoras en su hogar.
«Hace poco pudimos salvar a un ejemplar que se había caído y no podía regresar al nido», relata Bazarra. Y puede que estas ramas alberguen aún infinidad de nidos, porque el ahuehuete se encuentra en la flor de la vida.
El único inconveniente es que su hábitat no es ideal, porque en general esta especie crece en un entorno subtropical y húmedo. Como el famoso «Árbol del Tule» del estado mexicano de Oaxaca, que con sus 14 metros de diámetro es considerado el más grande de los ahuehuetes del mundo.
Además, podrían perjudicarlo las grandes diferencias de temperatura entre el verano y el invierno que se experimentan en Madrid así como la calle cercana con su contaminación, señala La Puente Vinuesa.
Sin embargo, el experto subraya que está en muy buen estado y muy vital. «Este árbol podría vivir más de mil o incluso de 2.000 años. Y eso sí que no es una leyenda«.
Por Carola Frentzen (dpa)
Foto: Ignacio Bazarra/dpa