(dpa) – En algún momento el niño va a querer dormir fuera de casa por primera vez. ¿Y cómo hacerlo para que la cosa funcione bien? Lo mejor es que lo haga en la vivienda de alguien conocido, ya sea la abuela, una tía o la familia del mejor amigo.
«Realmente sólo hay que dejar que el niño duerma fuera de casa cuando esté preparado para ello y no cuando el progenitor lo necesite», aclara la experta en educación Nicola Schmidt.
Si el niño expresa el deseo de pasar la noche fuera de casa, Schmidt recomienda primero averiguar si ese deseo es firme. Para ello, los padres podrían decirle, por ejemplo: «Si mañana todavía quieres, podemos hacerlo».
Pero no todas las familias tienen ese tipo de comunicación. Si el pequeño tiene dudas en el último momento y ya no está tan seguro de querer dormir en otra casa que no sea la suya, la experta propone la siguiente réplica por parte de los padres: «¿Por qué no lo intentas primero? Si realmente no te sientes bien, te recogeré cuando quieras», sugiere Schmidt en respuesta. Pero los padres no deberían decir eso sin más, sino que deberían cumplirlo en caso de emergencia.
Si el niño reclama la seguridad de que, en el peor de los casos, le recogerán en mitad de la noche, los padres no deberían rechazar esa petición ni reaccionar de forma brusca diciendo algo como: «¡Qué circo estás montando! ¿Sabes qué? Esto es demasiado, así que olvídalo todo, porque no voy a estar yendo y viniendo».
Nicola Schmidt también aconseja no presionar al niño con palabras como «¡Ya eres mayor! ¡Puedes hacerlo!». La experta, que también es madre de dos hijos, pide a los adultos que recuerden su propia infancia, cuando les dijeron esas palabras. En esos momentos resulta «realmente desagradable», advierte.